Para sus colegas, Anamar era divertida y toda una celebridad
Los periodistas que trabajaron con Ana María Romero contaron algunas de las anécdotas que la muestran como una profesional excepcional y muy carismática
Los colegas comunicadores que conocieron o acompañaron la vida profesional de Ana María Romero de Campero aseguran que fue una líder y referente, una celebridad que firmaba autógrafos, pero que también podía preparar comida para los huelguistas. En resumen, una mujer de ñeq’e.
Gabriela Ugarte, comunicadora de la Fundación Unir (programa para reflexionar sobre temas de información, negociación, diálogo y deliberación), contó a La Razón que la ex Defensora era «como una estrella de rock. Siempre que iba por la calle la saludaban, se sacaban fotos con ella, querían su autógrafo, la querían tocar. Mucho tiempo después que dejó la Defensoría, la gente todavía se le acercaba para contarle sus penas y pesares».
Otro de las cosas que recuerda Ugarte en el trabajo de la Fundación es que Anamar era una compañera de trabajo y no sólo la jefa. «En los eventos, ella era la última persona en irse, no era de aquellas que terminaba y se iba. Recogía las cosas y ahí podías darte cuenta de la grandeza de espíritu que tenía; su humildad siempre estaba presente».
El mensaje que nunca olvidará y que se lo repitió hace dos semanas es que «las mujeres y los niños tienen que hablar más fuerte. En cada pasaje que vivíamos era muy consecuente con sus principios».
Bromista. El comunicador José Luis Aguirre, director del Servicio de Capacitación en Radio y Televisión de la Universidad Católica Boliviana (Secrad), recordó que el 2003 se organizó una plataforma denominada «Por el derecho a la comunicación» y para presentarla en la Cumbre Mundial de la Información en Ginebra, Suiza, se pidió a Anamar que participe en las reuniones. «El tema para ella eran las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación). Ella lanzó una carcajada y dijo que la habíamos convocado porque tenía un tic». Romero bromeó sobre el tema relacionándolo con el mal de Parkinson que padecía desde hace años.
«Era una líder, una persona tremendamente franca y te decía las cosas que pensaba con mucha claridad, inclusive las buenas o malas, a algunos que la conocíamos. Hay que recordar que fue una de las primeras en formarse en la carrera de Comunicación de la Universidad Católica», acotó.
La comunicadora Ana María Benavides, quien la acompañó en su rol de Defensora del Pueblo, reveló que junto a ella vivió un sin fin de anécdotas. «Cuando el terremoto en Aiquile y Totora, fuimos desde Cochabamba en una avioneta que era una lata para llevar ayuda humanitaria y solidarizarnos con la gente del lugar. Eso fue muy impactante».
Comprometida. Otro de los episodios que recuerda fue el que aconteció en el año 2000, cuando Felipe Quispe, el Mallku, protagonizó un bloqueo de carreteras y dejó desabastecidas a La Paz y El Alto. «El país entero esperaba el resultado de las negociaciones en Cáritas (institución de la Conferencia Episcopal Boliviana). Anamar no se movió para nada en plena negociación. Los ministros se levantaban a comer algo, también los dirigentes campesinos, pero ella estaba redactando y viendo qué puntos más se podían incluir en el pliego petitorio».
Para Benavides, lo más impactante de las acciones de Anamar fue su intervención en el intercambio de rehenes de la Superintendencia de Bancos, cuando los pequeños prestatarios tomaron el edificio y amenazaron con dinamitar a los funcionarios. Romero actuó como intermediaria. «Se resolvió el conflicto, era una líder innata».
Valiente. La comunicadora Mabel Azcui coincide con sus colegas y agrega que Anamar era una mujer de ñeq’e (de fuerza y carácter). Una de las experiencias que nunca olvida es la del año 1985, cuando tras el cierre de empresas estatales, miles de mineros quedaron sin trabajo. «Ese año, Anamar impulsó que se retome el Círculo de Mujeres Periodistas para apoyar a las mujeres mineras que llegaron en marcha hasta El Alto y estaban en carpas».
«Hicimos una campaña para recolectar dinero para comprar ollas y cocinas. De ese modo cocinamos en ollas comunes. Anamar apoyó en la distribución de comida. Era una forma de ayudar a las mujeres», contó Azcui.
La colega lamenta mucho lo sucedido. La última vez que habló con ella, afirma, estaba muy delicada de salud. «A pesar de eso, tenía la esperanza de que todo iba a pasar para trabajar por el país».
En otra de las acciones que reflejan su compromiso con la población, Romero realizó una huelga de hambre contra el gobierno del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Ocurrió en octubre del 2003 y la huelga fue una protesta por la represión militar que se ordenó contra la población civil de la ciudad de El Alto, lo que dejó un saldo de 67 muertos y centenares de heridos.
Fundadora de Unir
Fue fundadora de Unir Bolivia y su primera directora ejecutiva, elegida durante cuatro gestiones consecutivas (2005 a 2008). A lo largo de su gestión se sentaron las bases institucionales para posicionar a Unir en las líneas de acción de negociación y diálogo.
Premio en periodismo
Ana María Romero recibió el Premio Nacional de Periodismo, el premio de la Fundación Ballivián y la Medalla Bautista Saavedra por la defensa de los intereses públicos, entre otras distinciones. Fue la primera Defensora del Pueblo.