Los retos y riesgos de medir las actitudes electorales
El 41% de los encuestados dice que ‘definitivamente votaría’ por Morales
Uno de los grandes retos de la investigación política tiene que ver con una adecuada medición de los comportamientos y actitudes de los ciudadanos frente a la decisión electoral. El acto de entrar a un aula y elegir entre un grupo de políticos al o la que dirigirá al país por cinco años es el resultado de una serie de procesos cognitivos y de intercambio social que siguen teniendo misterios incluso para quienes los estudian sistemáticamente desde hace varias décadas.
Las encuestas de intención de voto serán siempre ensayos imprecisos de medir actitudes que se caracterizan por su volatilidad e incertidumbre hasta el momento en que es demasiado tarde para seguir cavilando y se deposita el voto en la urna. ¿Cómo “fotografiar” entonces el estado de situación de la decisión electoral varios meses antes de la decisión final? Primero, hay que ser prudentes en el análisis de los datos y considerar que son aproximaciones imperfectas de la realidad. Segundo, usando de manera integral varias maneras de preguntar sobre la decisión electoral a los entrevistados. La pregunta “¿si las elecciones fueran mañana, ¿por cuál de los candidatos votaría Ud.?” puede sesgar la respuesta dependiendo de la actitud del encuestado.
Para resolver el anterior sesgo, se indaga también hasta qué punto los encuestados están seguros de votar o no por una determinada opción. Específicamente se les pregunta si “están decididos a votar definitivamente”; si “podrían hacerlo” y también si están “definitivamente” seguros de no hacerlo o si por el momento “no lo harían”. Como se puede observar, cada respuesta denota un nivel de seguridad y cierra o abre el margen a una decisión más meditada en el futuro.
Así, la encuesta de julio de Ipsos revela que el 9% definitivamente votaría hoy por Doria Medina, pero que 32% podría votar por él; para Juan del Granado las cifras son de 2% y 19%, respectivamente; para Jorge Quiroga, de 2% y 28%; y para Evo Morales, 41% que “definitivamente” podría votar por él si hoy fueran las elecciones y 28% que “podría votar” por él.
Esquemáticamente, se podría decir que el porcentaje de gente que dice que “definitivamente” votará por un candidato es lo que los estrategas llaman un “voto duro”. Mientras que las respuestas de que “podrían” votar son un indicio del potencial de crecimiento de cada candidato en lo que resta de la campaña electoral.
Finalmente, números más o menos, estas particularidades del uso y presentación de las encuestas nos deben ayudar a entender que un análisis serio de actitudes electorales debería recurrir a ambos datos y a otros más que los contextualizan y ayudan a evaluar su validez. La lectura de las encuestas de intención de voto y la información del ciudadano se enriquecen mucho al visualizar el conjunto de información que se obtiene de las decenas de preguntas que forman parte de una encuesta de opinión pública. Éste es justamente el enfoque que La Razón y Sociométrica ofrecen a los lectores. En todo caso, hay que ser prudentes y cuidarse de conclusiones definitivas; el proceso electoral apenas se inicia y hay que esperar los resultados de otras encuestas y de la segunda ola de Ipsos en agosto para tener más certezas, que estas páginas y sus colaboradores se encargarán de descifrarlas. Buen provecho.