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Tuesday 21 May 2024 | Actualizado a 19:14 PM

Las iglesias evangélicas se instalan en el eje central

Informe. En la Cancillería están registradas 341 congregaciones no católicas

Por La Razón

/ 10 de julio de 2011 / 05:00

En La Paz están instaladas 147 congregaciones religiosas, mientras que  en Santa Cruz 87 y en Cochabamba 74. Potosí y Sucre tienen, cada una, cinco de estas organizaciones; Oruro 8; Beni 7 y en Pando, por lo menos de manera oficial, no se tiene registros.

El presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos de Bolivia (Andeb), Tito Montero, explicó que la masiva inscripción de iglesias no católicas en el eje troncal es por la cantidad de creyentes que existen en estas regiones del país.

«Según nuestros datos, el 25% de los bolivianos pertenece al conjunto de nuestras iglesias», explicó.
El censo del 2001 revela que de  los 10.000.000 habitantes aproximadamente, el 78% de la población es católica, el 16% protestante o evangélica, el 3% profesa otras religiones de origen cristiano, 2,5% no practica ninguna religión y menos del 0,2% declara una afiliación con religiones no cristianas.

La Constitución Política del Estado, vigente desde febrero del 2009, garantiza la libertad de culto. «El Estado respeta y garantiza la libertad de religión, y de creencias espirituales de acuerdo con sus cosmovisiones. El Estado es independiente de la religión», refiere el artículo 4.

Al menos 21 organizaciones religiosas de La Paz tienen como sede de sus funciones El Alto, entre ellas el Centro Espiritual Amor y Hermandad, Iglesia Evangélica Casa de Oración, Iglesia Evangélica Nacional Estrella, Iglesia Nacional Santidad Cuáqueros, Iglesia Pentecostal Nacional, Iglesia Pentecostés de Bolivia y Misión Pentecostés de Bolivia.

Están registradas en el país 23 doctrinas confesionales, entre las que se encuentran la adventista, budista, cuáqueros, calvinista, ecuménicos, espirituales, esoterismo, espiritistas,  evangélicos, gnósticos, islámico, interdenominacional, luterana, metodista, menonita, oriental, oriental hinduista, pentecostal, presbiteriana, rosacruces, sintoísta, testigos de Jehová y wesleyanos.

Para el sociólogo Carlos Cordero, este fenómeno se debe a que la nueva Constitución declara a Bolivia como un Estado laico. «Esto se plasma en que más del 90% de las congregaciones no católicas estén inscritas en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, donde hay mayor población».

En el registro nacional de cultos también se destaca observaciones como la ausencia de informes de gestión, de actividades y de documentación legalizada de algunas instituciones religiosas. En noviembre del 2010, la Cancillería pidió a 60 cultos sus informes de actividades anuales y movimientos económicos, caso contrario perderían su personería jurídica.

Montero explicó que, evidentemente, existen trámites pendientes que no pueden ser regularizados debido a la falta de un reglamento. «La Cancillería paralizó todo trámite, creo que es por la falta de la normativa, pero de todas formas nuestras iglesias tienen la intención de actualizar su documentación», sostuvo.

El diputado y jefe de bancada del Movimiento Al Socialismo (MAS), Edwin Tupa, consideró necesario regular la labor de los cultos en Bolivia, sobre todo por los recursos económicos que administran. Una iniciativa de regulación quedó sin efecto porque las organizaciones evangélicas y cristianas rechazaron la propuesta de  regular los diezmos que reciben por parte de sus fieles.

Estudio de religiones en Bolivia

Según el informe sobre Libertad Religiosa Internacional publicado el 2010, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene al menos 185.000 creyentes en el país. El estudio refiere que hay 1.000 musulmanes en Bolivia, tanto convertidos como inmigrantes. Estos creyentes tienen mezquitas en las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. La comunidad judía tiene 650 miembros y está extendida por todo el país. Existen sinagogas en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

La Iglesia Católica y sus actividades

Según el registro de la Unidad de Cultos y ONG del Ministerio de Relaciones Exteriores, existen al menos 229 instituciones de la Iglesia Católica en el país, entre centros educativos, casas religiosas y órdenes católicas.

En La Paz están inscritas 70, mientras que en Cochabamba   se apuntaron 58 instituciones y en Santa Cruz, 42, que hacen el 74 por ciento del total de instancias dependientes de la Iglesia Católica. El informe fue desarrollado el 2007 y está publicado en la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores

En la lista oficial están inscritas las congregaciones jesuitas, los franciscanos, las hijas de María Auxiliadora y los colegios Sagrado Corazón de Jesús y San Agustín, entre otros.

