Sociedad

Sunday 19 May 2024 | Actualizado a 05:42 AM

Detectives usan métodos ilícitos para cobrar deudas, advierten

No existe una norma que regule el trabajo de los investigadores privados. La Policía Boliviana sostiene que sus métodos son ilegales y anuncia que los investigará

Por La Razón

/ 2 de agosto de 2015 / 04:00

Prestar dinero es una forma de obtener ganancias, pero tiene sus riesgos: que el prestatario no pague o desaparezca. En La Paz, investigadores privados, que admiten que usan métodos al margen de la ley, ofrecen sus servicios de cobranza. En enero de este año cuatro colombianos y dos brasileños fueron capturados en Santa Cruz y en Cochabamba por el secuestro de 12 personas, familiares del deudor, para obligarle a honrar sus compromisos económicos.

Bolivia abolió en los años 90 la prisión por deudas. Nadie puede ser privado de su libertad ni procesado por deudas en un juicio penal. El prestamista tiene la opción de acudir a la vía civil, en la que los juicios duran más.

El viceministro de Seguridad Ciudadana, Gonzalo Lazcano, afirma que este accionar es característico de “extranjeros que se dedican al préstamo y cobro de dinero bajo un sistema de coacción al margen de la ley”.  “En La Paz no hemos tenido este tipo de casos, solo en Cochabamba y Santa Cruz”.

“En Bolivia no hay (sicarios) que ofrecen estos servicios, aunque sí hay muchos ciudadanos extranjeros que utilizan mecanismos de presión para estas cosas”.  Sin embargo, basta echar una hojeada a los avisos clasificados de los diarios locales para toparse con los anuncios de los denominados cobradores profesionales.

Ofertas. “Yo lo ubico. Lo voy a agarrar y lo voy a traer, voy a hacer que se siente frente a usted, vamos a averiguar qué bienes tiene. Voy a hacer que le pague el capital, los intereses y también daños y perjuicios. Todo lo que usted va a gastar para encontrarlo, hasta el último centavo le va a pagar”, es la oferta de un investigador contactado por este diario.

Para hacer el trato pide Bs 5.000 de inicio. El interesado debe desembolsar un adelanto de Bs 2.500 para que haga las primeras diligencias y el resto tiene que entregarlo una vez que el deudor sea conducido ante él.

“Investigación privada. Se buscan personas por deudas, infidelidad, juicios, seguimiento con pruebas, absoluta discreción”, dice uno de los muchos anuncios que se publican a diario.  La Razón conversó con tres detectives privados y con un sicario. A los tres primeros los contactó a través de anuncios en los periódicos y el último, por internet.

El primero planta sus condiciones por teléfono. “Deberá pagar Bs 700 solo por la ubicación de su domicilio y entre Bs 1.500 y 2.500 por encontrarlo. Si quiere que haga el cobro, le costará entre el 10 y el 20% del monto adeudado. Después de ubicarlo, usted actuará de forma legal, con un abogado, y si no se resuelve, entonces yo me encargaré de cobrar el dinero, totalmente al margen de la ley”, advierte el cobrador.

“Esta gente opera al margen de la ley e incurre en varios delitos. Si no hay documentos de respaldo (de la deuda), es extorsión. Primero hay amedrentamiento, presión, hay muchas figuras penales, porque al final utilizan armas de fuego y hay lesiones”, dice.

Las víctimas  —agrega— no denuncian este tipo de hechos, y como nadie lo hace “no hay forma de hacer un seguimiento”. El tercer detective consultado por La Razón se compromete a ubicar al deudor en diez días.

“Eso le costará Bs 1.200 —precisa— tiene que darme el 50% de adelanto para que me pueda movilizar. Yo le voy a dar fotografías, filmaciones (del deudor). Le mostraré dónde vive, dónde trabaja, pero para hacer la cobranza debemos negociar otra cantidad, le costará el 2 a 3% del total del monto adeudado”.

De acuerdo con el abogado penalista Milton Mendoza, el trabajo que llevan a cabo los investigadores privados vulnera el derecho a la privacidad de los ciudadanos, porque “si alguien me tiene que investigar, me tiene que seguir y tomar fotografías, me filmará y podrá interceptar mi teléfono informáticamente, y me espiará también a través de las redes sociales”.

En Bolivia no existe una norma que regule su trabajo, por lo que es muy fácil que apelen a métodos ilícitos y extorsivos, apunta. 

