Un campeón imperfecto
Imagen: La Razón
Ricardo Bajo
Imagen: La Razón
Sostiene Bielsa que el halago debilita y el éxito relaja. Que el fracaso te vuelve sólido y te acerca a las convicciones.
The Strongest llevaba fracasando casi siete años seguidos, desde aquella recordada tarde del 24 de diciembre de 2016. Han sido 2.528 días y 500 noches. ¿Demasiadas? Las necesarias para reafirmarse en esa manera particular de estar en el mundo; de agarrarse a esas convicciones sólidas que a uno lo hacen hincha del lado sufridor/stronguista de la vida.
Sostiene Zubizarreta que el mejor equipo surge de los desequilibrios, de las imperfecciones. Que no hay nada peor en el mundo que un equipo que se cree superior, perfecto; son los que se relajan, los que miran por encima del hombro al resto. La perfección distrae.
TAMBIÉN PUEDE LEER:
El Tigre es el perfecto campeón imperfecto. Un grupo de jugadores que ha visto como han pasado cuatro técnicos por el vestuario (Rescalvo, Biaggio, Formosinho y Cabanillas) y dos presidentes por el palco (Montes y Crespo). Un equipo que tenía todo para distraerse.
Un equipo que incluso soportó como se paró el campeonato durante un mes; un equipo perplejo ante la seria amenaza del borrón y cuenta nueva. Un equipo aguerrido que se retroalimentó a base de rabia y bronca contenida. Imperfecto.
El Tigre arrancó deslumbrando con Rescalvo (ganando a River y perdiendo injustamente en el Maracaná, la casa del campeón de la Libertadores). Es un equipo tan imperfecto que muchas veces tuvo que ser salvado por Viscarra.
Que cuando todo el mundo se borró, apareció Ortega, un colombiano tímido. Tan imperfecto como irregular con sus talentosos Chura y Arrascaita.
Tan imperfecto que no tiene ni banca ni lateral derecho (con perdón de Bustos). Tan imperfecto como una “roca”. Tan dependiente de Triverio.
Todos los desequilibrios del Tigre han sido fulminados con carácter/determinación. Unión de corazones/piña de voluntades hacia un objetivo. Cuanto más intensa y confusa era la crisis y la cofradía del santo reproche, más fuertes. Cuanto más duras eran las críticas/caídas y los fantoches de romería, más sólidos.
Este campeón imperfecto/anónimo es tan atípico que ni caudillo tiene. O es un “caudillaje” de siglo XXI, invisible, rotatorio. Ora Jusino, ora los rioplatenses (Castillo, Triverio, Arias), ora el “silencioso” Wayar. Todos mandan obedeciendo. Ni “entrenador” ha hecho falta. La virtud de Cabanillas (tan “imperfecto” como buen stronguista) ha sido entender este secreto/liderazgo oculto.
El Tigre es el perfecto campeón imperfecto; de esos que nunca desisten. Esta noche de domingo los stronguistas hemos vuelto a la perdición de los bares de copas. Para olvidar esos 2.528 días y 500 noches. ¡Warikasaya, kalatakaya!
(27/11/2023)