Sobre los recursos económicos que administra y su destino, se informa que  Santa Cruz concentra el 40 por ciento del aporte que destina la iglesia a la educación boliviana. El 30 por ciento del presupuesto de salud también va a ese departamento.

El Gobierno coopera con ítems para las áreas de salud y educación. El convenio marco, firmado el 20 de agosto del 2009 entre el canciller David Choquehuanca y el Cardenal Julio Terrazas, refiere «la necesidad de asignar recursos humanos (ítems) a las obras educativas, de salud y hogares, incorporados en el techo presupuestario de cada una de ellas, no pudiendo los mismos ser transferidos ni utilizados en otro fin». Hasta antes de la vigencia de la actual Constitución, el Estado reconocía y sostenía la religión católica, apostólica y romana.

Evangélicos rechazan se regule diezmos

Dicen que creyentes aportan al Estado antes de dar la ofrenda

El presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos de Bolivia (Andeb), Tito Montero, considera que los montos económicos que perciben por concepto de diezmos no deben ser sujetos a tributación. Argumenta que sus creyentes aportan al Estado antes de donar a sus congregaciones.

«Hay una falta de información sobre este tema en el Estado. Los fondos que se recaudan ya han pagado sus respectivos impuestos. Es decir, lo que paga la gente es de haber cumplido sus responsabilidades con el Gobierno, de lo que tienen, de ahí dan, entonces no tendríamos que dar una tributación más de lo que se ha dado», explicó Montero.

Sin embargo, adelantó que pedirán una reunión con autoridades del Ministerio de Economía y de la Cancillería para explicar este aspectos de los diezmos. «Está dentro los planes esta cita para aclarar este punto. Como cristianos queremos cumplir con nuestros deberes y no queremos que nos pongan una carga más que no corresponde», sostuvo.

En noviembre del 2010, la Unidad de Cultos, dependiente de la Cancillería, redactó un proyecto de Reglamento de Cultos, en el que se establecía un control financiero a los diezmos y ofrendas en  iglesias evangélicas y cristianas.

Según Montero, este proyecto fue anulado después de que su institución se reunió con el presidente Evo Morales, en diciembre del 2010. «El Mandatario nos pidió elaborar un proyecto de ley que se denomina Libertad de Religión. Pretendemos entregarlo en un mes al Ejecutivo, luego de un proceso de socialización con nuestras iglesias», explicó.

Anticipó que en el proyecto se establecerá que los diezmos que aportan los fieles pasaron por un control tributario, por lo que no compete su fiscalización. Además exigen un trato igualitario.

«Pedimos igualdad de trato. No nos toman en cuenta, nos tildan de instituciones sin fines de lucro y no como organizaciones religiosas. Según un último estudio somos el 25% de la población boliviana», afirmó Montero.

La Constitución Política del Estado, vigente desde febrero del 2009, declara que el Estado es independiente de la religión, mientras que la antigua Carta Magna de 1961 establecía en parte de su artículo 3 que la religión oficial era » la católica, apostólica y romana».

Montero espera que en breve esté concluido el Reglamento que encomendó el Ejecutivo. Evitó dar mayores detalles, pero dijo que el Reglamento se ajustará al espíritu de la Constitución.

No existen proyectos de ley

Fuentes del Ejecutivo y Legislativo informaron que no tienen en sus planes redactar una norma para regular el trabajo de los cultos en Bolivia. El director de Descolonización, Idon Chivi, informó que no trabajan sobre este tema. Similar información facilitó el diputado Edwin Tupa, del Movimiento Al Socialismo

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Dilemas opositores

Por La Razón

/ 19 de mayo de 2024 / 00:12

Un reciente estudio de opinión pública realizado por el Celag en el país revela importantes percepciones respecto a la oposición política. Estos datos son significativos en medio de los dilemas de las dirigencias opositoras en torno a su reiterado discurso de unidad versus sus prácticas divisorias. Corre cuenta regresiva para las definiciones rumbo al próximo ciclo electoral.

 La encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) incluye tres preguntas sobre el campo de la oposición. Las tres son críticas. La primera tiene que ver con la mentada unidad. ¿Podrá la oposición política unificarse para las elecciones generales 2025? Solo el 28% de las personas consultadas cree que habrá unidad. Hay, pues, un sentimiento mayoritario de escepticismo respecto a la posibilidad de que la oposición logre un candidato único o un frente amplio.