“Esta actividad es un fenómeno que trae consigo la comisión de hechos delictivos y sobre todo ahonda la inseguridad. No sabemos con quiénes nos topamos ni qué tipo de métodos van a utilizar estas personas para conseguir sus propósitos”, añade.

El sicario contactado por este medio, a través de correo electrónico, dice vivir en la ciudad de Puno, Perú: “Podemos cobrar la deuda que sea y asegurarte que tendrás el dinero de regreso. Te cobramos el 5% de lo recuperado, pagado una vez que tengas de regreso el dinero contigo”. Inicialmente se le debe cancelar la suma de $us 400 para cubrir “costos operativos” y el tiempo estimado como máximo para recobrar la suma es de siete días. El coronel Gary Omonte, director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), asegura que desconoce la existencia de denuncias contra estos cobradores.

Sin embargo, deja en claro que el trabajo de los detectives particulares no está regulado por ninguna normativa y que los únicos  que pueden realizar investigaciones en el país son: la Policía Nacional, el Ministerio Público, el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) y el Instituto de Investigaciones Técnico Científicas de la Universidad Policial (IITCUP), conforme lo establece el Código de Procedimiento Penal.

“Vamos a investigar a estas personas que realizan esta labor porque no está permitido que una persona siga a otra, tome fotos o haga filmaciones porque estarían vulnerando sus derechos constitucionales”, advierte.

Delito. También asegura que los exoficiales de policía que consideren que pueden dedicarse a esta labor, están cometiendo un delito y pide a los ciudadanos que se sientan perseguidos formalizar una denuncia ante la FELCC. Según el experto en criminología Carlos Flores, estas ofertas de los investigadores particulares, que han proliferado en los últimos años en Bolivia “incrementan la criminalidad en el país”.

“Como no cuentan con ningún tipo de permiso ni de legalidad, se valen de métodos reñidos con la ley”, recalca. Asegura que estos detectives pueden cometer allanamientos, violación de correspondencia, realizar escuchas ilegales, entre otros, lo que incrementa la inseguridad ciudadana.

“Las personas que contratan a esta gente están incurriendo en una actitud dolosa, porque hay bufetes que se encargan de iniciar procesos como lo establece la norma”, aclara Lazcano. “¿Le deben $us o Bs? Financiamos el costo total de la tramitación de juicios ejecutivos y coactivos civiles”, dice uno de los avisos de un estudio de abogados que prestan este tipo de servicios.

Sin embargo, en el mercado no solamente están los que usan la violencia física para presionar a los deudores. Hay anuncios en los periódicos donde los cobradores ofrecen desprestigiar —escrachar— a los prestatarios incumplidos ante su entorno social.

“Un grupo de personas, con guitarra en mano, ingresó al restaurante donde se encontraba el presunto estafador y su familia, y procedió a cantarle canciones con letras sugestivas, que dan a entender que son deudores morosos, avergonzándolos delante del resto de la gente como una forma de coacción”, relata a este diario un testigo de este procedimiento.

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Dilemas opositores

Por La Razón

/ 19 de mayo de 2024 / 00:12

Un reciente estudio de opinión pública realizado por el Celag en el país revela importantes percepciones respecto a la oposición política. Estos datos son significativos en medio de los dilemas de las dirigencias opositoras en torno a su reiterado discurso de unidad versus sus prácticas divisorias. Corre cuenta regresiva para las definiciones rumbo al próximo ciclo electoral.

 La encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) incluye tres preguntas sobre el campo de la oposición. Las tres son críticas. La primera tiene que ver con la mentada unidad. ¿Podrá la oposición política unificarse para las elecciones generales 2025? Solo el 28% de las personas consultadas cree que habrá unidad. Hay, pues, un sentimiento mayoritario de escepticismo respecto a la posibilidad de que la oposición logre un candidato único o un frente amplio.

La segunda pregunta se refiere a la expectativa de los votantes opositores sobre el candidato o dirigente más capacitado para derrotar al MAS en las urnas. El 58% de los encuestados espera un candidato nuevo, reniega de las actuales opciones o no sabe. El apoyo a los candidatos en escena (Reyes Villa, Mesa, Cuéllar, Camacho, algún empresario) es muy bajo y estadísticamente irrelevante. No son buenas noticias para la oposición: la gente ve división y ausencia de un liderazgo ganador.

