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No hay autorregulación en los medios y las redes sociales rebasan el control y los filtros

Susana Bejarano y Claudia Benavente, en La Razón. Foto: Oswaldo Aguirre

Susana Bejarano y Claudia Benavente, en La Razón. Foto: Oswaldo Aguirre

Si bien un periodista puede decir lo que crea conveniente en sus redes sociales, que es un espacio público, está impedido de faltar con su mensaje a la ética. No hay autorregulación ni filtros que lo impidan.

La reflexión surgió este martes en la transmisión digital Piedra, Papel y Tinta, de La Razón, a propósito de extremos como el que protagonizó el otro día un periodista de El Deber, Marcelo Suárez, que insinuó que quien gatilló sin éxito ante la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández, debió “ensayar”.

Un tuit polémico

El tuit surgió luego de que el periodista argentino Carlos Montero comentara en la red social la destrucción “a balazos” de un monumento al expresidente Néstor Kirchner en Vedia, localidad de Buenos Aires, con un “odio al palo en Argentina”.

“Vandalizaron un monumento a Néstor Kirchner ¿fue atacado a balazos?”, titulaba la nota retuiteada por Montero.

Ante eso, Suárez respondió: “Eso faltó hacer al anterior, ensayar”.

No hay filtros

En criterio de la cineasta y comunicadora Verónica Córdova, el país y el mundo experimentan  “una etapa de la historia de las comunicaciones en la cual no existen los filtros tradicionales creados por le ética, la profesión o, por último, las autorregulaciones, que hacen que los medios controlen este de tipo de exabruptos”.

Las redes sociales son una “caja de resonancia sin control” y un “espacio abierto a todo de tipo construcción de narrativas violentas”, que se salen de control.

“¿Dónde están los límites de la libertad de expresión o de la moderación pública?”, se preguntó.

¿Y el medio?

Sobre el caso, la politóloga Susana Bejarano comentó que, si bien el periodista pudo haber cometido un extremo en su cuenta de Twitter, por su carácter de generador de información se convierte en influencia para el público.

Pero que el medio no diga nada, extraña; debió decir que “al menos que no suscribe esos comentarios”, comentó la profesional que conduce el programa Desacuerdo en la red RTP.

En su criterio, el periodismo nacional atraviesa “su peor momento”, que supera los “límites éticos que tienen que ver con el respeto a la vida”.

¿El gremio?

“Que las instituciones mandadas a proteger y a velar que los constructores y los generadores de noticias actúen en el marco de la ética no digan nada”, sorprende, comentó Bejarano.

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Ambas profesionales cuestionaron que las diversas instituciones que acogen a los periodistas del país no se hayan manifestado sobre el caso, menos hagan algo por situaciones similares.

Contó que, en un caso personal, cuando el diario Página Siete la acusó de ser parte de una red de negocios ilícitos, el Comité de Ética al que denunció el hecho no hizo nada.

Supuso que no hubo resultado porque parte de los miembros del órgano fiscalizador eran columnistas de ese periódico paceño.

Criterios

Córdova se preguntó sobre el caso y otros “qué criterios aplican las asociaciones de periodistas” y “en qué medida o hasta qué punto un medio puede matizar este tipo de situaciones para evitar que se dañe la dignidad de las personas simplemente porque se puede”.

La Ley de Imprenta, del 19 de enero de 1925, protege la libertad de expresión y su artículo 13 establece que “se delinque contra las personas individuales o colectivas en los impresos en los que se injurian directa indirectamente, sean o no falsas imputaciones injuriosas”.