Sociedad

Monday 29 Apr 2024 | Actualizado a 06:54 AM

Boliviano quiere ser Alcalde de Igorre-Vizcaya

Erwin Barba

Por La Razón

/ 21 de mayo de 2011 / 05:00

El cruceño Erwin Barba Salazar, apodado Lukas, candidatea a la Alcaldía de la localidad vasca de Igorre-Vizcaya, al norte de España, en los comicios municipales que se desarrollarán mañana en ese país. Barba es la apuesta del Partido Socialista de España (PSOE) y conversó con La Razón para conocer más acerca de su vida en Bolivia y su incursión política en España. El boliviano reside en Europa hace 10 años y propone aplicar políticas a nivel local en beneficio de todos los migrantes.

­­— Usted es boliviano y candidatea a la Alcaldía de la localidad vasca de Igorre-Vizcaya en España, ¿qué lo motivó?
— Estoy postulando como candidato a Alcalde de Igorre-Vizcaya por el Partido Socialista de España (PSOE) porque queremos tener voz y voto en el Ayuntamiento para aplicar políticas a nivel local en beneficio de los migrantes. En primer lugar, queremos tener el mismo derecho y las mismas oportunidades que un ciudadano español. En segundo lugar, luchar por la justicia social para que ya no exista racismo en contra de los migrantes, y por último dar empleo a todos los extranjeros que lo necesitan.
— ¿Qué se siente como boliviano el ser candidato a Alcalde de un poblado en España?
— Mucho orgullo. Ésta es la primera vez que un ciudadano extranjero, en este caso concreto un sudamericano, se postula de candidato a Alcalde en Igorre. Para mí es un honor que me hayan elegido como representante de los migrantes porque aquí hay muchos extranjeros latinos.
— ¿Cuál es su situación legal en España?
— Soy boliviano de nacimiento. Tengo 48 años y vivo 10 años en España. Pese a que no me he nacionalizado, tengo una residencia legal hace ocho años en ese país. He obtenido la residencia a través de la reagrupación familiar. Yo tengo una hermana acá (Bertha Barba) y ella me reagrupó, de ese modo obtuve mis documentos legales para poder trabajar y residir. Vivo aquí con mi esposa, Magaly Pinto (cruceña) y mi hijo de 12 años, Lukas Bruno, los dos también son bolivianos.
— ¿Por qué dejó Bolivia?
— Emigré a España hace 10 años porque en Bolivia no había trabajo. Yo vengo de una familia humilde de Santa Cruz. Mis padres eran muy trabajadores. Viví mi niñez y mi juventud en la capital, pero a los 16 años perdí a mi padre. Mi mamá, Lidia Salazar, fue padre y madre para mí. Yo tenía ocho hermanos, pero dos fallecieron. Salí bachiller como pude, quise ingresar a la Universidad Gabriel René Moreno, pero las condiciones económicas no me lo permitieron. Así el tiempo fue pasando y me fui forjando como todos. Trabajé en una fábrica de medicamentos, donde era repartidor. Luego, comencé un negocio, me dediqué a vender vehículos y motos. Después, surgió una oportunidad para trabajar en Chile vendiendo motos por dos años y me fui. Allí conocí a mi esposa y me casé con ella en el Consulado de Bolivia en Chile.
— ¿Cómo surgió la oportunidad de viajar a España?
— Tenía 38 años, estaba casado. Se presentó la oportunidad de venir a España debido a que un empresario migró a este país. Yo lo conocí y me propuso una oferta de trabajo como albañil. Me embarqué solo y al principio fue muy difícil, porque uno extraña su país y sus costumbres. Además, el trabajo acá es más exigente y el clima es más frío, pero tuve que adaptarme y poco a poco fui superándome. Después de un par de años vino mi esposa y mi hijo. Actualmente, soy albañil en una empresa privada de construcción.
— ¿Cómo se inició su vida política en España?
— Me invitaron a asistir a una reunión del Partido Socialista de España, a la cual asistimos varios migrantes. Ahí conocí a una persona que me propuso ser candidato a la Alcaldía de Igorre. En el municipio donde yo me encuentro existe una población aproximada de 5.000 habitantes, donde hay mucho migrante latino, entre ellos bolivianos, colombianos, peruanos, brasileños, ecuatorianos, y ellos vieron la posibilidad de que con todos los votos de los migrantes que viven en el pueblo podíamos sacar alguna candidatura. 
— ¿Qué posibilidades tiene usted de salir electo?
— Existen muchas posibilidades, debido a que en las anteriores elecciones sólo faltaban 12 votos para sacar por lo menos un concejal. Existen muchos extranjeros latinos acá y tenemos su apoyo.
— Si no gana la elección ¿podría ser concejal?
— Si no ganamos la Alcaldía, por lo menos queremos lograr un concejal para tener voz y voto dentro del Ayuntamiento.
— ¿Cómo funciona la elección municipal en España?
— Soy el primero de la lista del PSOE y existen otros cuatro partidos políticos que postulan a un total de 11 candidatos municipales cada uno.
— La presencia de candidatos extranjeros en España es muy fuerte, ¿cuál es la causa?
—Esto se debe a que dentro del sistema de partidos que existe acá se sentían un poco marginados. El Partido Socialista de España me ha dado esta oportunidad para candidatear y en esta elección el partido se presenta a los comicios con mayor presencia extranjera en sus listas, son 856 candidatos no españoles.
— ¿Cuándo se conocerá si usted fue electo o no?
— Los comicios se realizarán todo el día y al final de la jornada sabremos los resultados.
— ¿Cree que estando en Bolivia hubiera tenido la oportunidad de hacer política?
—Hubiera sido un poco difícil, porque estando allá nunca había hecho política. En cambio, aquí me dieron la oportunidad para que yo me postule y además acá las circunstancias son positivas.
— ¿Su postulación es parte de un proyecto con perspectiva regional e incluso nacional?
— La verdad, nunca se sabe. El proyecto está yendo bien y, si todo sale como esperamos, yo continuaría en la política.
— ¿Qué extraña del país?
— No hay como Bolivia. No puedo olvidarme de mi país. Extraño a su gente, a mi familia y a mi madre en especial. Quiero decirle a ella que la amo y que es por ella que estoy haciendo todo esto (su voz se entrecorta y rompe en llanto para luego seguir). Soy una persona con una vocación de servicio y, si llego a ser Alcalde, voy a ayudar a los migrantes para que tengan mejores oportunidades.

