Qué poco faltó para la proeza
The Strongest acumuló atributos: solidaridad, concentración, inteligencia, esfuerzo, derroche físico, orden y más. Estuvo muy cerca de la hazaña y a poco más de diez minutos para el término San Pablo —que padeció como seguramente no lo imaginó en el peor de los sueños— quebró su férrea resistencia.
De un arranque nervioso pasó a controlar a un rival que sólo ganó por el desequilibrio que marcan sus individualidades. Lejos estuvo el cuadro de Ney Franco de ser una expresión colectiva eficaz. Amenazó pero no concretó, acaso porque se encontró con un escollo impensado en varias facetas, como la proyección de Torrico, la solidez de Méndez y Barrera, la seguridad de Veizaga, el ir y venir de Chumacero y, sobre todo, la calidad de Escobar, que entre tanta figura pisando el Morumbí supo encumbrarse nítidamente.
No es menos cierto que la apertura en el arco de Rogerio Ceni sorprendió. De todos modos el elenco aurinegro mostró que sabe emplear la pelota parada. Y luego —cómo olvidarlo— rondó el segundo en un balón que Méndez, incómodo en la posición, no pudo conectar.
Osvaldo superó el doble esfuerzo de Vaca para empatar antes del descanso. Resultó un tanto de efecto psicológico en favor del dueño de casa, que sin mejorar demasiado apretó sostenidamente en la parte final. Jadson remeció el travesaño y fue necesario que ingresaran Ganso y Cañete para acentuar todavía más la presión. Sin embargo, tampoco cabe ignorar que Reina dispuso de una gran ocasión y su cabezazo, lamentablemente, salió demasiado centralizado.
Más tarde, a los 35’, Luis Fabiano sacó provecho del machacar desprolijo. No dejó de ser llamativo que la formación brasileña terminara delante de su área, cuidando el balón, eludiendo riesgos. Sí, el Tigre hizo los deberes con gran dignidad. Sólo faltó generosidad en el resultado.
Óscar Dorado Vega es corresponsal en Bolivia de Fox Sports.