Gobernabilidad, la siguiente tarea
Para el devenir político será clave, dicen los analistas, cómo se recibe esta noche los resultados
Las elecciones generales de hoy, lo venimos diciendo desde antes de las primarias (en enero), deben ser, si vale, las más inéditas en múltiples aspectos: un proceso electoral de los más largos en la historia, le antecede nada menos que un referéndum constitucional (que definió uno de los núcleos del poder, la alternancia), el primer proceso con primarias, y unas primarias sin competencia, en fin. Pero también son inéditas, coinciden los analistas, en el complejo escenario postelectoral que instalarán, sea cual fuere su resultado. Los grandes ejes en cuestión, afirman, serán la continuidad versus el cambio hacia cualquier lado y, con ello, cómo será la gobernabilidad deseable, posible o inevitable.
En la presentación esta semana de un trabajo de investigación y reflexión auspiciado por la Fundación Friedrich Ebert (FES), titulado Entre el riesgo y la incertidumbre (en el que participaron Fernando Calderón, Antonio Araníbar Quiroga, Fernando Mayorga, Armando Ortuño, José Luis Exeni, Amaru Villanueva y Jorge Hevia), el sociólogo Mayorga apunta que la primera ubicación que se debe hacer es la histórica: usando una metáfora, se puede decir que el gobierno que venga tendrá que “navegar contra el viento”, o sea, “a diferencia de los primeros años de lo que denominamos el proceso de cambio, que presentaba un contexto internacional favorable, política y económicamente, hoy día estamos en un contexto internacional adverso, incierto”. Ésta, precisamente, es una de las ausencias del reciente debate electoral, destacan los académicos: no se habló lo suficiente del efecto ya no solo, por ejemplo, de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, sino de las significativas crisis de Brasil y Argentina. En lo concreto, dijo Mayorga, “cómo hacer sostenibles aquellos logros que se han alcanzado en términos económicos, inclusión social, de reducción de la pobreza, y al mismo tiempo, cómo resolver las asignaturas pendientes” en el nuevo contexto internacional.
A tiempo de recordar que si bien en el país la confrontación política entre los distintos partidos no ha sido de grandes antagonismos, el hecho de que todos los candidatos finalmente convergen hacia el centro de la política, no deja de señalar el riesgo que trae la actual crisis de representación política: “el único partido con presencia nacional, el MAS, tiene mellada su hegemonía, su credibilidad y su legitimidad; el segundo partido de larga trayectoria, que había participado de tres eventos electorales, Unidad Nacional, salió del juego electoral; y, el tercer partido más antiguo de los más importantes, el Movimiento Demócrata Social que teniendo cuatro años de existencia, aún está en esa suerte de aislamiento regional, y Comunidad Ciudadana, que es un partido en ciernes, incierto”. Por aquella crisis de representación política, incluso hay que explicar, dice, el llamativo ascenso en semanas del candidato del PDC, Chi Hyun Chung.
Ahora, también hay que entender, destaca el trabajo presentado por Mayorga, que estamos viviendo un proceso electoral largo, un todo que incluye tanto las elecciones nacionales como las subnacionales (2019-2020). “Es un ciclo largo. Empieza con las elecciones primarias, en enero de este año, y va a culminar (recién) en marzo, con las elecciones subnacionales, que expresan la distribución vertical del poder”, allí donde el MAS nunca obtuvo una votación importante, lo que puede ser peor ahora.
En lo relativo al dilema electoral que se manejó todo este tiempo, de continuidad versus cambio, los expertos, explica Mayorga, coinciden en señalar que habrá al menos dos “antinomias” (contrastes, contradicciones) que pugnarán por imponerse: de un lado, la imagen de confrontación entre estabilidad e incertidumbre, que se crea que el país se debate en este dilema; o, del otro lado, la contradicción entre continuidad versus cambio. Es con base en estas ideas, confrontaciones, que mucha gente definirá su voto hoy día.
Aunque parezca un detalle menor, pero hoy por la noche y en las siguientes horas habrá un hecho que será determinante en el futuro del país, en el desarrollo democrático, destaca el estudio expuesto por Mayorga: cómo la gente reconoce los resultados de los comicios. Tan cierto es esto, afirma, que de ello dependerán los posibles escenarios de gobernabilidad del futuro poder.
