Introducción: Villa Ingenio no se llena por los altos precios de las entradas en medio de una crisis galopante; la general luce a la mitad. ¿No era mejor seguir con la política de precios populares para aumentar la presión? Villegas opta por un 4-1-4-1 con la idea de copar el medio y ahí ganar la partida a Bielsa. Por delante del “cinco” (Cuéllar) hay cuatro: Villamil-Robson, Ramiro por izquierda y Terceros por derecha. Arriba, prueba con Ábrego. Uruguay se atrinchera con dos líneas de cuatro.
Hace sol y se riega la cancha para aumentar la velocidad de la pelota un cuarto de hora antes del pitido inicial de un árbitro ecuatoriano inexperto que va a caer fácilmente en el (no) juego de la visita. Bolivia estrena el verde oscuro de la camiseta del centenario de la Federación.
Nudo: la Verde entra relajada; como si no fuese un partido vital. Villamil acaba sobrando y la banda izquierda es un desierto pues Sagredo no gusta de trepar y Ramiro desobedece y abandona el costado (donde se siente incómodo) para jugar donde más le gusta, en el centro para filtrar y disparar.
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Los de Villegas carecen de profundidad y abusan del pelotazo a la cabeza de un Ábrego que pierde siempre por arriba ante dos duros de pelar (Jiménez y Cáceres). La única alternativa son los disparos de larga distancia. Ansiedad rima con imprecisión. Todo el mundo, dentro y fuera de la cancha, está acelerado “in extremis”; como si los partidos no duraran noventa minutos.
Desenlace: la Verde mejora (y harto) en la segunda parte, como en Lima (a pesar de la entrada de Valverde y Darwin). Villegas ha visto las falencias por la izquierda y mete a Roberto Carlos Fernández de lateral y a “Viru” Paniagua, de extremo. Así, está mejor ordenado el equipo. Así, llegarán en total siete disparos al arco, dos al palo. Así, es más intensa, presiona arriba y ahoga con Terceros metiendo diagonales que asustan.
Lo que no puede remediar/solucionar el técnico de la selección es la alarmante falta de centro-delanteros nacionales. Bolivia es superior a Uruguay pero no tiene gol. ¿Cuántos equipos ligueros tienen nueve nacionales? Hasta en las asociaciones los goleadores son extranjeros. La falta de “killers” es un problema del fútbol boliviano, no (solo) de la selección. En la desesperación algunos piden el regreso del retirado Martins, que lo mira todo -incrédulo- desde los palcos. ¿No es sintomático que nuestro goleador sea precisamente Terceros, el llamado a crear/asistir?
Post-scriptum: la selección ha logrado dos de los últimos doce puntos. Y sin embargo, sigue viva. Ganar en Venezuela es el próximo objetivo. El proyecto de Villegas no está muerto, es hora de confiar.