Soria Galvarro, periodismo desde la mina y la trinchera contra las dictaduras
Carlos Soria Galvarro será galardonado con el Premio Nacional de Periodismo en la APLP
Carlos Soria Galvarro habló con Claudia Benavente en el programa Piedra, Papel y Tinta
Imagen: Rodwy Cazón
Es muy sensato, dice que le abruma tanto honor ante sus “aportes tremendamente modestos”. Sin embargo, Carlos Soria Galvarro es una institución del periodismo, carrera que forjó en las minas y al fragor de las trincheras durante las dictaduras.
Suele hablar de la “prehistoria” de su experiencia. Es que comenzó en la militancia en la izquierda, en la Juventud Comunista, en la que se ocupaba de la panfletería.
Nacido en Parotani, Cochabamba, el 17 de julio de 1944 (¡qué fecha!), llegó a Siglo XX, en Potosí, y pudo conocer allí a otros referentes de la historia política y sindical del país como Simón Reyes, Édgar ‘Huracán’ Ramírez y el propio Filemón Escobar.
Ahí, en las minas, cruzó la línea entre la política, la “panfletería” y el periodismo. “Crujía en mi interior el dejar de ser panfletero y ser periodista, que no implicaba abandonar la trinchera”, contó ayer en el programa Piedra, Papel y Tinta, de La Razón, el ahora Premio Nacional de Periodismo 2023.
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Periodismo y dictaduras
Hizo radio y editoriales, pero no pudo compartir el trabajo de la mina con sus compañeros. “Mi primer editorial, a pedido de los dirigentes, fue sobre la reforma universitaria. Había una violación flagrante a la autonomía, la universidad había sido censurada casi dos años”, recordó.
“Hay que darle más fuerte”, recordó que le dijo su compañero Gualberto Vega Yapura, director de radio 21 de Diciembre, que falleció en la toma de la Federación Sindical Única de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), aquel aciago 17 de julio de 1980, en el golpe de Luis García Meza.
Era entonces la dictadura del coronel Hugo Banzer Suárez.
Soria Galvarro, ahora columnista de La Razón, contó que en las minas había un fenómeno de comunicación: al despertar, los mineros primero encendían la radio. Un día, “prendieron radio Pío XII, no salía; La Voz del Minero no salía, 21 de Diciembre no salía y radio Llallagua, de los vecinos, tampoco”, recordó.
Era en 1974. La dictadura las había silenciado, pero en la bocamina los mineros se declararon en huelga sin la disposición de un liderazgo. Fueron 15 días.
“Y el gobierno se comprometió a devolver las radios que había destruido, poner en libertad a algunos dirigentes que había tomado presos y a los pocos meses tuvimos radios nuevas, mejores que las que había destruido”.
Duró poco
En enero 1976, “ya no destruyen las radios, las ocupan. Llegan de La Paz técnicos y locutores y hacen funcionar”, dijo.
Sin embargo, los años más duros los sufrió en la dictadura de García Meza. Recordó que fue expulsado del país “unas veces sí, otras veces voluntariamente”.
Pero el periodista dijo que la más dura expulsión que sufrió fue el día de sus cumpleaños en 1980, en la toma de la FSTMB. Se encontraba con Marcelo Quiroga Santa Cruz y dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB).
“Siempre cuento que, eludiendo el tiroteo, nos pusimos en el piso y Marcelo sacó un pequeño revólver, que parecía de juguete, y nos dijo: Esto es pretexto para que me limpien. Entonces, pasó de mano en mano, se lo tiró en unos escombros (la COB había bombardeada en el golpe de Natusch Busch). Era un revolvercito de juguete, Y se sacó la sobaquera más”, contó Soria Galvarro.
“Salimos manos en alto, a él lo sacaron de la fila; él forcejeó y regreso a la fila, y ahí lo dispararon.
Supo el hecho de voz de Cayetano Llobet (+). “Le pregunté dónde estaba Marcelo; me hizo la señal (ademán de muerte)”.
Luego, todos fueron llevados al Estado Mayor, en Miraflores. “Estuvimos echados 17 horas sobre el guano de caballos. A los pocos días, confinamiento a Puerto Caminos, sobre el río Beni, entre Rurrenabaque y Riberalta”, relató.
Cuatro meses después, fue exiliado a México. Recordó “un sello rojo que decía ‘expulsado de Bolivia por extremista subversivo’”.
Allí trabajó por más de un año y medio en El Periódico. Volvió al país en 1981, y su periplo también fue fatídico.
No pudo recibir reparación judicial. “Cuando se hizo la lista de reparación, los abogadillos que forman parte de esa comisión, cuando regresé al país, en octubre o noviembre de 1981, (me preguntaron) dónde está su documento de ingreso país”, dijo.
Exilio
Había vuelto de forma clandestina “vía Argentina para continuar en la lucha”. Los burócratas “no entienden, no te hacen valer; para ellos yo no estaba exiliado, porque no tengo sello de entrada”, reclamó.
Así se hizo periodista y, también historiador, célebre por recopilar la campaña de Ernesto ‘Che’ Guevara en Bolivia. Sin embargo, dijo que no quiere lo recuerden en el futuro solo por eso.
Hizo muchos aportes más a la historia, entre ellos relatos de periodismo como Coati 1972: relatos de una fuga. Es célebre su entrevista con Klaus Barbie, aquel criminal nazi expulsado e Francia y que vivió 32 años en Bolivia con el nombre de Klaus Altmann.
Su prolífica obra incluye decenas de libros, ensayos, entrevistas y conferencias.
En el umbral de su vida, acaba de ser honrado por la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP). Es uno más de las decenas de premios.
“Mis aportes son tremendamente modestos, no creo que sean grandes cosas. Yo me he sentido abrumado de formar parte de una lista donde están gigantes de la cultura como Luis ramiro Beltrán, Ana María Romero de Campero, Mariano Baptista con su alude de publicaciones y Andrés Soliz Rada, que no obtuvo premios, pero que marcó profundamente al gremio periodístico”, dijo con humildad.
Ahora, aún en su trinchera, sostiene que es más periodista que historiador, aunque dijo que hubiera querido seguir los consejos de su maestro, Alberto Crespo Rodas: terminar la carrera.
(29/11/2023)