La tercera indagación de opinión pública del Celag es la más sensible. Casi dos tercios de las personas consultadas, nada menos, afirma que cuando la oposición pierde elecciones “no reconoce su derrota y está dispuesta a generar violencia”. Esta conducta antidemocrática de no reconocimiento del resultado electoral y falta de respeto a la institucionalidad, quizás se deba a que algunos candidatos opositores proclaman “fraude” cuando pierden elecciones. Y a veces lo hacen por anticipado, como en 2019.

Estas percepciones mayoritarias de la ciudadanía respecto al actual campo de la oposición son preocupantes. Más todavía en el actual contexto, degradado y contaminado por la división interna en el oficialismo. Y nos lleva a preguntar en qué condiciones llegará el país al próximo ciclo electoral: con un MAS-IPSP fracturado, muy lejos de ser nuevamente un partido dominante; y una oposición fragmentada, que reafirma su debilidad, su carencia de líderes y su falta de propuestas. El escenario es incierto.

Una democracia de calidad requiere partidos democráticos, líderes representativos y sólido pluralismo político, entre otras condiciones. Ello implica que tanto el oficialismo como las oposiciones deben consolidar sus estructuras partidarias, renovar liderazgos y, en especial, diseñar proyectos de futuro y plataformas programáticas. Nada de eso ocurre a poco más de un año de las elecciones 2025. Hoy la disputa política, entre la división, la polarización y la fragmentación, está concentrada en las minucias. Urge cambio de rumbo.

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Riesgo de convulsión

De nada sirvieron las escasas y tardías explicaciones de algunas autoridades, el rumor había echado raíces

Por La Razón

/ 16 de mayo de 2024 / 06:25

En menos de una semana, el Gobierno promulgó un decreto supremo y lo abrogó debido a amenazas de movilizaciones y actividades de protesta contra la norma, que, como tantas otras, no había sido promocionada y mucho menos socializada, lo cual permitió que circule abundante desinformación que galvanizó las posiciones de rechazo. El Gobierno dio el paso atrás para evitar la “convulsión”.

Se trata del DS 5143, creado, según autoridades de gobierno, para transparentar los trámites de propiedades en las oficinas de Derechos Reales y desburocratizar el procedimiento, que actualmente puede tardar hasta dos o tres años. Según el viceministro de Defensa del Consumidor, el decreto disponía la bancarización, para pagos en línea, y la interoperabilidad, para el cruce de información entre gobiernos municipales, el Servicio General de Identificación Personal (Segip) y el Servicio de Registro Cívico (Serecí); además, se trataba de la actualización de un decreto promulgado durante el gobierno de Carlos Mesa en 2004.

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Nada de esto es lo que se discutía en las calles y centros de reunión de opositores: se especuló que el decreto serviría para posibilitar la intromisión del Estado en la administración y la tenencia de la propiedad inmueble de privados o que exigiría una nueva certificación para trámites de compra-venta. De nada sirvieron las escasas y tardías explicaciones de algunas autoridades, el rumor había echado raíces y se multiplicaban las amenazas de movilizaciones.

Más tardó el Presidente en anunciar la abrogación de la norma que los líderes de las únicas dos fuerzas políticas con representación parlamentaria en salir al espacio público y celebrar la “derrota” del Gobierno. En tiempos de política de suma cero, poco o nada importa la relevancia o necesidad de políticas públicas: todo se reduce a imponer las ideas propias y evitar a cualquier costo las opuestas. Agréguese a ese estado de cosas una gestión gubernamental llena de contradicciones y se produce lo que tantas veces se ha lamentado en este mismo espacio: pérdida de confianza de la población en las instituciones gubernamentales.

La creciente conflictividad, las dirigencias opositoras claramente orientadas a la solución por el desastre y la incapacidad gubernamental para crear y sostener alianzas y consensos (excepto cuando se trata de apropiarse del partido político), son un buen caldo de cultivo para la convulsión, lo cual no significa que haya, en realidad, planes para provocarla y forzar la caída del Gobierno.

En tiempos cuando menudean los discursos desinformadores y polarizadores, además de la memoria reciente de hechos sediciosos, es tentador acusar a la oposición, o a agentes no identificados, de buscar la convulsión; sin embargo, también suele ser evidente que los conflictos pueden ser fabricados con el propósito de influir sobre el ánimo de la población. Identificar quién gana más con la polémica, el conflicto y la abrogación del mentado decreto serviría para señalar quién es el más interesado en que haya miedo por la amenaza de convulsión.