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¿EJ en septiembre?

Por La Razón

/ 28 de abril de 2024 / 00:18

Renovadas acciones de amparo y medidas cautelares están paralizando nuevamente y dejan en incertidumbre las Elecciones Judiciales (EJ). Según lo establecido en la ley transitoria, este 5 de mayo debe concluir la fase de preselección de postulantes en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Y el TSE anunció que la votación popular sería en septiembre. Hay duda sobre tales plazos.

Desde hace un año, el proceso electoral para renovar el Órgano Judicial y el Tribunal Constitucional está a la deriva. Según el mandato constitucional, las elecciones debieron realizarse en 2023. Pero políticos y operadores del sistema, en especial del TCP, se encargaron de frenar, congelar y a la postre postergar la elección. Como no se eligieron nuevas autoridades, los actuales magistrados (cuyo mandato ya se cumplió) decidieron autoprorrogarse. Fue como un guion escrito desde el principio para boicotear el proceso.

Como efecto de un bloqueo de caminos realizado en enero, finalmente la bancada oficialista en la Cámara de Diputados viabilizó las truncadas elecciones. Se aprobó entonces una ley de consenso que trazó la ruta, sus fases y los plazos tanto para la preselección a cargo de la ALP como para la votación bajo responsabilidad del TSE. Así, se publicó la convocatoria, se recibieron más de 700 postulaciones, se verificaron requisitos y se resolvieron las inhabilitaciones. Hasta ahí todo conforme a lo previsto.

En medio de la evaluación de méritos, incluida una prueba de conocimientos, varios postulantes inhabilitados por incumplir requisitos activaron demandas en la justicia para la reconsideración de sus casos. Todas esas acciones prosperaron dejando en suspenso el proceso de preselección de postulantes. Y el plazo corre. Luego de calificar los méritos, la Comisión Mixta de la Asamblea debe aprobar su informe, que será la base para la elección, por dos tercios, en sesión plenaria. Queda solo una semana.