La segunda pregunta se refiere a la expectativa de los votantes opositores sobre el candidato o dirigente más capacitado para derrotar al MAS en las urnas. El 58% de los encuestados espera un candidato nuevo, reniega de las actuales opciones o no sabe. El apoyo a los candidatos en escena (Reyes Villa, Mesa, Cuéllar, Camacho, algún empresario) es muy bajo y estadísticamente irrelevante. No son buenas noticias para la oposición: la gente ve división y ausencia de un liderazgo ganador.

La tercera indagación de opinión pública del Celag es la más sensible. Casi dos tercios de las personas consultadas, nada menos, afirma que cuando la oposición pierde elecciones “no reconoce su derrota y está dispuesta a generar violencia”. Esta conducta antidemocrática de no reconocimiento del resultado electoral y falta de respeto a la institucionalidad, quizás se deba a que algunos candidatos opositores proclaman “fraude” cuando pierden elecciones. Y a veces lo hacen por anticipado, como en 2019.

Estas percepciones mayoritarias de la ciudadanía respecto al actual campo de la oposición son preocupantes. Más todavía en el actual contexto, degradado y contaminado por la división interna en el oficialismo. Y nos lleva a preguntar en qué condiciones llegará el país al próximo ciclo electoral: con un MAS-IPSP fracturado, muy lejos de ser nuevamente un partido dominante; y una oposición fragmentada, que reafirma su debilidad, su carencia de líderes y su falta de propuestas. El escenario es incierto.

Una democracia de calidad requiere partidos democráticos, líderes representativos y sólido pluralismo político, entre otras condiciones. Ello implica que tanto el oficialismo como las oposiciones deben consolidar sus estructuras partidarias, renovar liderazgos y, en especial, diseñar proyectos de futuro y plataformas programáticas. Nada de eso ocurre a poco más de un año de las elecciones 2025. Hoy la disputa política, entre la división, la polarización y la fragmentación, está concentrada en las minucias. Urge cambio de rumbo.

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Riesgo de convulsión

De nada sirvieron las escasas y tardías explicaciones de algunas autoridades, el rumor había echado raíces

Por La Razón

/ 16 de mayo de 2024 / 06:25

En menos de una semana, el Gobierno promulgó un decreto supremo y lo abrogó debido a amenazas de movilizaciones y actividades de protesta contra la norma, que, como tantas otras, no había sido promocionada y mucho menos socializada, lo cual permitió que circule abundante desinformación que galvanizó las posiciones de rechazo. El Gobierno dio el paso atrás para evitar la “convulsión”.

Se trata del DS 5143, creado, según autoridades de gobierno, para transparentar los trámites de propiedades en las oficinas de Derechos Reales y desburocratizar el procedimiento, que actualmente puede tardar hasta dos o tres años. Según el viceministro de Defensa del Consumidor, el decreto disponía la bancarización, para pagos en línea, y la interoperabilidad, para el cruce de información entre gobiernos municipales, el Servicio General de Identificación Personal (Segip) y el Servicio de Registro Cívico (Serecí); además, se trataba de la actualización de un decreto promulgado durante el gobierno de Carlos Mesa en 2004.

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Nada de esto es lo que se discutía en las calles y centros de reunión de opositores: se especuló que el decreto serviría para posibilitar la intromisión del Estado en la administración y la tenencia de la propiedad inmueble de privados o que exigiría una nueva certificación para trámites de compra-venta. De nada sirvieron las escasas y tardías explicaciones de algunas autoridades, el rumor había echado raíces y se multiplicaban las amenazas de movilizaciones.

Más tardó el Presidente en anunciar la abrogación de la norma que los líderes de las únicas dos fuerzas políticas con representación parlamentaria en salir al espacio público y celebrar la “derrota” del Gobierno. En tiempos de política de suma cero, poco o nada importa la relevancia o necesidad de políticas públicas: todo se reduce a imponer las ideas propias y evitar a cualquier costo las opuestas. Agréguese a ese estado de cosas una gestión gubernamental llena de contradicciones y se produce lo que tantas veces se ha lamentado en este mismo espacio: pérdida de confianza de la población en las instituciones gubernamentales.

La creciente conflictividad, las dirigencias opositoras claramente orientadas a la solución por el desastre y la incapacidad gubernamental para crear y sostener alianzas y consensos (excepto cuando se trata de apropiarse del partido político), son un buen caldo de cultivo para la convulsión, lo cual no significa que haya, en realidad, planes para provocarla y forzar la caída del Gobierno.

