Chile anula el sistema electoral de Pinochet
Reforma. Lo proporcional reemplaza lo binominal
Un cuarto de siglo después de la salida del general Augusto Pinochet del poder, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, promulgó ayer la ley que cambia del sistema electoral binominal de la dictadura por uno proporcional. “Hoy es un gran día para la democracia y un día feliz para los ciudadanos y ciudadanas de nuestra patria. Hemos esperado un cuarto de siglo para este momento”, dijo la Mandataria al abrir la solemne ceremonia que tuvo lugar en La Moneda, el emblemático palacio escenario de la historia reciente del país.
Esta reforma se había convertido en el anhelo frustrado de los cuatro presidentes de la Concertación: Patricio Aylwin (1990-1994), Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), Ricardo Lagos (2000-2006) y la propia Bachelet en su primer mandato (2006-2010).
Pacto. Incluso Sebastián Piñera, único presidente que ha tenido la derecha en el último cuarto de siglo, se mostró a favor de una reforma que nunca hasta ahora logró cuajar, debido, precisamente, a que el sistema otorgaba una representación desproporcionada a los parlamentarios ultraconservadores.
“La democracia ha hecho posible derrotar aquello que la dictadura quiso hacer eterno; rompemos así con esa herencia que ahogaba la vida republicana”, enfatizó Bachelet. La ley que elimina el sistema electoral binominal y fortalece la representatividad del Congreso Nacional fue aprobada a fines de enero tras una larga negociación entre la coalición gobernante y sectores moderados de la oposición.
Si bien es cierto que la holgada representación parlamentaria obtenida por el oficialismo en los últimos comicios legislativos abrió las puertas a la posibilidad de derogar el sistema binominal, también lo es que numerosos legisladores de la derecha se sumaron al acuerdo, haciendo más expedito el camino hacia la reforma.
“Esta victoria no se debe a la imposición de un sector sobre otro, sino al diálogo entre distintas sensibilidades políticas”. Pero la tan ansiada reforma llega en uno de los momentos más delicados en lo que a la confianza ciudadana en las instituciones se refiere, debido a los recientes escándalos financieros que han sacado a la luz una insana relación entre poder y negocios.
Esta situación no pasó desapercibida en la ceremonia, la Jefa del Estado aludió en su discurso a que “la ciudadanía quiere que sus anhelos estén legítimamente representados en los más altos quehaceres del Estado”.
“Podemos comenzar ahora una nueva etapa en nuestra historia, la etapa en la que políticos y ciudadanos reconstruyamos las confianzas mutuas, que son la base de nuestra cohesión, convivencia y gobernabilidad”, aseguró Bachelet, cuya popularidad ha caído debido a los escándalos de corrupción que sacuden a la clase política e incluso a su familia.
Por eso es necesario no solo otro sistema electoral, sino “también una ley clara de financiamiento de las campañas y los partidos políticos; con mayores exigencias para el lobby y para evitar los conflictos de interés; con mayores fiscalizaciones y sanciones en casos de corrupción”.