Un ejercicio apasionante
Imagen: Oswaldo
Jorge Barraza, columnista de La Razón
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Surgió tipo charla de café, con una pregunta lanzada al aire: ¿Quién fue el mejor futbolista boliviano de la historia…? Y enseguida se agolparon nombres: Ugarte, Etcheverry, Chichi Romero, Platiní Sánchez, Chocolatín Castillo, Ovidio Messa, Marcelo Martins…
-Bueno, pero entonces ¿quién…?
-¿Y por qué en lugar de decidir nosotros no hacemos una encuesta…? Que vote lo más calificado del ambiente.
-Dale.
Y nos lanzamos al agua. Que voten cien personajes: exjugadores, entrenadores, dirigentes, periodistas, hinchas ilustres, todos bien futboleros. El que surja de esta votación es el número uno, sin duda. “Gran iniciativa, nunca se hizo”, nos estimuló un colega. Y fue apasionante.
Un trabajo artesanal. Desfilaron 26 nombres entre los elegidos, los más importantes del fútbol boliviano. Cada respuesta fue una interpretación, una manera de ver el juego, la importancia de los títulos para unos, la clase para otros, el reconocimiento internacional para quienes optaron por una tercera posición.
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Muchos respondieron al instante, entusiasmados, otros prefirieron pensárselo bien, algunos, muy escuetos, dieron los tres nombres y punto. Y estuvo quien hizo todo un ensayo de su argumentación. También los hubo que nunca respondieron o, como Marco Sandy, que prefirieron excusarse con una respetable explicación: “Tengo un problema al respecto de la encuesta, creo que es muy injusto poner solamente a tres jugadores nada más. Primero, que cada época fue distinta, después, que también hay que diferenciar entre jugadores talentosos, jugadores integrales y poner a sólo tres me parece que dejaría afuera a muchos otros que se merecen, mil disculpas, prefiero no intervenir”.
Cristaldo puso también sus reparos: “No me hagas poner a ‘Chichi’ Romero delante de Etcheverry o a Etcheverry delante de ‘Chichi’, fueron dos fenómenos y grandes compañeros, iguales para mí”. Comprensible: fueron ambos de primeros. Otros pidieron poner dos terceros para no dejar por fuera algún crack.
Los mayores se inclinaron más por Ugarte, aunque atención a un dato interesante: Grover Echavarría, un grande del periodismo y que lo vio en plenitud, no lo incluyó en su terna, votó por Etcheverry. Esto explica algo de lo que estamos convencidos: se idealiza el pasado. Nos lo confirmó Carlos Aragonés: “Yo jugué contra Maradona, un fenómeno, pero no era como Messi, eh…” Hay una tendencia a creer que todo lo de antes era mejor.
El ‘Diablo’ sorprendió con su elección: eligió a Jaime Moreno en lo más alto de su podio. Se entiende, hicieron una dupla letal. Carlos Borja fue el primero que se inclinó por un nacido en el extranjero, en este caso como tercero: a Carlos Ángel López, el zurdo que la llevaba atada, pegada y cosida, pero luego varios votaron a Pablo Escobar, otro zurdo virtuoso, en este caso paraguayo, pero nacionalizado y con muy buen paso por la selección. Julio Baldivieso, con su proverbial simpatía y personalidad nos dijo de entrada: “El mejor de todos fue Baldivieso…”
Las cosas que contaron muchos excompañeros sobre “Chichi” Romero fueron fantásticas. Permiten imaginar el crack inmenso que fue. Guido Loayza votó por el ídolo de su infancia: Víctor Agustín Ugarte. Y contó una anécdota descomunal: “Éramos chicos y vivíamos en el Prado.
Salimos un día con mis hermanos Armando y Rolando y nos encontramos con Ugarte. No podíamos creerlo. Lo veíamos en la cancha y era como un Dios para nosotros. Y estaba ahí, al lado nuestro. Fue una emoción increíble. Nos animamos a hablarle y él, muy amable. Lo invitamos a tomar el té en nuestra casa. ‘¿Cuándo?’, nos preguntó. Mañana a las cuatro de la tarde, le dijimos. ‘OK’, respondió. ´Volvimos a casa corriendo, emocionados, y le contamos a mamá.
Nos quería matar. ‘¿Qué… un futbolista…?’ En esa época los jugadores tenían fama de farreros. ‘Sí, mamá, él es un crack…’ Le costó entenderlo, pero bueno, nos vio tan felices que terminó aceptándolo. Desde ese momento la casa fue una revolución con los preparativos.
Mi mamá hizo pasteles, preparó todo y nosotros teníamos una ansiedad tremenda. Nos turnábamos en la puerta para ver cuándo llegaba Ugarte. Pero se hicieron las cuatro, cuatro y media, cinco… Y Ugarte no llegaba. Nunca vino. Pero, bueno, él era un ídolo y nosotros unos chicos. Seguro nos dijo que vendría para no desilusionarnos.
Con los años, cuando fui presidente de la Federación y clasificamos al Mundial ’94, lo invité a venir a Estados Unidos como miembro de la delegación en calidad de símbolo. Con todo lo que Ugarte dio al fútbol no podía estar ausente en ese momento. Y se le hizo toda la ropa de calle como al resto de la delegación, camisas, traje, corbata, zapatos, todo…
Pasó una estadía inolvidable con los jugadores, estaba feliz como un niño. Y entonces le conté aquella anécdota del té a las cuatro de la tarde… No podía creer que aquel niño fuera yo. Y lo lamentaba: ‘Uuuuuy… ingeniero, mil disculpas, ¿cómo pude hacer eso…?’ Pero aquello fue una simple anécdota risueña, jamás podría tapar lo que Ugarte nos dio a los bolivaristas, él y Mario Alborta nos hicieron un club grande. A partir de ellos se forjó todo”.
Primero nos preguntamos si no nos habíamos metido en un berenjenal haciendo la encuesta. Había que conseguir teléfonos, establecer contactos, explicar el tema y esperar la respuesta. Y eran cien personalidades. O más de cien (terminaron siendo 111). Luego no queríamos que terminara y seguíamos agregando por puro gusto nomás. Y ganó el “Diablo” por amplio margen, aunque, como decimos, “Chichi” Romero genera una admiración extraordinaria entre sus colegas, los técnicos, los dirigentes que lo trataron y, sobre todo, sus excompañeros.
La encuesta permitió enterarnos de tantísimas historias y anécdotas archivadas, hermosas, por cierto. La satisfacción pasa por haber involucrado a todo el espectro del fútbol boliviano, todos participaron y dejaron su pensamiento y ello legitima la elección.
El tiempo pasa y nos devora. Es un río bravo que se lleva todo. Este ejercicio periodístico intenta impedirlo.