En tiempos cuando menudean los discursos desinformadores y polarizadores, además de la memoria reciente de hechos sediciosos, es tentador acusar a la oposición, o a agentes no identificados, de buscar la convulsión; sin embargo, también suele ser evidente que los conflictos pueden ser fabricados con el propósito de influir sobre el ánimo de la población. Identificar quién gana más con la polémica, el conflicto y la abrogación del mentado decreto serviría para señalar quién es el más interesado en que haya miedo por la amenaza de convulsión.

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Día del Periodista

Por La Razón

/ 12 de mayo de 2024 / 00:57

El 10 de mayo, las y los periodistas de Bolivia recordamos nuestro día. ¿Hay algo que celebrar?, nos preguntamos. Y sí, existen motivos. Pero también hay nubarrones para el oficio. Por ello, más allá de los homenajes, fue un día de balance y reflexión. ¿En qué condiciones realizamos nuestra labor? ¿Cuánto aportamos a la conversación pública en democracia? ¿Cómo nos ve la sociedad?

Hace más de ochenta años, en 1938, el presidente Germán Busch promulgó un decreto supremo – luego elevado a rango de ley– que creaba la Caja de pensiones, jubilaciones y montepíos de los trabajadores asalariados de la prensa. No fue una concesión, sino una conquista como resultado de años de exigencia de derechos. Así, el 10 de mayo fue declarado Día del Periodista. Tiempo después, en 1953, un decreto supremo del presidente Víctor Paz Estenssoro estableció ese día como feriado para los periodistas.

De ese modo, cada 10 de mayo las y los periodistas revindicamos nuestro oficio y recibimos homenajes, salutaciones, reconocimientos. Es como un día destinado a elogiar el lugar que ocupa el periodismo en una sociedad democrática. Celebramos pues que, pese a dificultades y condiciones adversas, seguimos en el empeño diario de brindar información y opiniones como insumo para la deliberación colectiva. Sostenemos asimismo la necesidad de garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.

Pero el Día del Periodista es, o debiera ser, además, una ocasión propicia para el balance, para mirarnos puertas adentro y evaluar nuestro desempeño. Este ineludible ejercicio frente al espejo no puede ser autocomplaciente ni tampoco de solo flagelación, sino autocrítico. Para empezar, es importante evaluar las condiciones difíciles, a veces precarias, en las que estamos realizando nuestro trabajo, en un contexto donde las nuevas tecnologías digitales plantean serios desafíos a los medios de comunicación.

Es preocupante asimismo para el oficio periodístico el escenario de crisis no solo político-institucional en el país, sino también la complicada situación económica. Trabajamos en medio de la incertidumbre, sin horizonte de futuro. Y somos parte de la persistente polarización, que bloquea el diálogo plural y dinamita los puentes de encuentro. Diferentes estudios de opinión señalan que la ciudadanía y los liderazgos ven a los medios como promotores del enfrentamiento. Y hasta nos perciben como actores políticos.

¿Cuánto estamos contribuyendo, en el día a día, a la convivencia en democracia? ¿Cómo mejorar nuestras condiciones de trabajo, libres de presiones y amenazas? Y la pregunta esencial: ¿estamos haciendo buen periodismo, conforme a nuestros códigos de ética o, más bien, un periodismo instrumental, con arreglo a nuestra propia agenda y otros intereses? Hay que celebrar el Día del Periodista con llamamiento urgente para cuidar el oficio y, entre otras cosas, frenar la degradación de nuestras asociaciones. 

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El MAS y la crisis

La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos

Por La Razón

/ 9 de mayo de 2024 / 06:39

Para nadie debe ser desconocido que el Movimiento al Socialismo (MAS) es la fuerza política más importante de las últimas décadas y el único partido con estructura y potencia suficientes para intervenir en todas las esferas de la vida pública. Sin embargo, precisamente por estos atributos, la feroz lucha que han desatado sus dirigentes no solo afecta al partido, sino a todo el Estado.

Más tardó en terminar el X Congreso del partido, el domingo, en la ciudad de El Alto, convocado por el “ala arcista” del partido, que portavoces del “ala evista” en descalificar el encuentro de la peor forma posible y amenazar con todo tipo de recursos, legales y no, para impedir que las decisiones acordadas lleguen a materializarse.

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No es para menos: se ha elegido a un nuevo jefe nacional del partido, honor que recayó en Gróver García, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), afín al presidente Arce, y se ha decidido revisar el estatuto del MAS para eliminar la disposición que concede la dirección vitalicia del partido al expresidente Evo Morales y para eliminar la restricción de antigüedad como militante para asumir cualquier candidatura.

