Encuesta de hogares
El 26,5%de la población encuestada reconoce pertenecer a alguna nación o pueblo indígena originario campesino.
Días atrás, el Instituto Nacional de Estadística (INE) hizo público el informe de la Encuesta de Hogares 2021, un estudio que arroja importantes datos en víspera de la preparación y ejecución del Censo Nacional, postergado posiblemente hasta 2024. Los hallazgos de la encuesta son reveladores, pues muestran a una Bolivia cuya población se transforma a pasos agigantados.
El dato que destaca en primer lugar en el informe del INE es el que revela que de un total aproximado de 11,9 millones de personas, siete de cada 10 viven en algún centro urbano (70,5%), con Santa Cruz y Beni como los departamentos más urbanizados (84% y 75,4% de su población viviendo en áreas urbanas, respectivamente) y los menos Chuquisaca y Potosí (51,6% y 43,4%, respectivamente). En prácticamente todas las categorías del análisis esta distancia entre el departamento oriental y el minero se repite.
La distribución de la población urbana y rural según edad muestra que la proporción de personas viviendo fuera de las ciudades es mayor entre aquellos que tienen de cero y 17 años y quienes tienen 50 años o más. La población urbana es ostensiblemente mayor en los segmentos de entre 18 y 49 años de edad. Así, el dato confirma lo que diversos estudios ya han mostrado antes: Bolivia se está urbanizando a gran velocidad, y aquellos departamentos con mayor población rural, por esta misma razón, concentran más pobreza.
De ahí que Santa Cruz, el departamento más urbanizado, tenga un promedio de 25% de su población viviendo en la pobreza frente a Potosí, donde el 57,8% de la población es pobre; además, este número coincide casi plenamente con el de personas habitando en el área rural. Chuquisaca es el siguiente departamento con mayor porcentaje de personas viviendo en pobreza: 53,3%. La alarmante constatación debería motivar un mejor esfuerzo del Estado para disminuir tanta pobreza.
El dato más controversial aparece cuando se indaga la identidad étnico cultural de las personas, pues en promedio solo el 26,5% de la población encuestada reconoce pertenecer a alguna nación o pueblo indígena originario campesino (NPIOC); el porcentaje es similar al de personas que reconocen hablar algún idioma nativo. Las diferencias en la identificación étnica y el uso del idioma coinciden con los porcentajes de distribución urbano-rural. Es decir que el proceso de urbanización implica no solo la migración del campo a la ciudad sino también aculturación.
Los datos que aquí se comentan son apenas unos cuantos de los contenidos en el informe del INE. Permiten actualizar proyecciones, muy en boga ahora que un pequeño segmento de la población ha decidido hacer causa suya la pronta realización del Censo. También actualizan prejuicios, al revelar, por ejemplo, la correlación entre residencia e identidad; tal vez eso ayude a explicar el interés de algunos en contabilizar personas “mestizas”: la Encuesta de Hogares acaba de hacerlo, sin necesidad de emplear la discutible categoría.