‘Autoconvocados’
El fetichismo de las encuestas ha hecho que muchas personas opuestas al MAS consideren inverosímil el resultado que arrojaron las urnas.
Al parecer, de nada han servido los informes de numerosas organizaciones nacionales e internacionales que hicieron observación electoral el domingo 18: en algunas ciudades del país hay grupos movilizados que intentan convencer al resto de la ciudadanía de que en la elección hubo “fraude”. No tienen evidencia de lo que se afirma, pero sí mucha fe en sus ideas.
En Cochabamba, como imitando el ejemplo de los pobladores de K’ara K’ara, los movilizados se han identificado como “autoconvocados”, quieren mostrar que ninguna organización política o poder económico está detrás de su movilización; algo muy similar sucedió en Santa Cruz, a los pies del Cristo Redentor en el Segundo Anillo: supuestamente nadie los convocó, pero cientos de personas se reunieron a defender el discurso del Comité Cívico pro Santa Cruz.
Similares movilizaciones se produjeron en Cochabamba y en Sucre, ambas en aparente competencia por causar algún efecto en la opinión pública antes del cierre de los cómputos electorales en las respectivas salas plenas de los tribunales electorales departamentales. En ambos casos, el cierre del cómputo, el de Chuquisaca el martes y el de Cochabamba ayer, ayudó a desinflar la movilización, pero no la eliminó por completo.
Santa Cruz es un caso mucho más complejo: la narrativa de un nuevo fraude es alimentada desde el ya citado Comité Cívico y cada uno de sus comunicados ha tenido eco en los anuncios hechos por Creemos, la agrupación política que llevó al expresidente de los cívicos a la candidatura que finalmente obtuvo la tercera mayoría de los votos válidos computados.
Hasta ayer, de fraude no había ninguna evidencia pública, pero sí discursos maximalistas que no solo demandaban la inmediata suspensión del cómputo, sino también la anulación de la elección del domingo 18, la anulación de la personería jurídica del MAS y demandas delirantes como una nueva auditoría al padrón electoral y la eliminación de la “diferencia” en el valor de los votos rurales y urbanos.
Finalmente, ayer, como muestra de que sí poseen la evidencia nunca exhibida, organizaron una operación mediática para mostrar cómo la gente de Creemos entregaba “miles” de actas observadas, convenientemente encajonadas, al Comité Cívico y no así al TED. Tal operación alimentó una notable oleada de rumores y noticias falsas que menudearon en las redes sociales virtuales causando crispación en la ciudadanía. Notable es que sus observadores en la sala de cómputo del TED no tuvieron ni una sola observación al proceso.
Son tiempos difíciles para la restitución democrática. El fetichismo de las encuestas ha hecho que muchas personas opuestas al MAS consideren inverosímil el resultado que arrojaron las urnas y estén dispuestas a creer a líderes que ni les representan ni nunca estuvieron en el marco de sus afectos. La confiabilidad del Tribunal Supremo Electoral está bajo asedio; con ella, también la democracia.