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Día del Periodista

Por La Razón

/ 12 de mayo de 2024 / 00:57

El 10 de mayo, las y los periodistas de Bolivia recordamos nuestro día. ¿Hay algo que celebrar?, nos preguntamos. Y sí, existen motivos. Pero también hay nubarrones para el oficio. Por ello, más allá de los homenajes, fue un día de balance y reflexión. ¿En qué condiciones realizamos nuestra labor? ¿Cuánto aportamos a la conversación pública en democracia? ¿Cómo nos ve la sociedad?

Hace más de ochenta años, en 1938, el presidente Germán Busch promulgó un decreto supremo – luego elevado a rango de ley– que creaba la Caja de pensiones, jubilaciones y montepíos de los trabajadores asalariados de la prensa. No fue una concesión, sino una conquista como resultado de años de exigencia de derechos. Así, el 10 de mayo fue declarado Día del Periodista. Tiempo después, en 1953, un decreto supremo del presidente Víctor Paz Estenssoro estableció ese día como feriado para los periodistas.

De ese modo, cada 10 de mayo las y los periodistas revindicamos nuestro oficio y recibimos homenajes, salutaciones, reconocimientos. Es como un día destinado a elogiar el lugar que ocupa el periodismo en una sociedad democrática. Celebramos pues que, pese a dificultades y condiciones adversas, seguimos en el empeño diario de brindar información y opiniones como insumo para la deliberación colectiva. Sostenemos asimismo la necesidad de garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.

Pero el Día del Periodista es, o debiera ser, además, una ocasión propicia para el balance, para mirarnos puertas adentro y evaluar nuestro desempeño. Este ineludible ejercicio frente al espejo no puede ser autocomplaciente ni tampoco de solo flagelación, sino autocrítico. Para empezar, es importante evaluar las condiciones difíciles, a veces precarias, en las que estamos realizando nuestro trabajo, en un contexto donde las nuevas tecnologías digitales plantean serios desafíos a los medios de comunicación.

Es preocupante asimismo para el oficio periodístico el escenario de crisis no solo político-institucional en el país, sino también la complicada situación económica. Trabajamos en medio de la incertidumbre, sin horizonte de futuro. Y somos parte de la persistente polarización, que bloquea el diálogo plural y dinamita los puentes de encuentro. Diferentes estudios de opinión señalan que la ciudadanía y los liderazgos ven a los medios como promotores del enfrentamiento. Y hasta nos perciben como actores políticos.

¿Cuánto estamos contribuyendo, en el día a día, a la convivencia en democracia? ¿Cómo mejorar nuestras condiciones de trabajo, libres de presiones y amenazas? Y la pregunta esencial: ¿estamos haciendo buen periodismo, conforme a nuestros códigos de ética o, más bien, un periodismo instrumental, con arreglo a nuestra propia agenda y otros intereses? Hay que celebrar el Día del Periodista con llamamiento urgente para cuidar el oficio y, entre otras cosas, frenar la degradación de nuestras asociaciones. 

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El MAS y la crisis

La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos

Por La Razón

/ 9 de mayo de 2024 / 06:39

Para nadie debe ser desconocido que el Movimiento al Socialismo (MAS) es la fuerza política más importante de las últimas décadas y el único partido con estructura y potencia suficientes para intervenir en todas las esferas de la vida pública. Sin embargo, precisamente por estos atributos, la feroz lucha que han desatado sus dirigentes no solo afecta al partido, sino a todo el Estado.

Más tardó en terminar el X Congreso del partido, el domingo, en la ciudad de El Alto, convocado por el “ala arcista” del partido, que portavoces del “ala evista” en descalificar el encuentro de la peor forma posible y amenazar con todo tipo de recursos, legales y no, para impedir que las decisiones acordadas lleguen a materializarse.

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No es para menos: se ha elegido a un nuevo jefe nacional del partido, honor que recayó en Gróver García, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), afín al presidente Arce, y se ha decidido revisar el estatuto del MAS para eliminar la disposición que concede la dirección vitalicia del partido al expresidente Evo Morales y para eliminar la restricción de antigüedad como militante para asumir cualquier candidatura.

