Hechos, no palabras
El cambio climático se ha convertido en el tema de moda y en el enemigo moderno por excelencia, superando con creces al terrorismo. En reuniones familiares y laborales, moros y cristianos despliegan controversias interminables al respecto.
El cambio climático se ha convertido en el tema de moda y en el enemigo moderno por excelencia, superando con creces al terrorismo. En reuniones familiares y laborales, moros y cristianos despliegan controversias interminables al respecto.
Sin mayores demostraciones y en diferentes rubros, negocios frustrados y pobres desempeños son atribuidos a este fenómeno climático. Lo paradójico es que tales discusiones y escusas, por lo general, se realizan en ámbitos urbanos muy bien acondicionados, como por ejemplo el palaciego y excesivamente refrigerado Moon Palace Resort, en las afueras de la ciudad turística mexicana de Cancún, donde se realizaron las negociaciones para afrontar el cambio climático.
No sucede lo mismo en el área rural, ámbito donde las comunidades aún preservan un estrecho vínculo con la naturaleza. Allí el calentamiento global se vive en los hechos no el imaginario, se lo enfrenta con obras no con el lenguaje. Es el caso por ejemplo de la guerra que actualmente está librando el Chaco boliviano, en donde la imaginación de sus pobladores es desarrollada cotidianamente con innovaciones y experimentos locales ante la sequía, y que los pone a la vanguardia y en mejores condiciones en esta lucha climática que, más tarde que temprano, modificará la vida en el planeta.