Mafalda Córdova
Un clima de paradójica suavidad en la dureza de la roca caracteriza la nueva producción plástica de Mafalda Córdova Eyzaguirre, a quien aplaudimos en sus días de entrega al impresionismo y más tarde al realismo".
Un clima de paradójica suavidad en la dureza de la roca caracteriza la nueva producción plástica de Mafalda Córdova Eyzaguirre, a quien aplaudimos en sus días de entrega al impresionismo y más tarde al realismo». Con estas palabras destacaba, ya a fines de los 90, el comentarista Mario Ríos Gastelú la obra de la artista paceña.
Y, como él, quienes han seguido el trabajo pictórico de esta dama nacida en 1933, maestra entusiasta de nuevas generaciones, han reparado con admiración en la versatilidad de su arte.
Mafalda Córdova falleció el sábado. La Paz se queda sin esa mirada cautivada por el paisaje urbano en franca competencia con el nevado Illimani. Se queda sin aquella mujer que pintó sus pepinos, sus bodegones, más que como una forma de retratarlos, como una lectura de su sensibilidad y espíritu. Pierde a quien buscó en distintas técnicas el medio para expresarse: la pintura, el collage, las técnicas mixtas.
Lo decía también Ríos Gastelú, tal como recogió La Razón en el libro de arte que editó el 2009, en ocasión de los 19 años del periódico: Mafalda veía la realidad con el alma. Este año 2010, que ya termina, se ha llevado a artistas importantes del país. Antes fue Inés Córdova, ahora es Mafalda. El color se tiñe de duelo.