No jugó en función de la necesidad
San José precisaba el triunfo a fin de conservar la posibilidad de clasificación. Y su juego no estuvo a la altura de dicho objetivo. Es indiscutible que dominó, hizo el gasto, pero no le alcanzó porque fue monocorde, pecó de mínima dosis de sorpresa, además de muy infrecuentes cambios de ritmo, solo explotó el flanco izquierdo de su ataque, careció de puntada final y en el afán de ir al frente concedió brechas para el contragolpe rival.
De un comienzo prometedor (hubo un par de cabezazos de Miguel Cuéllar que Pedro Gallese, el arquero visitante, controló en base a una correcta ubicación) el equipo de Oruro pasó a diluir su accionar, desnudando, precisamente, lo señalado en el párrafo anterior. A no confundir el concepto de prodigación con el de productividad. Son cuestiones evidentemente distintas.
Juan Aurich, que partió desconcentrado, apostó paulatinamente a adelantar líneas, sacando provecho de los espacios existentes entre el medio campo y la zaga local. Por eso, paradojalmente, elaboró casi tantas ocasiones como las del “santo”. Las tuvo Germán Pacheco poniendo de manifiesto, una vez más, que la verticalidad puede resultar tanto o más punzante que el copamiento de la cancha sin empleo rápido y adecuado de balón. Bastó un yerro defensivo en al área de Carlos Lampe para que los peruanos empataran a través de Marcos Delgado, luego del golazo con el que Abdón Reyes inauguró el marcador.
Mejoró en cierta medida San José tras el ingreso de Mauro Bustamante, pero tampoco el atacante argentino —que dispuso de un par de interesantes oportunidades— alcanzó carácter gravitante. Y cuando Reyes dejó de ganar en los desbordes —porque el adversario entendió que era clave neutralizarlo— los caminos del elenco orureño quedaron limitados casi exclusivamente a centros llovidos, propicios para facilitar la tarea de la retaguardia roja, que a medida que el epílogo se acercaba jugó casi codo a codo con su portero.
Así como transcurrió el cotejo era difícil que los de Clausen alcanzaran el propósito planeado, salvo algún error grave del oponente, que no se produjo. Entonces, si de lo numérico se trata, no es posible aspirar a avanzar con cuatro puntos cedidos en casa y ninguno cosechado afuera. Entre querer y poder existe una distancia que San José, anoche, volvió a dejar trunca.
Óscar Dorado es periodista