¿Qué ha cambiado?
Qué ha cambiado en un año? Nada. En julio de 2015 comenzó la caída de la “era Chávez”. El fútbol boliviano fue descabezado por completo con el propósito de darle nuevos bríos. Parecía un nuevo amanecer, otro aire, el inicio de mejores días, pero no se avanzó ni un milímetro. Hasta algunos ya dicen que lo de antes era mejor.
La estructura es la misma. Los dirigentes al mando si bien son otros —han pasado en fila—, no han hecho nada bueno. Más bien es preocupante que sus actos no rocen la transparencia que tanto se les reclamó a sus antecesores. Ya es el colmo que la persona a la que mandaron a la cárcel —dicho sea de paso, a la que respaldaron y eligieron en su momento— les diga que en este año saquearon los pocos recursos del fútbol boliviano.
Un año después no hay una auditoría que muestre los manejos que hubo entonces en la Federación Boliviana de Fútbol (FBF). Las acusaciones sobran, pero las constataciones faltan. Y tampoco existe idea acerca de los movimientos más recientes. A nadie se le ocurre preguntar en serio cómo están las arcas, siendo que, por ejemplo, el anterior tesorero está desaparecido, prófugo de la justicia así no sea por un asunto relacionado con el fútbol. Si se escapó por algo será. Y no ha sido poco el dinero que fue manejado en su gestión.
Pero a los dirigentes les importa poco muchas cosas; por ejemplo, los ligueros han pisoteado estatutos para elegirse, aunque les da igual, ya ni se acuerdan, se hacen los de la vista gorda, lo dejan pasar. Es que les conviene.
En lo deportivo, ni qué decir. Estamos mal, pero ese es un cuento viejo. Lo peor es que no se pone en marcha un plan para cambiar de una vez.
A poco más de un mes de la reanudación de las eliminatorias, Bolivia sigue sin entrenador: unos piden que sea exclusivo, otros dan vueltas con que se puede compartir. Hablan y hablan…
¿Acaso les importa la selección? No. Lo último ha sido convertirla en la quinta rueda del coche al darle apenas seis días para que trabaje antes del próximo partido premundialista. Ni una semana y después se quejan de los resultados. Hay que tener cara para ser dirigente…