Para que el congreso masista pudiese llevarse a cabo y que contase con la presencia de veedores del Tribunal Supremo Electoral (TSE), hizo falta que una Sala Constitucional de La Paz ordenase al Órgano Electoral cumplir con el artículo 30 de la Ley de Partidos Políticos. Entre analistas y opinadores de todas las tendencias hubo consenso en que se trata de un nuevo “fallo a la carta”, de los que menudean desde que los magistrados del Órgano Judicial decidieran autoprorrogarse.

A esta evidente muestra de injerencia de un órgano sobre otro (primero el Ejecutivo sobre el Judicial y luego éste sobre el Electoral), se suma la cantidad de ocasiones en que delegados y portavoces del evismo han descalificado al TSE y sus resoluciones por ser contrarias a sus intereses y expectativas. La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos.

Súmese a este estado de cosas la previsible pugna que se desatará en la Sala Plena del TSE cuando algunos vocales intenten incidir en favor de uno u otro aspirante a candidato. Entonces, las acusaciones y descalificaciones que hoy se sugieren, serán amplificadas, dañando de manera feroz la credibilidad y reputación del órgano llamado constitucionalmente a administrar los procesos que dan sustento al sistema democrático boliviano y a dar legitimidad a las autoridades electas.

A estas alturas de la lucha es, pues, evidente que sin importar el tono y el contenido de los mensajes que una y otra facción del MAS publicitan, lo verdaderamente central para ambas partes es asegurar que el candidato propio llegue a la papeleta y/o que el contrincante no lo logre. Si para tal fin tienen que terminar de romper la institucionalidad del Estado, no dudarán en hacerlo, y eso son malas noticias.

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Democracia en riesgo

Por La Razón

/ 5 de mayo de 2024 / 00:34

La reciente decisión de una sala constitucional en torno al “congreso del MAS-IPSP” convocado por dirigentes de la facción arcista constituye una tosca injerencia en las competencias del TSE. Y cruza un límite que pone en riesgo no solo la institucionalidad electoral, sino la propia democracia. Es fundamental ponerle freno antes de que conduzca a una deriva autoritaria.

 Una de las condiciones fundamentales de un Estado de Derecho es la autonomía e independencia de los órganos del poder público, además de su separación. Cuando uno o más órganos se subordinan a otro o surge una especie de suprapoder, esa estructura y organización funcional del Estado se resquebraja. Asimismo, cuando el sistema de gobierno empieza a depender de decisiones arbitrarias e inconstitucionales, la democracia está en riesgo. Estamos transitando ese muy peligroso umbral en el país.

En nuestro proceso de construcción y reforma estatal, no es nuevo que el Legislativo dependa de los mandatos del Ejecutivo. Tampoco es raro que la administración de justicia esté subordinada al poder político y a poderes fácticos. Lo crítico es que surja un suprapoder que imponga sucesivos fallos por fuera del marco constitucional y pisoteando la institucionalidad democrática. Desde el año pasado hay un suprapoder en Bolivia que, en consorcio con actores políticos, opera desde el TCP y algunas salas constitucionales.

A punta de sentencias, declaraciones y autos constitucionales, y algunas acciones de defensa, un arriesgado suprapoder está llevando a límites insostenibles el funcionamiento de los órganos del poder público y del sistema de gobierno. Así, bloquearon las elecciones judiciales, suspendieron las funciones de fiscalización de la ALP, se autoprorrogaron, beneficiaron a terratenientes y ahora están emitiendo “instrucciones” sobre las organizaciones políticas y los procesos electorales. Es inaceptable.

Es muy complicado y sensible para el TSE gestionar las disputas internas en los partidos, en especial en este momento la batalla entre facciones en el MAS-IPSP. Debe hacerlo en estricto cumplimiento de la Ley de Organizaciones Políticas y de los estatutos partidarios. ¿Qué ocurre cuando una sala constitucional, desde su filiación política, impone acciones que violan la normativa y vulneran las atribuciones del organismo electoral? Eso es lo que acaban de hacer, sin sonrojarse, los vocales Campero y Angles.

En un pronunciamiento difundido este viernes, las autoridades del Órgano Electoral Plurinacional exigen con timidez el respeto a la independencia de poderes para garantizar la democracia en el país. No es una exigencia menor. En realidad, se está advirtiendo que, si magistrados y jueces continúan perforando el sistema y la institucionalidad electoral, la democracia boliviana está en riesgo. Es fundamental que la disputa política no termine derrumbando el orden constitucional y el régimen democrático.

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