Nuevo remezón en la OEA por el ‘Caso Boliviano’
Gobierno: Si la OEA no reconoce o rectifica lo que hizo en las elecciones de 2019 en Bolivia, perderá a tal punto credibilidad que se pondrá en cuestión su viabilidad:
El punto sobre la i
El jueves 29 de julio, en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, tuvo lugar la sesión de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos del organismo; en esta cita, se presentó el texto Guía de buenas prácticas en materia electoral para el fortalecimiento de los procesos electorales, un manual (66 páginas) elaborado por el Departamento para la Cooperación y Observación Electoral (DECO) de la OEA; este departamento es el que organiza y envía las conocidas Misiones de Observación Electoral (MOE) del organismo.
Pasa que justo cuando el secretario de DECO, Gerardo de Icaza, presentaba la Guía de buenas prácticas, las representaciones de Bolivia, México, Argentina y Nicaragua “cuestionaron ampliamente la labor desempeñada por la Secretaría General en el informe emitido por la OEA sobre los comicios del 20 de octubre de 2019”, destaca una nota difundida el jueves por la Unidad de Prensa del Movimiento Al Socialismo (MAS). Héctor Arce Zaconeta, representante de Bolivia en la OEA, también contó a LA RAZÓN este hecho, aunque no con tanto detalle. (Ver la edición del lunes 2 de agosto)
El hecho es que, no sin cierta ironía, en la nota del MAS se cuenta que los países cuestionadores “solicitaron que estas herramientas [las de la Guía de buenas prácticas] insten a no politizar, ni parcializar ni tergiversar los informes de las Misiones de Observación Electoral, tal como pasó en Bolivia en 2019”.
De Gerardo de Icaza hay que recordar que fue él quien en marzo de 2020, cuando John Curiel y Jack R. Williams publicaron un artículo en un blog de The Washington Post en el que cuestionaban el informe de la OEA, dijo en su cuenta de Twitter que el informe del organismo más bien ganaba “más fuerza y vigor” si se lo confrontaba con dicho artículo, “parcial, parcializado, sin rigor técnico electoral y pagado por CEPR”. De Icaza daba un listado de 11 inconsistencias del artículo crítico con la OEA: que el informe de la OEA lo hicieron 36 expertos, y el artículo, apenas 2; que el el texto de la OEA tenía 94 páginas, y el artículo, 2; que la “OEA hizo entrevistas con muchas personas; los otros, nada”; que en el informe de la OEA hay “mucho material analizado con datos de campo. El otro no sé”, entre otras fallas.
RECONOCIMIENTO. Pero, he aquí el detalle valioso de la sesión que refiere Arce Zaconeta: Ante la crítica de los citados países, el Secretario para el Fortalecimiento de la Democracia de la OEA, Francisco Guerrero Aguirre, “reconoció la existencia de nuevos informes que cuestionan el trabajo desarrollado por la organización” y señaló: “Quien nada debe, nada teme y la necesidad de transparencia y de apertura sigue siendo requisito indispensable para poderle dar transparencia a los procesos electorales; nosotros siempre sometidos al debate público, estamos sometidos a las observaciones que se puedan venir generando”, destaca la nota de prensa del MAS.
La representación boliviana en la OEA, dijo Arce Zaconeta a Animal Político, donde pueda está planteando el tema del Informe de la OEA de 2019, “en todas las instancias, la OEA tiene muchas instancias, muchas comisiones, muchos grupos de trabajo, y en todos y cada uno de ellos se está trabajando”, destacó.
El “caso boliviano” ya está repercutiendo en todo el sistema, testimonia: “Hay desconfianza en todos los países miembros de la OEA; incluso muchos países que son de una ideología más conservadora han mostrado una serie de reparos y de observaciones al trabajo de auditoría que realizó la organización a la cabeza de Luis Almagro”.
Esto al margen de la desconfianza que también hay de centros académicos, “hay siete informes independientes, emitidos por las mejores universidades, de los centros especializados más grandes” que evidencian la “falsedad” de las conclusiones de los informes de la OEA. De comprobarse los extremos que señala el Embajador en la OEA, en perspectiva es un enorme daño al organismo. Durante 59 años, desde 1962, informa su sitio web oficial, la OEA ha desplegado más de 240 Misiones de Observación Electoral (MOE) en 27 países del hemisferio.