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Es evidente que algunos actores políticos y operadores judiciales están empeñados en frenar sin fecha, nuevamente, las elecciones judiciales. Sería desastroso para la institucionalidad en el país en un contexto de alta desconfianza y de crisis. Por ello es sensato que la Comisión Mixta retome el proceso desde mañana. Tampoco sería una buena señal que se amplíen los plazos, ya que ello implica postergar la votación popular (quizás hasta octubre, lo que se superpone con las elecciones primarias).

Todos sabemos que las elecciones judiciales no solucionan la crisis del sistema de administración de justicia, pero al menos implican cumplir la Constitución y evitar que los autoprorrogados continúen degradando aún más el Estado de Derecho con sus decisiones a la carta. Por ello es fundamental que la ALP culmine pronto su trabajo de preselección con voluntad política y madurez democrática. Luego será el turno de la ciudadanía en las urnas. Y seguirá en agenda la cada vez más urgente reforma estructural del sistema.

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Un asunto oscuro

Según la presidenta ejecutiva de YLB, la acusación fue fruto de una investigación técnica realizada a lo largo de dos años

Por La Razón

/ 25 de abril de 2024 / 06:59

La todavía incipiente industria del litio en Bolivia no puede salir de las sombras. Al violento arresto del exministro de Minería y exresponsable de la planta en la región de Lípez en Potosí, Luis Alberto Echazú, se ha sumado, ayer, la muerte del exgerente ejecutivo de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). El tema se ha politizado y, ahora, judicializado, pero del negocio no hay más que promesas.

Los contornos del caso, la actuación presuntamente arbitraria e irregular de la Fiscalía el lunes, según denuncia del abogado de Echazú, así como las declaraciones de jerarcas y portavoces del ala evista del MAS, hacen pensar en intereses políticos ligados a la sorda pelea por el poder en el partido gobernante antes que en aquellos ligados al efectivo despegue de la industria del litio en el país. El intercambio de acusaciones, con y sin fundamento, en nada ayuda a reactivar el proyecto.

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El tono y el contenido de una “carta abierta” firmada por el exgerente de YLB, Juan Carlos Montenegro, otro de los imputados, antes de morir (incluyendo una última línea en la que pide perdón a sus seres queridos por el “dolor” que les causará “esta mi decisión”), hace pensar en que detrás de la acusación hecha el jueves de la semana pasada por la actual gerente del proyecto y el procurador del Estado, además de la sorprendentemente rápida actuación del Ministerio Público, hay mucho más que la búsqueda de justicia o de castigo a la corrupción.

Según la presidenta ejecutiva de YLB, la acusación fue fruto de una investigación técnica realizada a lo largo de dos años, asunto del cual ni ella ni su antecesor habían dicho nada anteriormente. Al ser conducido a celdas policiales, el exministro, ahora en detención domiciliaria, afirmó que “el Gobierno quiere ocultar tres años y medio” de parálisis en el que debería ser el proyecto más importante del Estado Plurinacional en los últimos años.

Coincidiendo con la denuncia de YLB contra exfuncionarios de la institución, el mismo día, el Presidente del Estado acusó a “potencias mundiales” y un “país vecino” de pretender controlar los recursos naturales del país, especialmente el litio, bloqueando las exportaciones y excluyendo a Bolivia en procesos estratégicos de comunicación. A la luz de lo sucedido en los últimos años, es evidente que el principal obstáculo está en el Estado y no fuera de las fronteras.

Mientras Chile se abre a las inversiones de riesgo compartido y se propone recuperar el sitial de primer exportador de litio en el mundo en los próximos dos años, y el presidente de Argentina busca entregar las reservas de su país a las transnacionales del sector, Bolivia todavía no ha mostrado cuál es su estrategia de industrialización y comercialización del preciado mineral, al extremo que ni siquiera ha transparentado los acuerdos (no contratos) que tiene con empresas chinas y rusas. Así, es imposible tener optimismo en el futuro del litio.

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Ley ‘antihombres’

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta.

