Carnaval y pandemia
El 11 de marzo de 2020 se informó oficialmente sobre los primeros dos casos importados de coronavirus.
Concluidos los festejos del esperado Carnaval, aunque todavía restan algunos eventos este fin de semana (como el Corso de corsos en Cochabamba), es necesario evaluar sus efectos en los contagios por COVID-19 en el país. Hubo muchos encuentros, pocas medidas de bioseguridad. Hay quienes alertan sobre la posibilidad de una quinta ola de la pandemia. No hay que bajar la guardia.
De manera sucesiva, con restricciones más bien simbólicas, los gobiernos de las entidades territoriales autónomas autorizaron las actividades que tradicionalmente se realizan en los días de Carnaval. Así, hubo entradas, coronaciones, bailes, fiesta. Pese a la pandemia, a diferencia del año pasado, esta vez no rigieron prohibiciones. Se lo hizo considerando la desescalada de contagios. Y en algunos casos se estableció el requisito de acreditar el carnet de vacunación, pero solo fue un decir.
Prontos a cumplir dos años desde que el 11 de marzo de 2020 se informó oficialmente sobre los primeros dos casos importados de coronavirus en Bolivia, y tras un año intenso, aunque todavía limitado, de vacunación, hoy disponemos no solo de más información, sino también de mayor familiaridad con el curso de la pandemia. Hemos navegado ya cuatro olas, con alrededor de 900.000 contagios y más de 21.000 muertes relacionadas con el COVID-19. No ha sido fácil. Los efectos sanitarios y socioeconómicos son críticos.
Más allá del impacto benévolo de la vacuna, que permitió reducir la tasa de letalidad (las personas no son inmunes al contagio, pero la mortalidad por COVID-19 es menor), así como de la importancia del testeo masivo, es fundamental insistir en la centralidad del autocuidado: uso adecuado y permanente del barbijo, distanciamiento físico, higiene de manos, evitar multitudes y espacios con poca ventilación. Todas estas medidas mínimas de bioseguridad se relajan, o se omiten, en eventos como el Carnaval.
Es evidente que resultaba no solo impopular, sino también inviable, establecer prohibiciones en estas fiestas. Cuenta como variable ineludible el movimiento económico que se genera. Es relevante también la tradición. Como sea, resulta fundamental no bajar la guardia y tomar previsiones ante un posible aumento en el número de contagios. Ojalá no tengamos que enfrentar una quinta ola de la pandemia en el corto plazo. Y que se continúen haciendo todos los esfuerzos para fortalecer el sistema de salud.
Y a propósito del COVID-19, un año después desde que se inició la campaña de vacunación en el país, si bien el esfuerzo ha sido grande y merece reconocimiento, todavía tenemos un porcentaje bajo a nivel nacional: menos del 50% de personas completamente vacunadas (60% con una dosis y un 9% de dosis de refuerzo). A la fecha se aplicaron 12 millones y medio de dosis. Y está muy bien. Pero aún estamos lejos de la meta de inmunización colectiva. Terminó el Carnaval 2022, sigamos enfrentando la pandemia.