Lo más probable, se advierte según las encuestas, es que la próxima administración sea lo que se llama la de un “gobierno dividido”, como más o menos fue el primero del MAS (y esto con el masismo o la oposición en el poder).
Así, con A en poder del Ejecutivo y B con predominio en la Asamblea, según la radicalidad que asuma cada lado, se perfilan hasta tres escenarios de gobernabilidad, apunta Mayorga.
“El primer escenario es el de gobernabilidad limitada, pero es el más positivo porque permitiría llevar adelante una agenda de reformas con estabilidad e institucionalidad; esto depende de que se reconozcan los resultados y que haya transparencia en la fase final del proceso electoral, y por lo tanto no se cuestione la legitimidad de origen del Presidente, y no haya un escenario de conflictividad social, haya posibilidades de un acuerdo en el Legislativo”.
El segundo escenario es “de gobernabilidad precaria e incierta”, que impida acuerdos por aplicar reformas y avances, donde hay el “riesgo de una crisis, y esto tiene que ver con el posible conflicto postelectoral porque se impugnen los resultados y por tanto se cuestione la legitimidad del Presidente y la propia gestión de gobierno esté en entredicho”. Esto se traduciría, dice la reflexión, en una confrontación en la Asamblea Legislativa, pero también entre el partido de gobierno y la sociedad civil. “Riesgo de bloqueo legislativo y conflictos con movilización callejera”.
El tercero, lo peor, ya sería el escenario franco de ingobernabilidad, “escenario más adverso y conflictivo, y por tanto menos deseable porque todos pierden”; se parte del cuestionamiento de la legitimidad de origen del presidente, un presidente débil, mandato marcado por el conflicto. En esas condiciones lo que se viene es “la conflictividad social, inestabilidad política y crisis económica”.
“Está claro que es el primer escenario el que habría que alentar y esperemos que los actores estratégicos y relevantes se encaminen en esa dirección. Actor estratégico es el que tiene capacidad de veto, pero también el que puede impulsar soluciones. En este marco, la clave es tender puentes para que los actores políticos puedan tener un acercamiento a partir básicamente del respeto de los resultados” de la elección de hoy.
En cuanto a la gobernabilidad, el analista político Marcelo Silva destaca que desde la irrupción del MAS hace más de una década, aquélla hay que verla tanto en lo formal político, en la Asamblea Legislativa, como en la llamada gobernabilidad social.
La gobernabilidad en la Asamblea tiene al menos las siguientes formas: en el pleno de la Asamblea Legislativa (con la sesión conjunta de ambas cámaras) la mayoría absoluta se la alcanza con 84 legisladores, y los dos tercios, con 111. En el Senado, el 50 por ciento más 1 es 19 senadores y los dos tercios, 24; en tanto que en diputados la mayoría absoluta es 66 legisladores, y 87 los dos tercios.
En la Asamblea “pareciera que tras las elecciones se va a necesitar de acuerdos y pactos entre partidos políticos; después de este 20 de octubre es necesario empezar a establecer criterios que acerquen a los actores políticos a la posibilidad de acuerdos mínimos, básicos, de gobernabilidad”. Esto dependerá de qué normas o decisiones necesiten, sea la mayoría absoluta, sean los dos tercios. “Esto hay que construirlo, sea quien sea el gobierno”, sentencia Silva.
Pero, el politólogo enfatiza en la “gobernabilidad de afuera”, la social, la que debe tomar en cuenta a los sectores sociales y el manejo de su poder de presión.
Una gobernabilidad “que se tiene que construir a partir de los sectores corporativos de presión más importantes que están estabilizados en la sociedad, campesinos, gremiales, choferes, comités cívicos, empresariado; ese tejido de gobernabilidad que no se puede descuidar”.
Son “sectores corporativos de muchísima influencia política y que pueden generar escenarios de desestabilización política si es que no se los toma en cuenta en el ámbito de la gobernabilidad y la creación de políticas públicas”. Instancias que uno “las tiene que tener de aliados” y que garantizan la gobernabilidad social, que también es muy importante, concluye el docente universitario.