Los iraníes del Kurdistán iraquí cuentan la represión en su país
Las manifestaciones empezaron luego de la muerte de Mahsa Amini, que falleció tres días después de su detención en Teherán por llevar el velo de manera "inapropiada".
Mujeres en protesta por la muerte de Jhina. Foto: AFP
Imagen: AFP
Mientras siguen las manifestaciones en Irán tras la muerte de una joven kurda, los iraníes que trabajan en la vecina región del Kurdistán iraquí hablan con temor de la represión en su país.
Estos iraníes kurdos que visitan a sus familiares o buscan trabajo hablaron con la AFP en Penjwen, una ciudad del Kurdistán iraquí a diez kilómetros de la frontera, pero pidieron el anonimato para hablar de las protestas en su país.
Las manifestaciones empezaron el 16 de septiembre tras la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, que falleció tres días después de su detención en Teherán por llevar el velo de manera «inapropiada».
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Desde entonces, se vieron en las redes sociales vídeos con mujeres quemando sus velos o manifestantes coreando consignas contra el líder supremo iraní, Alí Jamenei.
«Las manifestaciones comienzan por la tarde y se prolongan hasta la mitad de la noche», dice Kawa Krimi (nombre cambiado), un hombre de unos 50 años procedente de Marivan (Irán).
En Mariván, ni las detenciones ni los disparos de las fuerzas de seguridad que hirieron a un chico en la cabeza, según él, fueron suficientes para debilitar la movilización, dijo.
Vestido con el tradicional sarouel holgado, espera en Penjwen un autobús que le lleve a reunirse con su familia en Suleimaniyah, una gran ciudad del Kurdistán iraquí.
A su alrededor hay decenas de jornaleros kurdos del noroeste de Irán. El mismo origen que Mahsa Amini, cuyo nombre de pila en kurdo es Jhina.
«En protesta por la muerte de Jhina»
Los intercambios entre el Kurdistán iraquí y el iraní son vitales y constantes. Todos hablan el mismo dialecto kurdo y muchos tienen parientes en ambos países. Este sábado, en Erbil, capital del Kurdistán iraquí, varios centenares de personas se manifestaron, portando fotos de Mahsa Amini y denunciando la represión.
Al menos 35 personas han muerto en las protestas, según el último balance de la televisión estatal iraní.
Pero el número de víctimas podría ser mucho mayor, según la oenegé opositora Iran Human Rights (IHR), con sede en Noruega, que habla de al menos 50 muertos en la represión de las fuerzas de seguridad.
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Los iraníes kurdos en Penjwen se niegan a hablar ante las cámaras, por temor a ser interrogados por los servicios de inteligencia o detenidos a su regreso a su país. Cuando hablan de Mahsa Amini, utilizan su nombre de pila kurdo, Jhina.
En un campo cercano a Penjwen, Kochar carga tomates en una furgoneta con otros jornaleros.
El joven lleva dos días en Irak, dejando atrás los disturbios en Mariván.
«La mayoría de los manifestantes son hombres y mujeres jóvenes», dice. «Están mostrando retratos de Jhina a las fuerzas [de seguridad] y coreando consignas contra la República Islámica frente a la oficina del gobernador de la ciudad», añade Kochar.
También menciona el cierre de negocios desde el lunes, «en protesta por la muerte de Jhina y la política de la República Islámica».
Este joven de 27 años permanecerá en el Kurdistán iraquí trabajando durante un mes.
«Mujer, vida, libertad»
«En nuestras regiones no hay trabajo», lamenta Kochar. «Y aunque encontremos trabajo, nos pagan la mitad que en el Kurdistán iraquí».
En Penjwen, Azad Huseini está a punto de regresar a su casa en Suleimaniyah, tras diez días en su Irán natal, en Baneh.
Este carpintero dice que no participó en las concentraciones aunque estuvo cerca de una manifestación en la que la policía utilizó gases lacrimógenos, porras y munición real para dispersar a los manifestantes equipados con «palos y piedras».
«Coreaban ‘Muerte al dictador’, ‘Mujeres, vida, libertad’, dijo, hablando de retratos quemados del líder supremo iraní.
Según Huseini la ira se explica por «la difícil situación económica que atraviesa Irán», y cita también «la represión de las libertades, especialmente las de las mujeres, y los derechos del pueblo iraní, que han llevado a la implosión de la situación».
«No creo que las manifestaciones en las ciudades iraníes terminen pronto», concluye.