“Las MOE han ampliado el alcance de su trabajo a través de la implementación de metodologías que permiten analizar aspectos clave del ciclo electoral como la equidad de género en la contienda, los sistemas de financiamiento político, el acceso a medios de comunicación y la participación de pueblos indígenas y afrodescendientes”, consigna el sitio web los logros de la vigilancia electoral ejercida por la OEA.
Precisamente la aludida Guía de buenas prácticas es producto de la experiencia que a lo largo de los años fueron sistematizando las Misiones de Observación Electoral, se informa en la presentación del texto.
TRADICIÓN. Con el “caso boliviano” se estaría dañando precisamente esta tradición: “Estamos hablando de una suerte de manipulación de temas electorales, que pueden generar una gran desconfianza en todos los países miembros de la OEA, sobre una de las funciones más importantes que tiene la organización, teóricamente, la de defender y apoyar a las democracias en la región”, apunta el embajador Arce Zaconeta.
Prácticamente, las MOE de la OEA eran, son, el observador electoral externo “oficial” en el continente, “tenía cierta legitimidad su función en ese sentido; con esta situación (el problema boliviano) hay una duda generalizada, hay una situación de incertidumbre por lo que ha ocurrido en Bolivia, por las propias actitudes del secretario general; hay el sentimiento de que el Secretario General no responde a la organización; el Secretario General debía estar al servicio de los Estados, y hay la sensación de que más bien los Estados están al servicio del Secretario General”.
En este contexto hay que entender, insiste la autoridad, la reciente decisión de la Cámara de Representantes (equivalente a la de Diputados en el país) del Congreso estadounidense de incluir en la Ley de Asignación de Fondos para Operaciones en el Extranjero para el año fiscal 2022 (que va del 1 de octubre de 2021 al 30 de septiembre de 2022), el pedido al gobierno de Joe Biden de investigar el rol de la OEA en el crisis política de octubre-noviembre de 2019.
Con respecto a la indagación del informe de la OEA, de sus responsables y consecuencias, Arce Zaconeta reveló que Bolivia incluso está dispuesta a que la investigación la haga alguna instancia de la Organización de Naciones Unidas (ONU): “Finalmente, en defensa de la verdad, podríamos incluir incluso a Naciones Unidas, que sea este organismo global, del que es parte la OEA, el que forme una gran comisión, ojalá asistida por las mejores univesidades del mundo, y en definitiva evalúen el trabajo de la OEA y vean si realmente ha habido manipulación dolosa (del resultado de la elección de 2019)”.
EFECTO. Al margen de la discusión técnica que implica la llamada auditoría de la OEA de la elección de 2019, el problema de este informe es el efecto que tuvo: “Hubo una situación de violencia extrema que se generó a causa de ese informe, que hoy sabemos contenía falsedades; a causa de esta situación, el comandante de las FFAA, a las pocas horas de su emisión, a las 5 de la mañana, al rededor del mediodía (del 10 de noviembre de 2019), le sugiere al Presidente constitucional su renuncia”. Este hecho, destaca Arce Zaconeta, es un “retroceso para toda la región; hace más de 40 años que los militares no deliberaban ni gobernaban”.
Sobre la “violencia extrema” y la secuela que tuvo con la pérdida de al menos 37 vidas, “varios países”, apunta el embajador, están “estudiando cuáles serían los mecanismos legales para plantear esta situación”.
Ahora, el trance de incertidumbre que pasa la OEA ya rebasó los márgenes del organismo. El sábado 24 de julio, en la reunión de cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador directamente planteó sustituir al organismo: “La propuesta es ni más ni menos que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”, especificando luego: “En este espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador, a petición y aceptación de las partes en conflicto”. El mandatario mexicano luego fue secundado en la crítica a la actual OEA por los presidentes argentino, Alberto Fernández, y el boliviano, Luis Arce Catacora.
De cómo la OEA, la Secretaría General, responda a la demanda boliviana y de otros países sobre el informe de octubre-noviembre de 2019, mucho dependerá su futuro, concluye el embajador Arce Zaconeta. “La organización tiene prácticamente dos caminos: o reconoce las situaciones que han estado incorrectas, las corrige, se toman las acciones correspondientes contra los responsables de estas acciones, recobra su credibilidad en cuanto a defensa de la democracia y los procesos electorales, o prácticamente su destino ha de ser sustituida por otra organización, como han planteado varios presidentes. Su destino ha de ser no ser una entidad eficaz, que puede ser sustituida por otra entidad”.
