Julio César Baldivieso
A Baldivieso no le ayuda su explosiva manera de referirse a temas que ameritan cierto cuidado...
Julio César Baldivieso tiene a su favor lo que a otros entrenadores les falta: el apoyo mayoritario de la afición boliviana, que durante mucho tiempo alentó para que él fuera elegido seleccionador nacional.
A diferencia de ese respaldo, que indudablemente influyó para que fuera nominado el año pasado, no tiene tantos pergaminos —lo que se puede subsanar con trabajo y dedicación, que le sobran— y, lo que es más notorio, en el mundillo del fútbol nacional es resistido, algo originado en su forma de ser y en sus actitudes.
Él mismo acaba de poner en duda su continuidad al frente de la Verde, lo que es peor, amparado en un rumor: un directivo estaría buscando que la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) lo eche para contratar a otro en su lugar, con quien Bolivia afronte su participación en la Copa América Centenario de Estados Unidos.
Jamás es bueno escuchar trascendidos y menos que éstos sirvan como argumento para decir lo que Baldivieso dijo: que sus días en la selección están contados. Que efectivamente tenga diferencias con algún dirigente no puede ser la causa para que todo un Comité Ejecutivo esté tramando sacarlo. Menos que él muestre susceptibilidades al respecto.
A Baldivieso no le ayuda su explosiva manera de referirse a temas que ameritan cierto cuidado. No debe confundir la actitud frontal que dice poseer con las declaraciones a ratos irresponsables que suele hacer y que vienen a ser perjudiciales para toda una selección, en la que debería darse su lugar por el cargo que tiene.
Por no saber medir las consecuencias, Baldivieso ha herido a mucha gente del fútbol. Ya se fueron de la selección Ronald Raldes y Marcelo Martins, y está analizando hacerlo Alejandro Chumacero. Pablo Escobar no tiene ganas de volver. También quedó sin explicación la partida de Carlos Borja de su cuerpo técnico, pero con seguridad que su excompañero en Bolívar se fue enojado.
Baldivieso reniega cada vez que un jugador no puede atender una convocatoria por lesión, pone en duda la veracidad de ésta y trata de dar lecciones nada profesionales: “Yo en una pierna atendía el llamado”. Tal vez sea cierto. Pero también debería acordarse cuántas cosas le aguantaron sus entrenadores. Es cuestión de que se ubique, si lo hace con seguridad las cosas, al interior del grupo que él maneja, van a mejorar.