El ‘invisible’ fútbol de la semana
En cualquier puesta en escena teatral, los espectadores asisten para ver el resultado final de una razonable cantidad de ensayos previos y sucede exactamente lo mismo con el fútbol, que en muchos sentidos se asemeja a la construcción de un trabajo colectivo que tiene bastante de ficción por los incontables —y tantas veces increíbles— recursos expresivos de sus actores, producto de amplísimos repertorios en los que termina fructificando la buena combinación de las acciones colectivas con las destrezas individuales.
Todo esto viene a cuento en el momento en que nos enteramos de que el seleccionador de Bolivia, Mauricio Soria, pretende trabajar con un cuerpo técnico conformado por una decena de profesionales que cubran, a la manera Bielsa, las tareas parceladas de arqueros, defensores, mediocampistas y delanteros en lo futbolístico, y en el acondicionamiento físico para contar con la resistencia y la velocidad que permita competir en una arena sudamericana enormemente competitiva y, por lo tanto, exigente.
He ahí lo invisible del fútbol, ese tiempo y espacio semanales, en el que se trabaja para conseguir el mejor rendimiento posible que permita espectáculos potables y atractivos, y que lamentablemente es atendido en la esfera planetaria con minuciosidad solamente por algunas publicaciones especializadas, algunas páginas web que ponen énfasis en la táctica y en todo lo concerniente al trabajo físico, pues ni siquiera las grandes cadenas de televisión por cable le prestan la debida atención a esas edificaciones futbolísticas que al ya mencionado Bielsa, a Guardiola o a Mourinho, les han significado larguísimos periodos de maduración cimentados en la constancia y el sacrificio.
Los equipos bolivianos con mejores resultados local e internacionalmente en el último tiempo han apostado, por ejemplo, al juego de contraataque, característica que distingue a Eduardo Villegas con el tricampeonato conseguido por The Strongest o a Xabier Azkargorta que condujo a Bolívar hasta las semifinales en la última versión de la Libertadores, y como el trabajo de la semana no se hace evidente a través de los medios, algunos se preguntarán si los dos equipos históricos de La Paz jugaron y juegan de esa manera porque así lo quieren, o porque las limitaciones de sus plantillas obligan a ajustarse a planteamientos con menor desgaste, donde haya menos elaboración, y con verticalidad y buena puntería se pueda llegar a tener el éxito conseguido por el uruguayo William Ferreira que con sus goles puso a la Academia boliviana entre los cuatro equipos más importantes del continente.
Digo que al fútbol juegan como quieren los grandes equipos, con variedad de jugadores de distintas características para elegir, y que los otros que son mayoría, dadas sus limitaciones, juegan como pueden, pero eso, lamentablemente, no es lo suficientemente leído a posteriori, uno por falta de interés, y en segundo lugar porque no se logra detectar el qué y el cómo del trabajo de la semana a partir de los desplazamientos de los equipos en sus partidos de sábado y domingo.
Es cierto que hay entrenadores quisquillosos con férreas políticas de puertas cerradas, pero en la mayoría de los casos, las prácticas de los equipos se han convertido en libros abiertos a los que se les podría extraer muchísima y muy buena información para intentar comprender mejor cómo es que hoy el Real Madrid está combinando los contraataques con la posesión de la pelota tal como pudo comprobarse con el juego asociado y un par de lujosas asistencias de Cristiano Ronaldo, entregando balones de taco, uno de ellos para el tercero contra el Granada recibido y enviado a las redes por Karim Benzema.
Esa invisibilidad de los entrenamientos diarios conduce en muchas circunstancias al reduccionismo de por qué un equipo jugó o no de tal forma y en lugar de ganar cómodamente terminó derrotado (0-1) por el Celta de Vigo, como sucedió con el Barcelona que como muy pocas veces, falló casi una decena de veces frente a la portería, queda cuarto en la tabla de posiciones, dando muestras de haber tocado el mismo techo varias veces y que para superar la crisis del momento parece necesitar de la invención de un nuevo torneo, luego de ganar varias veces los mismos campeonatos dentro y fuera de España.
Puede existir un equipo que se canse de ganar? ¿Que exhiba extenuación luego de haber llenado la vitrina de trofeos en un lustro? Parece que sí. Que existe el agotamiento de la victoria y que para la reinvención hay que pasar por un largo invierno al final del cual deberían aplicarse inyecciones de renovación en un contexto saturado por los altísimos rendimientos del que fue capaz este equipo que tiene a su principal autor, Pep Guardiola, en la aventura de escribir una nueva obra con otro elenco en el que no figura el mejor futbolista del mundo.
Es cierto que la esencia del fútbol no ha cambiado. Que sus variaciones de formulaciones tácticas lo han hecho más rico y competitivo, pero lo que sí ha cambiado y de manera radical es la manera de gestionar un equipo, esto es de planificar sus movimientos y de poner manos a la obra para que de las intenciones esbozadas en el dibujo pueda llegarse a las concreciones del desempeño y finalmente de los resultados. Parece impensable que con tres de los mejores definidores del momento —Messi, Neymar, Suárez— el Barça haya entrado en zona de desgaste, que al principio del torneo español, insinuaba el Real Madrid, hasta que Ancelotti, con James Rodríguez e Isco, Modric y Tony Kroos supiera encontrar en la ausencia forzada de Bale por lesión, una nueva manera de progresar en ataque, sin tanto vértigo y mucho más juego atildado donde el pase y la devolución están sirviendo para obtener rendimientos vistosos, entretenidos y victoriosos.
Es lo “invisible” del fútbol lo que hace posible el fútbol. Suena a paradoja, pero es sencillamente que la preservación de la esencia del juego con todas sus claves tiene que ver con la diversificación de recursos y métodos para gestionar a un equipo. Será en ese marco de comprensión que el River Plate de Marcelo Gallardo está causando sensación en el torneo argentino y en la Copa Sudamericana. Y esto también tiene que ver con un natural cambio generacional, con entrenadores que manejan nuevas formas de trabajo porque fueron futbolistas en la última década del siglo XX y en la primera del siglo XXI.
Julio Peñaloza Bretel es periodista. Responsable de Historia y Estadísticas de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF)