Hace 70 años, Bolivia jugaba el Mundial del ‘Maracanazo’
En julio de 1950, la selección nacional cayó ante Uruguay, que sería el histórico campeón en la casa de la verdeamarelha, partido que se jugó en Belo Horizonte.
El 2 de julio de 1950, el estadio Independencia de Belo Horizonte fue escenario del único partido del Grupo 4: Uruguay apabulló a Bolivia 8-0. Este jueves se cumplirán 70 años de la segunda Copa del Mundo que la selección nacional disputó por invitación, tras la de 1930.
Fue el Mundial en el que Uruguay protagonizó el famoso “Maracanazo” al derrotar a Brasil por 2 a 1 en la final jugada en el estadio Maracaná de Rio de Janeiro para llevarse la preciada corona.
“A 70 años de vivido ese Mundial se mantiene la amargura y la desilusión para quienes lo seguimos. Yo cursaba el bachillerato y había esperanza de una buena actuación porque la selección venía de ser cuarta en el Sudamericano de 1949 en Brasil, pero nos fue muy mal debido a que nuestro fútbol era amateur con relación al resto”, evoca el periodista Tito de la Viña, Premio Nacional de Periodismo 2008.
Equipo
La base de esa selección incluso venía de 1948, cuando el club paceño Litoral jugó en Santiago de Chile el Campeonato de Campeones, donde el delantero Roberto Caparelli fue goleador. Además Litoral fue tricampeón paceño entre 1947 y 1949.
De la Viña —que siguió el Mundial por radios de Uruguay y Brasil mediante la onda corta— describe a cada uno de los 11 titulares bolivianos que jugaron ese partido.
El seleccionado jugaba con el esquema 2-3-5: el goalkeeper fue el beniano Eduardo Chembo Gutiérrez, arquero de Always Ready. Elástico y bastante aguerrido pese a soportar la goleada.
Los backcentros eran el cochabambino Alberto Achá (The Strongest) y el chuquisaqueño José Bustamante (Litoral). El primero era de marca brusca y recia y por ello le decían Hacha, fue parte del “Derribador” atigrado que le ganó al argentino Independiente; mientras que el segundo era lo contrario; más técnico y mejor salida de juego, aunque De la Viña precisa que le decían el Autogolero, por los tantos en contra en su club.
Los tres midfield (centrocampistas) eran: el orureño Antonio “Huatón” Valencia (Litoral), pesado y lento, pero distribuía la pelota a las mil maravillas, un armador neto. Tenía la compañía del argentino-boliviano Antonio Greco, un rubio mediocampista de buena recuperación del balón. Y también estaba el cochabambino Leonardo Ferrel (Aurora), espigado y atlético jugador.
Los cinco forward (delanteros) titulares fueron: el cruceño Celestino Algarañaz (Litoral), un win derecho veloz, con centros precisos a la cabeza y al pie de sus compañeros; el paceño Benigno Fiero Gutiérrez (Litoral), un petiso gambeteador y de buen traslado de esférico; el win izquierdo era el cochabambino Benjamín Maldonado (Aurora), un cancerbero para recuperar pelotas; a ellos se sumó el potosino Víctor Agustín Ugarte (Bolívar), futbolista técnico, armador, buen cabeceador y casi siempre marcando goles: “El Maestro merece un capítulo aparte porque ya era figura, era la atracción de Bolivia en el exterior. En los sudamericanos siempre lo nombraban como la figura boliviana”, afirma De la Viña; completaba ese quinteto el argentino naturalizado boliviano Roberto Caparelli (Litoral), goleador de raza, quien la embocaba de cabeza, remate, nariz, nuca, rodilla, pecho y con lo que pudiera del cuerpo.
El resto
De acuerdo con la página oficial de la FIFA, en esa época no se registraron cambios, pero el equipo boliviano estaba completado en el banco con: Vicente Arraya, el mejor arquero de la historia del fútbol boliviano, pero ya en retirada, lo mismo que el ídolo bolivarista de la época Mario Mena. También fueron anotados: Duberty Araoz, Juan Guerra, Benedicto Godoy, René Cabrera, Héctor Saavedra y Víctor Brown.
El entrenador fue el italiano Mario Pretto, contratado por los dirigentes del club Litoral —presididos por el textilero italiano Domingo Solignio-—. La idea fue mejorar la preparación del equipo para hacer un buen mundial, lo que no ocurrió debido a la goleada sufrida.
“El entrenador anterior era el boliviano Félix Deheza, quien alguna vez me confesó en una entrevista que fue la tristeza de su vida no dirigir en ese Mundial. Con él se hizo la campaña del 49”, rememora De la Viña.
Ese seleccionado boliviano se preparó durante un mes en La Paz, entre las canchas del antiguo estadio Hernando Siles y del Teniente Andrade, el llamado estadio Obrero.
