Introducción: el Tigre necesita ganar para meterse en octavos de la Libertadores y asegurarse solo por eso un millón de dólares (recibirá otro por las tres victorias de local).
Rescalvo -que ha pedido paciencia para que el equipo vuelva a ser el mismo que dejó antes de irse- coloca al equipo copero: Viscarra; Caire-Jusino-Aimar-Lino; Wayar-Ursino; Amoroso-Ortega-Ramallo; y Triverio.
El argentino Javier Sanguinetti, técnico de Huachipato FC, pone un 4-4-2 y de inicio se no meterá atrás. Hay una treintena de hinchas chilenos en la bandeja alta de la curva norte.
Nudo: la primera media hora contempla un Tigre sin profundidad, sin fútbol. El único que llega al arco chileno es Ursino. Huachipato llega más y mejor pero Viscarra dice que no, una y otra vez.
A la media hora comienza a llover, primero tímidamente y luego con rayos y truenos. Los vendedores de ponchillos se llenan los bolsillos. La recta y la preferencia se pintan de amarillo/plástico. Entonces, bajo la lluvia, comienza a bailar Joel Amoroso, el hombre que cambiará el partido.
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Apenas la garra
Amoroso es el “wing” de toda la vida, de esos que casi no hay. Es el extremo, pegado a la línea de cal, capaz de sacar buenos centros desde una baldosa. Tiene velocidad, tiene buen pie, tiene cabeza.
En la primera trepada, gambetea y en vez de tirar el centro sin mirar para Triverio, levanta la cabeza para ver como Ramallo espera solo en el punto de penal. Con el uno a cero, todo cambia, el Tigre se acuerda de jugar y contragolpea con peligro.
Desenlace: la segunda parte es otro partido. Aparece el Tigre de Rescalvo, de repente, como la lluvia, como los rayos y los truenos, como los ponchillos. Es un Tigre -otra vez- eléctrico. Todos los jugadores elevan su nivel. Wayar parece tener diez años menos; Ursino pide regresar a la selección; Ramallo se vuelve a parecer a su viejo; Ortega siente su alma otra vez en el cuerpo; Triverio se agigante como el año pasado.
En medio de esta recuperación milagrosa, Amoroso sigue a lo suyo. Centra otra vez (y así llega el dos a cero de Ortega). Con el tercero de Quiroga, bajan los olés desde las gargantas mojadas de los hinchas gualdinegros. Será el resfrío más feliz para muchos. Los cambios entran de la misma forma: Quiroga, López, Chura, Angulo y Miranda conectan, como nunca, con el nuevo estado mental del equipo.
Post-scriptum: Rescalvo parece mago. En pocas semanas ha cambiado la cara del plantel, en pocos días los jugadores se acordaron de jugar. La mejora (mental) es una cosa de locos, algo inexplicable, como el fútbol, como el sentimiento stronguista. El Tigre está entre los 16 mejores y va por más. Alerta, alerta, alerta que camina un Tigre feroz por América Latina.
(16/05/2024)