Bolivarianos
Los Juegos Bolivarianos han dejado de hacer honor a su nombre. Fueron creados en 1938 y la idea de entonces era llevar a cabo un evento multidisciplinario entre las naciones que lograron su independencia gracias al Libertador Simón Bolívar. De ahí su nombre.
Durante 16 ediciones —hasta Sucre 2009—, en esas justas participaron las naciones libertadas por Bolívar: Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, Venezuela y
Bolivia. Así fue creada la Organización Deportiva Bolivariana (Odebo) y por ese camino debía seguir.
Hoy, sin embargo, cuando se realiza en Perú la decimaséptima edición, los Bolivarianos han dejado de ser una justa exclusiva de sus países miembros y se
han extendido a 11 naciones, cinco más de las habituales, con el rótulo de invitadas, que alteran las condiciones naturales del tradicional evento deportivo.
Según la Odebo, se trata de un proceso de reestructuración de los Juegos con la finalidad de buscar mayor equidad competitiva ante la supremacía venezolana y colombiana, tradicionales dominadores en la historia de los Juegos.
De esa manera, Chile, Guatemala, República Dominicana, El Salvador y Paraguay han entrado al ruedo, aunque —en materia de resultados— sin mellar el dominio de los equipos de siempre; por el contrario, quitando espacios y protagonismo a los países como Bolivia que si antes tenían complicaciones para ganar, hoy las tienen más.
Un claro ejemplo es el siguiente: en 2009, a pesar de haber sido anfitrión, Bolivia ocupó el quinto puesto. Así fue también en otras ediciones anteriores. Hoy, sin que hubieran concluido aún los de Perú, aparece en octavo lugar. Los invitados Chile, Guatemala y República Dominicana, están mejor posicionados.
No será de extrañarse, por tanto, que al cabo de la cita peruana el equipo nacional aparezca como protagonista de una de las peores campañas en unos Bolivarianos. Sin embargo, por lo anterior resultaría engañoso considerarlo de esa manera.
¿Cuál habrá sido el criterio del Comité Olímpico Boliviano (COB) para votar a favor de este cambio? Por lo que se sabe fueron las anteriores autoridades —no las actuales— las que dieron su visto bueno. Según nuestro criterio, con una visión totalmente contraria a los intereses del deporte boliviano.