El drama sobre el presupuesto federal para el 2011, resuelto la noche del viernes con un «histórico» acuerdo que conjuró un cierre del Gobierno, puso a prueba al presidente Barack Obama y a los líderes del Congreso de EEUU, de cara a los comicios del 2012.

El acuerdo, calificado de «histórico», es fruto de una férrea lucha ideológica, repleta de invectivas, sobre cómo reducir el déficit, que este año rondará los $us 1,4 billones.

El abismo entre demócratas y republicanos obligó a Obama a meterse de lleno en el diálogo, para evitar el impacto, dentro y fuera de EEUU, de cesar temporalmente a 800.000 empleados federales y paralizar las operaciones del Gobierno.

El Congreso estadounidense no aprobó el presupuesto para el año fiscal que comenzó en octubre pasado, de allí que los legisladores venían financiando a las agencias con un total de seis resoluciones temporales.