Monique Chemillier-Gendreau: Bolivia busca salir al mar por efecto de la palabra empeñada
De nacionalidad francesa, participó en diversos procesos arbitrales ante la CIJ y colaboró con el Comité de Fronteras de Vietnam sobre límites con China y Camboya
“La necesidad de normalizar el acceso de Bolivia al Pacífico fue reconocido por Chile desde el momento mismo de la conquista del Litoral boliviano en 1879, que ha sido un hecho recurrente en las relaciones de ambos Estados antes y después del Tratado de 1904. Esto demuestra que en la fecha de entrada en vigor del Pacto de Bogotá el asunto no se había resuelto. En lo que respecta a las etapas de negociaciones que se llevaron a cabo después de la entrada en vigor del Pacto, se comprende el porqué Chile intenta retirarlas de la negociación. Los esfuerzos de Chile ponen de manifiesto también la razón en la que se encuentra ese Estado, debido a que los argumentos en los que se basa su objeción preliminar se contradicen insistentemente por sus propios comportamientos a lo largo de una larga historia (…)
Sabemos que el ataque militar chileno al entonces puerto boliviano de Antofagasta tuvo lugar el 14 de febrero de 1879, desde entonces las intenciones chilenas son muy claras, hacerse definitivamente de un Litoral. Al proceder a esta conquista tenía conciencia de que existía ahí una injusticia y no podía dejar en esas circunstancias. Domingo Santa María, primero como ministro de Relaciones Exteriores de Chile, en noviembre de 1879, decía: ‘No olvidemos por un momento que no podemos asfixiar a Bolivia, debemos ofrecerle en algún lugar un puerto que le pertenezca’.
Sin embargo, desde esa época el Estado chileno va a concebir la situación, que le permitirá conciliar su deseo de posesión del Litoral boliviano, que está muy decidido a conservar debido a su poderoso interés económico y el sentimiento de que no puede dejar a Bolivia en la situación de mediterraneidad. Esta línea se materializa por los tratados de 1895, esos instrumentos presentan una consistencia de conjunto. En cuanto a la segunda parte de la posición de Chile, no dejar a Bolivia en situación de mediterraneidad, Chile se compromete a lo largo de decenios a negociar esta cuestión de forma independiente de la consolidación de sus conquistas. Basándose en esas promesas de Chile, Daniel Sánchez Bustamante, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, resume la posición boliviana en 1910 ‘Bolivia no puede vivir cortada del mar’, haciendo eco a estas palabras, Emilio Bello, ministro chileno de Relaciones Exteriores, el mismo que firmó a nombre de Chile el Tratado de 1904, escribe en septiembre de 1919 que ‘Chile desea hacer todos los esfuerzos para que Bolivia adquiera su propio acceso al mar’ y añade que esto se dará independientemente de las estipulaciones del Tratado de 1904.
La misma línea aparece en el acta certificada del 10 de enero de 1920. Por nota chilena, el 6 de febrero de 1923, el Ministro chileno de Relaciones Exteriores dice que Chile está dispuesto a concluir al respecto un nuevo pacto que resuelva la situación de Bolivia, sin modificar el Tratado de Paz, y esto no se suscribió a la ligera. Por supuesto que el mismo ministro volvió al asunto en una nota del 22 de febrero del mismo año.
Como el futuro de los territorios conquistados a Perú no había quedado resuelto, el Gobierno de Estados Unidos debía servir entonces como mediador o árbitro, y Chile en un memorando del 23 de junio de 1926 propuso entonces la transferencia a Bolivia de una parte del territorio de Arica. (Finalmente, Chile y Perú firman el Tratado de Lima en 1929) (…).
Cuando el Pacto de Bogotá entra en vigor en 1948, las negociaciones entre los dos Estados, sobre la cuestión del acceso soberano de Bolivia al mar, quedaron abiertas (…). Así, esta etapa de negociaciones dio lugar a la nota de 20 de junio de 1950, por conducto de la cual el Ministro de Exteriores de Chile respondía al Embajador de Bolivia en Santiago que le había propuesto resolver la cuestión y ahí el representante de Chile declara que su gobierno siempre ha estado dispuesto y cito: ‘conservando la situación jurídica establecida por el Tratado de 1904 y negociaciones directas dispuestas a satisfacer las aspiraciones del Gobierno de Bolivia”. Éste es un intercambio de cartas, un acto de naturaleza bilateral y es el elemento central entre todos los actos de Chile y que fundamentan su compromiso con Bolivia. Las dos ideas claves están en ese intercambio de cartas de 1950 y se repiten en el memorando de 1961. Allí Chile afirma que siempre ha tenido la voluntad de preservar los compromisos del Tratado de 1904 y no obstante examinar directamente con Bolivia la posibilidad de satisfacer sus aspiraciones respecto de Bolivia y también tomando en cuenta los intereses de Chile. Estos contactos no tuvieron seguimiento positivo y así surgió una fase en 1975 después que los jefes de Estado se encontraran en Charaña y allí al correr una declaración común del 8 de febrero, los jefes de Estado utilizan la palabra resolver y lo que hay por resolver es claramente una cuestión que aún no ha encontrado solución. (Así aparece) la necesidad de consultar a Perú y la contrapropuesta realizada por Perú tuvo por consecuencia el estancamiento de la negociación.
Por último, quiero destacar ante la Corte, la manera en que Chile ha reconocido el carácter de la cuestión pendiente ante la Asamblea General de Estados Americanos. Fue así que Chile votó a favor de la resolución de la Asamblea General de la OEA fechada el 18 de noviembre de 1983. Se trataba ahí de la necesidad de una fórmula que diera a Bolivia un acceso soberano al mar (…).
OBLIGACIONES. Estos hechos son la emanación de la voluntad de un sujeto que en este caso es el Estado chileno y éste no puede ser el origen de declaraciones y luego declarar la realidad para construir una realidad distinta (…). Chile omite todos comportamientos que se le pueden atribuir y sin embargo la Corte no puede ignorar estos comportamientos.
El pueblo boliviano se ha visto privado de su litoral tras una guerra y no obstante quiere salir de la situación de mediterraneidad en la que se encuentra y busca hacerlo por la vía del derecho en respeto de la palabra concedida y sin poner en tela de juicio el Tratado de 1904. Sin embargo, ha escuchado con buena fe las declaraciones de Chile que desde fin de la guerra le asegura su buena voluntad en cuanto a dar un acceso soberano al Pacífico y puesto que ambas partes están de acuerdo (…) el obstáculo construido por Chile para justificar su objeciones es algo que aparece sin fundamento.
También trata Chile de orientar a la Corte a la percepción alucinatoria de lo que a él mismo le afecta, que al ser cegado por la luz del desierto de Atacama —que en otro tiempo fue boliviano— ve un espejismo ante la competencia de la Corte (…). Éstos se desvanecen ante la realidad y así los obstáculos inventados por Chile no tienen más realidad que las rosas de Atacama emanadas de la imaginación de Luis Sepúlveda. Estas rosas florecen una vez al año y luego, el sol de mediodía las calcina; éste es un evento que desde luego da gran satisfacción a los que aman la literatura, sin embargo, no puede ser el fundamento de una solución justa en un diferendo internacional, en un terreno que es un terreno concreto. Cuando los espejismos se desvanecen, la objeción preliminar pierde su consistencia y nadie puede venir a obstaculizar la plena aplicación del Pacto de Bogotá, cuyo artículo 31 se aplica aquí, sin que haya extensión supuestamente basada en el artículo 6 del mismo Pacto”.