Alumnos de Ana Romero pasan clases en la calle
Los estudiantes del colegio Ana María Romero de Campero, de la zona San Miguel del Distrito 7, pasan clases incluso hasta en la calle. La unidad educativa solo cuenta con cuatro salones para seis cursos de primaria; pero dos de ellos están sin techo debido a un ventarrón.
Los estudiantes del colegio Ana María Romero de Campero, de la zona San Miguel del Distrito 7, pasan clases incluso hasta en la calle. La unidad educativa solo cuenta con cuatro salones para seis cursos de primaria; pero dos de ellos están sin techo debido a un ventarrón.
El viernes 17 de octubre, cerca de las 10.30, un fuerte viento que se aproximó a los 70 kilómetros por hora, arrancó los techos de calaminas de dos de las cuatro aulas de este colegio, justo cuando los niños y niñas pasaban clases. Dos de ellas resultaron heridas e, incluso, una perdió el conocimiento por el dolor.
Tras este incidente, los estudiantes se quedaron sin aula y fueron transferidos a la sede social de la zona, pero a veces el lugar está cerrado y entonces están obligados a pasar clases en las calles.
La semana pasada, La Razón visitó el lugar y vio a los colegiales en esas condiciones, sentados en piedras, sobre la tierra y al borde de un canal para encauzar el agua de los sembradíos del lugar.
Necesidad. La necesidad de brindar a sus hijos un lugar para estudiar, sin tener que caminar por más de 20 minutos en medio de la polvareda, obligó a los padres a construir el colegio. Ellos decidieron recolectar material de diferentes instituciones, y cada uno logró juntar lo necesario para iniciar las edificaciones.
Estas construcciones fueron hechas en 2009 y el colegio inició actividades con 25 alumnos con el nombre de San Miguel. Como el colegio necesitaba profesores, los padres aportaron económicamente para contratar a cuatro para primaria.
En 2012, el establecimiento cambió de nombre a Ana María Romero de Campero, en reconocimiento a su labor en defensa de los derechos humanos. También ese año, la unidad educativa fue reconocida por el Ministerio de Educación a través de una resolución ministerial. Los papás también lograron validar las clases de los primeros años.
Jenny Pérez, madre de dos hijos, relató que de todo el grupo que trabajó en la construcción, al menos, el 80% eran mamás, porque sus esposos laburaban en otro lado.
Las aulas fueron edificadas con ladrillo, sin revoques ni pintura. Cada una mide, al menos, cuatro por siete metros. Las dos de la izquierda aún llevan techos de calaminas; pero las dos de la derecha están sin ellos.
Cuando este medio visitó el lugar, funcionarios de la Alcaldía colocaban el techo. Ésta es la primera intervención municipal en esos ambientes.
También se anunció la construcción de un muro de cerco, que carece por el momento. Por dentro están pintadas de verde, llevan pizarrones acrílicos colgados en la pared y el piso es de cemento. Los techos están revestidos con tela.
En un curso pasan clases los alumnos de inicial y kínder; en otro, los de 1° y 2° de primaria; pero los de tercero a sexto de primaria se quedaron sin ese privilegio, por la falta de techos en las aulas dañadas. Antes pasaban clases los de 3° y 4° en un aula y los de 5° y 6°, en otra. Se abrió un nuevo curso para 1° de secundaria y los alumnos de este grado lo hacen en la sede social de la zona.
“Nos sentimos mal, hay mucha tierra, el frío y el calor del sol molestan, eso nos distrae a veces”, dijo Diego, uno de los estudiantes de 5° que pasa clases en la tierra. A unos 500 metros de la unidad educativa, se halla la sede social a la que fueron derivados los alumnos que se quedaron sin aulas. Es un ambiente de diez por seis metros, los alumnos dijeron que sienten mucho frío. El día que este diario visitó la zona, no estaban todos los estudiantes, porque como no hay aulas disponibles para las clases, algunos papás decidieron retirar a sus hijos.
La Alcaldía construirá más aulas y un muro
El secretario municipal de Desarrollo Humano y Social, Henry Alcón, aseguró que se realizará un estudio del crecimiento vegetativo de la zona San Miguel y del colegio Ana María Romero de Campero para calcular la cantidad de aulas que se necesitan en la actualidad y en el futuro.
“Tras el incidente de vientos huracanados que se llevaron los techos de dos aulas, nos hemos puesto en campaña para esta unidad educativa y para otras de El Alto”, expresó.
La Alcaldía construye en la actualidad, con recursos provenientes del programa Evo Cumple, un muro perimetral de ladrillo en la unidad educativa con un presupuesto de 400.000 bolivianos. Además fue concluida una batería de baño ubicada a 50 metros de las cuatro aulas edificadas por los padres de familia.
En lo que respecta a los techos, que fueron arrancados de las estructuras de madera de dos aulas, están siendo refaccionados. Los obreros ediles colocan nuevas calaminas.
El presidente de la zona San Miguel, Edwin Llojlla, dijo que se hubiera destinado recursos económicos para la refacción del colegio pero la zona no cuenta con Plan Operativo Anual (POA). “El problema es que el barrio no tiene planimetría debido a razones administrativas y burocráticas en la Alcaldía, por lo tanto no recibe recursos, pero tratamos de viabilidad o canalizar, a través de las subalcaldía con el POA distrital”, dijo.
Uno de los docentes de este colegio Adolfo Mamani explicó que también se colocarán al menos 100 arbolitos en todo el colegio. Por el momento ya se terminaron de plantar cerca de 12 pinos en la entrada.
Alcón aseguró, por otra parte, que el 80% de las unidades educativas de El Alto están siendo atendidas en la actualidad y que hace falta el 20% porque son de nueva creación y porque también fueron afectadas por razones climatológicas.