Delia Fiallo: ‘La telenovela saltó barreras de idioma’
A Fiallo le da mucha risa recordar, por ejemplo, que tuvo que matar en un día de una sobredosis al personaje que interpretaba la actriz Jeanette Rodríguez, en Leonela, para evitar que suspendieran la telenovela.
La escritora cubana Delia Fiallo, de 94 años, considerada “la madre de las telenovelas” en Hispanoamérica, es la autora de exitosas historias que aún hacen llorar a varias generaciones.
Esmeralda (1970) —en la que luego se basó Topacio (1985)—, Peregrina (1973), Mariana de la noche (1975), María del Mar (1978), La Heredera (1981), Leonela (1983) y Cristal (1985), entre otras, fueron éxitos internacionales sobre los cuales todavía se hacen remakes.
Kassandra (1992), una adaptación hecha por Fiallo de su propia novela original Peregrina, entró en el Libro Guinness de los Récords porque fue televisada en 128 países y traducida a una veintena de idiomas, según el diario digital El País.
Dedicada a convertir en libros sus guiones, la pionera de la telenovela hispana asegura desde Miami (Estados Unidos), ciudad donde vive, que la telenovela “ya no existe” porque los guionistas se olvidaron de las emociones, es una acérrima crítica de las hoy populares “narconovelas”, que considera se centran en la violencia y el morbo.
- La escritora recuerda que en su máquina de escribir debía producir 35 páginas diarias, un capítulo, mientras la telenovela estaba al aire.
Sobre los contenidos de sus obras, cuenta que “la historia central de la pareja que se ama y que se enfrenta a muchas dificultades por resolver para ser feliz era importante, pero aparte de eso habían otros contenidos sociales muy importantes”, aclara, como la problemática del alcoholismo, el de las madres solteras, la delincuencia juvenil y el trasplante de órganos.
Pero no fue fácil, afirma la escritora y filósofa. Su pluma tuvo que enfrentar la censura de las televisoras en la década de 1960, cuando temas como la infidelidad, el divorcio y la drogadicción todavía eran tabú.
A Fiallo le da mucha risa recordar, por ejemplo, que tuvo que matar en un día de una sobredosis al personaje que interpretaba la actriz Jeanette Rodríguez, en Leonela, para evitar que suspendieran la telenovela.
mía— ¿Está muriendo la telenovela como género?
Fiallo— Está pasando algo que no entiendo realmente. La telenovela triunfó con toda la fuerza que tienen los géneros populares. Saltó barreras de idiomas, de costumbres, de culturas.
Mis novelas se vendían en cientos de países, se traducían en tantos idiomas. ¿Y cuáles eran los instrumentos de trabajo del escritor de telenovelas? Las emociones, los sentimientos. Es el común denominador del género humano, desde el hombre de las cavernas hasta el último hombre sobre la tierra. Entonces era un género que no podía fallar. Pero eso se perdió. Ahora la telenovela no existe. Al menos la telenovela tradicional.
- Afiches promocionales de telenovelas que escribió Delia Fiallo cuelgan de las paredes de su casa, en Miami, Estados Unidos. Incluso hay algunos en japonés.
mía— ¿Por qué se dedicó a la telenovela?
Fiallo— Me arrastraron a la radio porque yo no quería, pensaba que era humillarme. Pero cuando descubrí lo que era contar una historia, llegar al corazón de la gente, de mucha gente, me enamoré de este género que llega a millones de personas en todas partes del mundo.
Después, cuando llegó la televisión, escribí para la televisión. Pero en Cuba no se escribía telenovela de continuidad. Eran unitarios. Yo escribía un programa que se llamaba Miércoles de amor Palmolive. Un día, mi productora me dijo: “Qué tú crees, si escribes una novela de continuidad, como las soap opera americanas”. Y entonces escribí la primera historia de continuidad de toda Latinoamérica, que se llamó Hasta que la muerte nos separe.
mía— ¿Cómo se vinculó con las producciones venezolanas?
Fiallo— Salimos de Cuba el 23 de diciembre de 1966 (ella junto a su esposo y sus cinco hijos). Imagínate, los muchachos llorando por su almohadita, su perro, todas las cosas a las que estábamos renunciando para siempre. Y decidimos quedarnos aquí en Miami.
Entonces (un amigo) nos localizó y me preguntó: “¿Tienes algo para venderme?” Y ahí empezó mi relación de trabajo con Venezuela.
Yo pensé: “¿Cómo, una escritora cubana que vive en Miami va a escribir una novela venezolana?” Y me dije: “Bueno, ese es mi problema”. Entonces releí, porque ya la había estudiado, la buena literatura venezolana. Me sentaba en los parques a oír a hablar a la gente, les preguntaba a los estudiantes cómo hablaban ellos y me hice un diccionario de giros idiomáticos.
- Afiches promocionales de telenovelas que escribió Delia Fiallo cuelgan de las paredes de su casa, en Miami, Estados Unidos. Incluso hay algunos en japonés.
mía— ¿Qué mató a la telenovela?
Fiallo— Yo no sé si han dañado al género las malas versiones de novelas clásicas. Los refritos. Por ejemplo, la primera preocupación mía cuando terminaba un proyecto era “y ahora qué hago”. ¡Porque todo está hecho! Entonces, trataba de buscar algo novedoso o un aspecto diferente de algo que ya hubiera sido muy tratado. Por ejemplo, Kassandra era la novela del circo. Nadie había escrito la novela del circo. Y nadie había escrito la novela del mar, María del Mar. Y así iba buscando una temática alrededor de un ambiente o de una situación.
La narconovela también le ha hecho mucho daño. Si la novela de circo, Kassandra, triunfa, los productores dicen: “Ay, a la audiencia le gustan las novelas de circo”. ¡Pero no podemos escribir 16 novelas de circo! ¡No podemos escribir 16 novelas con protagonistas ciegas! Y yo creo que vamos por más de 16 novelas de narcos, una detrás de la otra, cuando ya está saturada esa temática.
Además, con esa cosa de ver en una noche 10 capítulos, cinco, 20, se perdió también ese encanto que tenía el suspenso.
Perfil
Nació en La Habana el 4 de julio de 1924. Estudió Filosofía y Letras. Obtuvo un doctorado en 1948. Al año siguiente comenzó a escribir radionovelas, hasta que se trasladó a Miami con su esposo y su cinco hijos, desde donde escribió guiones de telenovelas para televisoras de Venezuela durante 18 años. Ahora se dedica a escribir los libretos de sus historias.
Fuentes: AFP (Leila Macor), EFE Y El País.
Fotos: AFP