DEBILIDAD. Al respecto, el politólogo, especialista en relaciones internacionales, Franklin Pareja, propone entender que en los últimos años, “todos los organismos internacionales (incluida la OEA) están puestos en entredicho, porque ya no suelen responder de forma práctica y efectiva a las necesidades de los Estados, a resolver sus problemas”; en este contexto, hay que ver la vigencia y los problemas de la OEA, insiste.
Los ideales, de ser espacios de integración, de asistencia recíproca, colaboración y protección, “con el tiempo se han ido perdiendo. Pero además, apunta, por lo menos en lo relativo a la OEA, han ido perdiendo vigencia porque “hay acciones corporativas políticas, como el Foro de Sao Paulo o el Grupo de Puebla, que han decidido combatir directamente al organismo, porque no es afín a su ideología”.
Ahora, para Pareja, no es bueno para el país adherirse a este tipo de agrupamientos al punto de anular la autonomía nacional en las relaciones internacionales: “Los Estados siempre tienen que tener la posibilidad de penetrar y de incidir favorablemente en los espacios de integración, les guste o no e independientemente de la ideología”. Ahora, en el caso de la actual OEA, no deja de apuntar el politólogo, el enfrentamiento entre la secretaría general y los países de gobiernos de izquierda ha sido de ida y vuelta: Almagro fue especialmente crítico con algunos presidentes y naturalmente tiene reacciones en contra.
Ahora, “como los organismos están empezando a debilitarse por su ineficacia de responder a las preocupaciones de los Estados, cada vez se politizan más su decisiones”, destaca Pareja. En la crisis del organismo, añade, tiene que ver también la radicalización de los países en sus líneas ideológicas: dividida la región entre gobiernos de izquierda, de derecha, diversidad de centros, para un organismo débil se le hace muy difícil “satisfacer la visión de todos; como no tienen capacidad resolutiva y en algunos casos no tienen efecto vinculante en sus decisiones, al final se convierten en espacios más retóricos que efectivos”.
Cuando varios mandatarios vieron en la Celac el futuro organismo que sustituya a la OEA, el politólogo “no le ve una perspectiva importante”, por su origen mismo: fue obra de la convergencia de gobiernos progresistas, “de la línea del socialismo del siglo XXI”, y para persistir como tal necesitaría, precisamente, de la misma “total coincidencia ideológica entre todos los Estados; entonces, no creo que algunos estén realmente entusiastas y proactivos de darle fuerza a la Celac”.
En cuanto al rol del secretario general Luis Almagro en la actual OEA, Pareja apunta que las actitudes ambivalentes y contradictorias del secretario (lo que se vio especialmente en su relación de apoyo/rechazo hacia la repostulación de Evo Morales en 2019) restaron valor a su gestión. “independientemente de si su acción es válida o no, ética o no, el punto radica en que este tipo de contradicciones devalúan mucho el accionar de una autoridad que tiene que representar a todos”.
Sobre el pedido de rectificación que Bolivia y otros países están haciendo de la posición de la OEA acerca de su informe de las elecciones de octubre de 2019, el politólogo duda de que esto prospere: “Primero, es muy poco probable que la OEA tome una posición institucional rectificando o desdiciéndose de algo que ha sido oficial; segundo, no ha sido una acción de muto proprio o por iniciativa de la OEA, fue una solicitud del Estado boliviano; tercero, el resultado de esa auditoría era vinculante. Ahora, que quieran encontrar que ese informe ha sido un vector para causar la crisis política y generar un golpe, eso ya es una apreciación del Estado y Gobierno bolivianos, que no necesariamente puede poner contra la pared a la OEA”.
Con el “caso boliviano”, concluye Pareja, se viene más un debate entre los países, antes que el descalabro de la institucionalidad del organismo: “institucionalmente es muy difícil que ese informe se dé por no válido o que lo retiren, eso no creo que vaya a suceder; no puedo afirmar que no va a suceder, pero creo que es poco probable; pero sí va a haber un debate interno, porque la región está dividida, porque la visión ideológica de los Estados es muy diferente”.
(*)Iván Bustillos es periodista de La Razón