Por La Razón

/ 21 de abril de 2024 / 00:27

La penosa declaración del presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, en sentido de que la Ley 348 es una ley “antihombres” (sic), puso en agenda la cuestión irresuelta de la violencia contra las mujeres. Rodríguez recibió fuertes críticas, pero también adhesiones. Lo preocupante es que fomenta a grupos antiderechos y pone en riesgo una norma que protege a las mujeres.

 La ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia (Ley 348) fue promulgada por el presidente Morales en marzo de 2013. Su objeto es establecer mecanismos, medidas y políticas integrales de prevención, atención, protección y reparación a las mujeres en situación de violencia, así como la persecución y sanción a los agresores. Se trata de una ley avanzada, resultado de muchos años de lucha de las mujeres por sus derechos en una sociedad patriarcal y machista como la boliviana.

En 11 años de vigencia, la Ley 348 permitió el registro de centenas de miles de denuncias de violencia contra mujeres en el país. Según datos del Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer, el año pasado hubo casi 52.000 denuncias. Los casos de violencia familiar o doméstica, que son la mayoría, se incrementaron en 193% entre 2013 y 2023. Cada día, en promedio, hay 142 denuncias de violencia contra mujeres, 30 agresiones sexuales, 104 embarazos de niñas y adolescentes. En 2023 se registraron 81 feminicidios.

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta. Por ello son deplorables afirmaciones tan ligeras como que la Ley 348 es una “ley antihombres” o, peor, que “la violencia no tiene género”. Si bien existen acusaciones falsas contra hombres, e incluso detenciones arbitrarias presumiendo culpabilidad, ello no atenúa ni menos niega la abrumadora evidencia de que las mujeres son las victimas sistemáticas de actos de violencia en todas sus formas.

En su capítulo de derechos fundamentales, la Constitución señala con claridad que “todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual y psicológica”. Y establece que el Estado tiene la obligación de adoptar las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar la violencia de género.

Con ese mandato constitucional, la Ley 348 define mecanismos para proteger a las mujeres. Y traza la ruta para la denuncia, persecución y sanción penal de los agresores.

Es evidente que se requiere una reforma normativa y hay valiosas propuestas para el efecto. Pero sobre todo fallan los operadores del sistema judicial. Claro que debe evitarse que haya hombres inocentes en prisión, pero sobre todo que los feminicidas y violentos estén libres. Las polémicas palabras del presidente del Senado tendrían que servir para debatir el tema, mejorar la ley, garantizar en serio para las mujeres una vida libre de violencia y frenar las muy peligrosas campañas antiderechos.

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Un vecino conflictivo

El gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo

Por La Razón

/ 18 de abril de 2024 / 07:06

Días atrás, la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, informó que había decidido reforzar la seguridad en la frontera con Bolivia debido a la supuesta presencia de cientos de militares iraníes en el país. La respuesta de la Cancillería boliviana fue tan rápida como mesurada, en evidente contraste con el tono que está adoptando el gobierno de Javier Milei.

Desde el inicio, la presidencia de Javier Milei ha sido notable no solo por sus políticas internas de shock, sino también por su manejo de las relaciones internacionales, especialmente con países latinoamericanos de gobiernos considerados izquierdistas. Sus controversiales interacciones con líderes regionales han generado un amplio debate sobre las estrategias diplomáticas y sus implicaciones tanto a nivel regional como doméstico.

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Primero, el intercambio de insultos con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, provocó una rápida escalada de tensiones que afortunadamente no pasaron a más. Milei respondió a las críticas de López Obrador, quien había tildado a Milei de “facho conservador”, con términos igualmente duros, exacerbando las fricciones bilaterales. Este tipo de diplomacia de confrontación no solo socava las relaciones tradicionalmente cordiales entre Argentina y México, sino que también plantea preguntas sobre la estabilidad regional.

Por otra parte, las relaciones con Colombia se tensaron significativamente después de que Milei llamara al presidente Gustavo Petro «comunista asesino». Esta declaración provocó una pronta respuesta diplomática de Colombia, incluyendo el llamado de su embajador en Buenos Aires, lo cual subraya la seriedad del conflicto y el impacto en las relaciones diplomáticas; por ahora las relaciones entre ambos países están normalizándose y los respectivos embajadores han regresado a sus funciones.

