Hay pandemia, es cierto, hubo y habrá miles de muertos, personas que nos dejaron y nos dejarán, es cierto también, los teatros han cerrado y muchos que trabajamos ahí, nos hemos dado a la tarea de buscar otras formas para ganarnos la vida.

Todo ha sucedido en esta pandemia.

Unas cosas se han mantenido, otras han desaparecido.

Pero, a pesar de todo, las ganas de hacer teatro se han quedado.

¿Hacer teatro en pandemia?

¿Cómo se hace eso?

¿Existe la posibilidad de hacerlo?

Quizás hacer las actividades que sí se pueden hacer en un encierro, como: escribir, planificar una puesta en escena, leer teoría teatral, participar de charlas online y debatir sobre la realidad del teatro en este 2020.

Pero…

¿Qué sucede con el hecho teatral en sí? Es decir, ¿qué sucede con el encuentro entre público y actor que hace que el teatro exista? ¿O que al menos se dé la posibilidad de que algo sucede entre esos dos sujetos importantes y necesarios para el teatro?

‘La Mentira’, del taller de teatro Ser y estar. Foto: Daniela Gandarillas

El teatro es efímero, sí, existe mientras sucede y aunque luego queda registro en video, fotografías y hasta en la retina (y ojalá en la cabeza y el corazón) del espectador, el teatro es así de pasajero, lo cual requiere de mayor atención por parte del público para que no se pierda ningún detalle de la obra, lo cual exige un trabajo exhaustivo por parte de los teatreros y así ofrecer un buen producto escénico.

Pues sucede que el teatro está en crisis, o sea, siempre lo estuvo, pero ahora más con la pandemia, el encierro y el distanciamiento. Y la crisis es buena para el teatro, bueno, para las artes en general; sí, es buena porque obliga a moverse, obliga a hacer algo y no quedarse en el lugar cómodo, la crisis es buena y solo queda sacarle provecho.

Pero hay necesidades en esta pandemia. Las necesidades se manifiestan más que en situaciones pasadas, sí, hay necesidad de tener la salud plena, de saber que todo estará bien, de tener la certeza de que el país no se irá al tacho nuevamente, hay necesidad de comer, de respirar aire puro, de convivir con los demás, de no entrar en depresión, etc, etc, etc. tantas necesidades que estuvieron primero antes que el volver a la escena.

Pero la escena también es importante, para muchos, o quizás para pocos en este tiempo, pero la escena también tiene su importancia. Ahí, en ese pequeño lugar de importancia, está el Taller Ser y Estar, dirigido por Patricia García, reconocida y talentosa actriz que no requiere presentación ya que su trabajo habla por ella.

‘La Mentira’, del taller de teatro Ser y estar. Foto: Daniela Gandarillas

Sobre el grupo:

Un grupo de personas, entre niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas, ¿que se arriesgue a tomar un taller de actuación online en plena pandemia? Sin duda, es un grupo particular.

La actuación es un hecho que desgasta, cansa actuar, estar parado en escena durante dos, tres o quizás más horas, para luego invertirlo en 40 a 60 minutos o lo que dure la obra; cansa y desgasta actuar. También cansa estar frente a una pantalla intentando pasar un curso online, y debe cansar más, cuando este curso es de actuación.

Ser y Estar es el espacio de formación actoral con mayor movimiento y participación, no es “un taller más”, no. Es el espacio de mayor constancia y que siempre culmina con el fin principal de la actuación: el estar frente a un público y actuar.

Ya desde versiones pasadas fuimos parte del Ser y Estar con textos individuales y colectivos, con publicaciones, con apoyo, como espectadores y como toda forma en que se pudo apoyar, porque si no se apoyan los espacios de formación, estos desaparecen y luego, nuevamente escasean actores y actrices y, por enésima vez, terminaremos siendo los mismos y entre los mismos haciendo teatro. Por lo tanto, hay que apoyar, hay que formar y hay que insistir con este tipo de espacios de formación, ya que si no lo hacemos, luego tendremos un vacío generacional del que luego tendremos que hacernos cargo.

El grupo de La mentira es uno muy particular, no solo por la cantidad de personas que se animan a actuar en plena pandemia, sino porque la variedad generacional (hay desde niños, adolescentes, jóvenes, personas adultas y de la tercera edad) nos muestra que la actuación es vital en todo momento de la vida.

‘La Mentira’, del taller de teatro Ser y estar. Foto: Daniela Gandarillas

Sobre el texto:

Escribir en aislamiento sería como el sueño de todo escritor ya que, al no poder salir, solo queda escribir, escribir y seguir escribiendo.

La escritura escénica puede ser un proceso creativo de total aislamiento, o también puede ser un proceso colectivo, con varias manos escribiendo al mismo tiempo. Lo cierto es que el texto dramático sufre su primera muerte cuando se realiza la primera lectura con los actores/actrices, luego vendrá el proceso de revisión y así hasta su estreno.

Escribir para un taller de actuación online fue un proceso de diversión y reto, lo primero porque escribir siempre ha sido divertido; uno juega con posibilidades, con personajes y sus voces, con choques y enfrentamientos, fricciones que llevan a otras posibilidades mientras se construye la estructura. Pero se puso más divertido porque la escritura debía responder a la premisa de: La Mentira.

El teatro siempre ha sido una mentira, parte de una mentira, usa una mentira; pero para llegar a una verdad o descubrirla en ella había que utilizar el teatro y sus características para dar voz a los actores/actrices y, mediante el mismo hecho teatral, cuestionar al teatro.