Para que el congreso masista pudiese llevarse a cabo y que contase con la presencia de veedores del Tribunal Supremo Electoral (TSE), hizo falta que una Sala Constitucional de La Paz ordenase al Órgano Electoral cumplir con el artículo 30 de la Ley de Partidos Políticos. Entre analistas y opinadores de todas las tendencias hubo consenso en que se trata de un nuevo “fallo a la carta”, de los que menudean desde que los magistrados del Órgano Judicial decidieran autoprorrogarse.

A esta evidente muestra de injerencia de un órgano sobre otro (primero el Ejecutivo sobre el Judicial y luego éste sobre el Electoral), se suma la cantidad de ocasiones en que delegados y portavoces del evismo han descalificado al TSE y sus resoluciones por ser contrarias a sus intereses y expectativas. La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos.

Súmese a este estado de cosas la previsible pugna que se desatará en la Sala Plena del TSE cuando algunos vocales intenten incidir en favor de uno u otro aspirante a candidato. Entonces, las acusaciones y descalificaciones que hoy se sugieren, serán amplificadas, dañando de manera feroz la credibilidad y reputación del órgano llamado constitucionalmente a administrar los procesos que dan sustento al sistema democrático boliviano y a dar legitimidad a las autoridades electas.

A estas alturas de la lucha es, pues, evidente que sin importar el tono y el contenido de los mensajes que una y otra facción del MAS publicitan, lo verdaderamente central para ambas partes es asegurar que el candidato propio llegue a la papeleta y/o que el contrincante no lo logre. Si para tal fin tienen que terminar de romper la institucionalidad del Estado, no dudarán en hacerlo, y eso son malas noticias.

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Democracia en riesgo

Por La Razón

/ 5 de mayo de 2024 / 00:34

La reciente decisión de una sala constitucional en torno al “congreso del MAS-IPSP” convocado por dirigentes de la facción arcista constituye una tosca injerencia en las competencias del TSE. Y cruza un límite que pone en riesgo no solo la institucionalidad electoral, sino la propia democracia. Es fundamental ponerle freno antes de que conduzca a una deriva autoritaria.

 Una de las condiciones fundamentales de un Estado de Derecho es la autonomía e independencia de los órganos del poder público, además de su separación. Cuando uno o más órganos se subordinan a otro o surge una especie de suprapoder, esa estructura y organización funcional del Estado se resquebraja. Asimismo, cuando el sistema de gobierno empieza a depender de decisiones arbitrarias e inconstitucionales, la democracia está en riesgo. Estamos transitando ese muy peligroso umbral en el país.

En nuestro proceso de construcción y reforma estatal, no es nuevo que el Legislativo dependa de los mandatos del Ejecutivo. Tampoco es raro que la administración de justicia esté subordinada al poder político y a poderes fácticos. Lo crítico es que surja un suprapoder que imponga sucesivos fallos por fuera del marco constitucional y pisoteando la institucionalidad democrática. Desde el año pasado hay un suprapoder en Bolivia que, en consorcio con actores políticos, opera desde el TCP y algunas salas constitucionales.

A punta de sentencias, declaraciones y autos constitucionales, y algunas acciones de defensa, un arriesgado suprapoder está llevando a límites insostenibles el funcionamiento de los órganos del poder público y del sistema de gobierno. Así, bloquearon las elecciones judiciales, suspendieron las funciones de fiscalización de la ALP, se autoprorrogaron, beneficiaron a terratenientes y ahora están emitiendo “instrucciones” sobre las organizaciones políticas y los procesos electorales. Es inaceptable.

Es muy complicado y sensible para el TSE gestionar las disputas internas en los partidos, en especial en este momento la batalla entre facciones en el MAS-IPSP. Debe hacerlo en estricto cumplimiento de la Ley de Organizaciones Políticas y de los estatutos partidarios. ¿Qué ocurre cuando una sala constitucional, desde su filiación política, impone acciones que violan la normativa y vulneran las atribuciones del organismo electoral? Eso es lo que acaban de hacer, sin sonrojarse, los vocales Campero y Angles.

En un pronunciamiento difundido este viernes, las autoridades del Órgano Electoral Plurinacional exigen con timidez el respeto a la independencia de poderes para garantizar la democracia en el país. No es una exigencia menor. En realidad, se está advirtiendo que, si magistrados y jueces continúan perforando el sistema y la institucionalidad electoral, la democracia boliviana está en riesgo. Es fundamental que la disputa política no termine derrumbando el orden constitucional y el régimen democrático.

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