Asimismo, la afirmación de la ministra Bullrich sobre la presunta presencia de militares iraníes en Bolivia añadió más leña al fuego, mostrando una tendencia hacia declaraciones provocativas que pueden tener serias repercusiones diplomáticas y de seguridad. Algo similar había ocurrido poco antes, cuando el presidente Milei afirmó que el gobierno de Chile iba a llevar a ese país a la pobreza por adoptar políticas socialistas. En ambos casos la respuesta fue pronta, mesurada y contundente.

En el frente interno, estas controversias internacionales parecen servir como una cortina de humo para desviar la atención de los problemas económicos graves que enfrenta Argentina, como la inflación y el estancamiento económico. Al centrarse en conflictos externos, el gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo, mientras posterga o minimiza la discusión sobre la necesidad de reformas económicas internas profundas.

Es posible que las tácticas de confrontación de Milei tengan un atractivo político inmediato entre ciertos sectores en Argentina que le son afines, pero los riesgos asociados a alienar a países vecinos y potenciales socios comerciales son altos, especialmente en el mediano y largo plazos, cuando el polémico mandatario ya no esté en funciones.

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Los medios en cuestión

Por La Razón

/ 14 de abril de 2024 / 00:20

El reciente estudio Delphi de la Fundación Friedrich Ebert (FES-Bolivia), realizado con líderes de todo el país, revela datos delicados respecto a los medios de comunicación y su desempeño. Además de una baja confianza, se percibe a los medios como promotores del conflicto y como actores políticos que informan en función a su agenda e intereses. La evaluación es crítica.

Hubo un tiempo en que los medios de comunicación y periodistas, en general, estaban en la cima de la confianza ciudadana. Junto con la Iglesia Católica, tenían muy alta legitimidad. Hoy es diferente: en la Delphi de la FES, solo el 7% tiene una confianza alta o muy alta en los medios. Para el 39% es regular. Y un mayoritario 54% confía poco o nada. Estos datos debieran preocuparnos. Si bien estamos mejor que otras entidades, la confianza es un bien preciado que los medios debemos recuperar y preservar.

En un contexto en que los medios digitales y las redes sociales tienden a desplazar a los medios de comunicación tradicionales como principal fuente de información, es necesario hacer un examen acerca de nuestro desempeño. ¿Cómo nos evalúan los líderes? Más de dos tercios, nada menos, sostienen que los medios informan en función a su propia agenda e intereses. Si sumamos el 13,5% que nos perciben como manipuladores, el saldo es muy negativo. Solo un marginal 7% cree que los medios informan con veracidad.

La baja confianza en los medios y la percepción de que informan más pensando en ellos mismos que en la sociedad, quizás se explican, entre otros factores, porque varios operadores mediáticos están polarizados y alientan la polarización. Lo vimos como tragedia en la crisis de 2019, cuando algunos medios y periodistas avalaron y hasta justificaron las masacres. Ello se reafirma en la Delphi: 86% de los líderes consultados sostienen que los medios promueven enfrentamientos y conflictos en el país.

Por si fuera poco, en estas percepciones reveladoras de la situación del campo mediático en Bolivia, casi nueve de cada 10 participantes en el estudio de la FES están de acuerdo con la afirmación de que los medios actúan como si fuesen actores políticos. Es tremendo. Para los liderazgos, la esencia de los medios se está perdiendo. En su balance, varios medios y periodistas están más cerca de la acción política que de la labor informativa. Eso, por supuesto, va en desmedro del periodismo.

Los estudios de percepción cualitativa y de opinión pública expresan tendencias generales en momentos determinados. Son útiles para la reflexión y el análisis. Y contribuyen a la autocrítica. Pero hay diferencias. Más allá de las percepciones aquí descritas, es meritorio el trabajo de medios que persisten en el empeño de cuidar y cultivar cada día los derechos a la comunicación e información. Como diario nos situamos en ese camino reafirmando nuestro compromiso con el libre ejercicio del oficio periodístico.

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