Fue Patricia García quien me invitó a escribir para su taller, escribir un texto teatral para algo que no era netamente teatral, algo que debía sonar a teatro y que, en lo posible, iba a ser mostrado como teatro y en un teatro.

Entonces, había la carne (de los actores y actrices) había una directora, había un dramaturgo, había espacios y había las ganas de hacer algo, pero… (siempre hay un pero) faltaba aquello que hizo que por mucho tiempo nos quedemos en la escena teatral: el convivio.

Un actor parado en escena y una otra persona que mira, son suficientes elementos para que el hecho teatral exista.

‘La Mentira’, del taller de teatro Ser y estar. Foto: Daniela Gandarillas

Hay actores, hay texto y hay escena, lo que no habrá son los espectadores, el público, esa entidad que complementa al actor, esa entidad que recibe y siente, que cuestiona, que disfruta o desecha y se puede ir en media obra, esa entidad que aplaude o puede cortar la cabeza del actor si es que lo hace mal.

El público no está o no estará aun mientras sigamos en pandemia. Y si está, será con medidas de bioseguridad, es decir: no será lo mismo, y está bien que así sea, buscar lo mismo en una función de teatro es esperar nada, porque el actor no puede buscar lo mismo que encontró en la función de ayer, no. El teatro, así como la realidad, es variable, se mueve, cambia con cada momento, se transforma y esperemos que también transforme a los que lo viven y lo espectan. El público ahora tiene un rol distinto.

Ese rol muchas veces fue disfrazado con frases como: “desde la comodidad de tu casa” o “ya no es necesario que vayas al teatro, el teatro va hacia ti” y tantas otras frases que utilizaron los colegas teatreros para vender sus obras online durante esta pandemia. Pero el público, aunque con un rol diferente al de antes, sigue ahí y seguirá estando, aunque sean unos cuantos, aunque sigan siendo nuestras familias las únicas que vean nuestras obras, el público siempre estará.

Entonces había que escribir sin conocer a los actores/actrices, pero había que escribir para que luego ellos pongan su voz para estos cuerpos que iban apareciendo en la escena; unos más rápido qué otros, porque es difícil escribir una voz sin conocer el cuerpo, sin al menos ver el rostro del que luego estará en escena, pero había que escribir y aunque a ratos aparecían las dificultades, la necesidad de “construir y contribuir” a la escena eran más fuertes.

La premisa era simple: La mentira. Había que escribir sobre la mentira, algo fácil, pensé, algo de lo que siempre hablo, porque mis obras son una mentira y lo dicen delante del público (una especie de distanciamiento Brechtiano) lo exponen para que ellos sepan bien a lo que se están enfrentando y también para que se construya un cuestionamiento al teatro para ver si es de verdad esto lo que tanto hemos buscado.

‘La Mentira’, del taller de teatro Ser y estar. Foto: Daniela Gandarillas

Escribo sobre una mentira intentando que sea verdad o que al menos parezca una verdad o que al menos se descubra una verdad. Escribo para cuerpos, vacíos primero y que luego se llenan de emociones mediante mis palabras. Escribo para personas que no conozco y que quizás no conozca nunca, pero que espero que me conozcan un poco con estas palabras que dibujo. Escribo para que algún día nos conozcamos y me puteen por haber escrito esas cosas, palabras que quizás no quieran decir al principio pero que quizás luego les encante decirlas. Escribo siempre usando el enfrentamiento, la fricción, el que ninguno esté de acuerdo con nadie y que siempre existan posiciones diferentes, clásica técnica dramatúrgica para construir estructura y para generar un buen conflicto. Escribo y el texto va saliendo, debo hacer pausas para dedicarme a otros asuntos, pero siempre pienso en que retomar el texto será una tarea difícil, sobre todo porque son muchas voces que deben construir una historia. 16 voces que pasan por mis manos, que agrupo para reducir escenas y luego analizar hacia dónde se van los posibles finales, 16 voces que me exigen aparecer y que a veces, algunos, los que tienen menos líneas, me reclaman mayor presencia.

Escribir siempre es un placer y una tortura.

Reviso el texto, lo que puedo y quiero, porque también tengo el interés de que se lea así, sin mucha edición y con más carga visceral (sí, los textos pierden mucha visceralidad al momento de la edición) reviso muy poco y envío el documento, respiro porque mi trabajo ha concluido.

Taller Ser y Estar

‘La Mentira‘ se presentará el domingo 13 de diciembre a las 19.00. El evento se transmitirá por la plataforma virtual de SuperTicket. El costo de las entradas es de Bs 35.

Integrantes: Ibán Rolando Alcoba Condori, Valentina Tiffany Luna Bacarreza, Julio Ignacio Cabezas Morales, Aldo Esteban Cabezas Oropeza, César Santiago Cabezas Oropeza, María José Guachalla Saravia, Amanda Rosa Harb Malky, Christian Rodrigo López Vela, Marcelo Giovanni Mendoza Cuevas, Karen Fernanda Obando García, Andrés A. Pérez Sanabria, Mauricio Gonzalo Ramírez Lanza, Daniela Roca Claure Stephanie Sofia Toussaint, Melba Alexandra Uriarte Toro y Gabriela Isabel Zurita Delfin.

Diseño, arte y fotografía: Daniela Gandarillas

Luces: Diego Ayala

Sonido: René Mendoza

Video: Alejandro Bejarano

Dirección: Patricia García

Con el apoyo de Teatro Nuna Espacio Arte