Icono del sitio La Razón

La ALP al límite

La persistente polarización política y discursiva entre el oficialismo y las oposiciones, la implacable disputa interna en el masismo (partido versus Gobierno) y la disgregación opositora están generando cada vez más tensión y ruido en el sistema político. Y afectan en especial a la Asamblea Legislativa. Peor aún si se añaden deplorables acciones de guerra sucia. No todo vale.

En democracia se espera que los conflictos se resuelvan por vías pacíficas e institucionales, y que los actores relevantes, con arreglo a la deliberación y el pluralismo, logren pactos mínimos y soluciones de compromiso. Un espacio privilegiado para ello es el Órgano Legislativo, donde concurren los representantes electos. El problema es cuando ese espacio se degrada y prima la confrontación. Así, donde debiera haber debate y acuerdos, se imponen la descalificación, el bloqueo, la maniobra.

Algo así está ocurriendo en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). No es la primera vez, por supuesto, pero tampoco se trata de normalizarlo. Para empezar, las tres bancadas están divididas. En el MAS-IPSP, entre afines al expresidente Morales y afines al actual presidente Arce. En Comunidad Ciudadana (CC), con disidentes y mecanismos verticales de purga. Y en Creemos, con al menos tres grupos que tienen agenda propia. En tal escenario, parece difícil construir mayorías más o menos consistentes que decidan.

Cierto que hubo momentos de encuentro mayoritario, no exentos de polémica y denuncias de “traición”, como sucedió con las leyes del censo y del oro. Y, sin duda, el mayor ejemplo de acuerdo político se produjo en el Senado con la aprobación, casi por consenso, del proyecto de ley para la convocatoria a las elecciones judiciales, luego congelado en la Cámara de Diputados. Se viabilizaron también varios créditos, algunos contratos y, con observaciones, temas presupuestarios. No está mal.

Ahora la polémica y el desencuentro se concentran en la elección de las directivas camarales. En el Senado parece haber acuerdo mayoritario para que el actual presidente, Andrónico Rodríguez, continúe en el cargo. Es el reconocimiento a su capacidad de diálogo y construcción de acuerdos en el oficialismo y con la oposición. Igual no faltó el “amigo” y el operador mediático que, en plan de condenable guerra sucia, trataron inútilmente de restarle legitimidad con la difusión de audios falaces.

En la Cámara de Diputados, en tanto, la existencia de distintos candidatos anticipa una elección incierta y conflictiva. ¿Quiénes integrarán la plancha de la directiva, consensuada entre los bloques de mayoría y minoría? ¿Los evistas o los arcistas en el MAS-IPSP? ¿Los candidatos del mesismo y camachismo o los disidentes en CC y Creemos? ¿O ni siquiera se logrará consensuar una plancha? Es probable que esta elección formalice un quiebre en la gestión de la Asamblea, con serios efectos para la gobernabilidad.

También puede leer: Polémica acusación