De altura
Para el exfutbolista Édgar Quinteros, campeón boliviano del Sudamericano de 1963, esa selección mundialista de 1950 era de grandes jugadores como Chembo Gutiérrez, Achá, “Huatón” Valencia, el Maestro Ugarte, el Fiero Gutiérrez y Caparelli, solo que no se tomaron las precauciones para ir a jugar a la costa, tal como le contaron alguno de ellos con quienes jugó y tuvo amistad.
“Era un equipo netamente de altura y cuando fueron a Brasil tuvieron retención de líquidos e hinchazón de pies. Les dieron diuréticos, pero igual eso los debilitó. Esa vez me comentaron que pasaron apuros porque fueron casi un mes antes”, recuerda Quinteros, quien jugó con Ugarte en Bolívar y en la selección.
Si en el Mundial de Uruguay 1930 la base de la selección fue el Club Oruro Royal con jugadores orureños y paceños en su mayoría; en Brasil 1950, fue Litoral de La Paz, pero con jugadores de otras regiones del país.
El estadígrafo Víctor Quispe Perca destaca que la secuela positiva de ese torneo fue que en Bolivia nació la etapa del profesionalismo, porque los clubes contrataron a mayor cantidad de jugadores extranjeros y el torneo de la Asociación de Fútbol de La Paz se hizo integrado con los equipos de Oruro y Cochabamba.
Ese criterio lo comparte De la Viña, quien recuerda que se “produjo una verdadera transición, incluso ya había peleas dirigenciales como las de hoy. Hubo dos dirigentes fuertes, el paceño Alfredo Mollinedo y el cochabambino Galindo, quienes tenían una pulseta”.
Goleada (8-0)
Uruguay comenzó su andadura hacia el histórico título teniendo como fácil presa a la selección de Bolivia, a la que le convirtió ocho goles (8-0).
De acuerdo con la página oficial de FIFA, anotaron para los charrúas: Oscar Miguez (14’, 40’ y 51’), Juan Schiaffino (23’ y 54’), Alcides Ghiggia (87’), Ernesto Vidal (18’) y Julio Pérez (83’).
La terna arbitral fue conformada por el inglés Reader George, asistido por el brasileño Mario Viana y el yugoslavo Leo Lemesic.
Fue el único partido de Bolivia, pues no había más selecciones en su grupo. Algunos jugadores se quedaron a ver el torneo, entre ellos Víctor Agustín Ugarte, quien en entrevistas posteriores dijo que fue testigo del ‘Maracanazo’ de Rio de Janeiro.
Ese Mundial fue disputado por 13 equipos divididos en cuatro grupos, en el 4 estaban Bolivia y Uruguay; también había sido consignada Francia, pero no llegó al certamen.
En la fase final los uruguayos empataron 2-2 frente a España, ganaron 3-2 a Suecia y derrotaron 2-1 a Brasil, sellando el histórico éxito.
El ‘Maestro’
El mejor jugador de la historia del fútbol boliviano, el tupiceño Víctor Agustín Ugarte, es el único futbolista nacional que disputó un mundial de fútbol y luego fue campeón sudamericano, destaca su compañero de selección en 1963, el orureño Édgar Quinteros.
“El Maestro tiene esos dos logros como ningún otro boliviano. Fuimos campeones sudamericanos en 1963, pero él jugó antes el Mundial de Brasil en 1950; además fue el mejor jugador de todos los tiempos”, rememora el también ganador de la hoy denominada Copa América.
Ugarte llegó al Mundial de Brasil cuando su carrera comenzaba a despuntar. Lo hizo junto con Benigno “Fiero” Gutiérrez, quien era otro referente en 1950 y el goleador Roberto Caparelli. Se trataba de un tridente de lo mejor de Bolivia.
Quinteros, quien gusta de manejar datos de la Verde, asegura por ejemplo que de todos los mundialistas bolivianos de 1930, 1950 y 1994, ninguno fue campeón sudamericano excepto Ugarte. “Y al revés, de los 22 que fuimos campeones el 63, solo el Maestro fue mundialista, el resto no tuvimos ese honor”, resalta el orureño.
Al margen de jugar con Ugarte en Bolívar y en las selecciones nacionales, años posteriores Quinteros también tuvo el honor de ser compañero del mundialista Benigno Gutiérrez, en Oruro Royal, donde fue dirigido por Antonio Valencia, otro de ese equipo de 1950, todos orureños.
“Ellos me contaron algunas cosas del Mundial de Brasil en esa época. Esos mundialistas eran de la época de grandes jugadores como Humberto Murillo, Armando Escóbar y referentes del fútbol nacional que los jóvenes de ahora no conocen”, explica.