Histórico encuentro
En Bolivia, la restitución de las relaciones pasa por un acceso al océano Pacífico
El lunes tuvo lugar en La Paz un hecho histórico: después de 60 años, un canciller chileno pisó suelo boliviano con claras intenciones de encauzar positivamente las relaciones con Bolivia. Tal fue el mensaje proyectado por las declaraciones formuladas por el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alfredo Moreno, antes de viajar a La Paz; pero también por la comitiva de alto nivel que lo acompañó.
Si bien la mediterraneidad boliviana constituye solamente un punto más de los 13 que serán discutidos, las autoridades de ambas naciones están conscientes de que cualquier avance en las relaciones bilaterales pasa por la resolución del conflicto marítimo. El enclaustramiento del país no es solamente geográfico, sino también cultural. En el imaginario boliviano, la pérdida del acceso marítimo se renueva en cada generación como una herida abierta que no termina de cerrarse, y se constituye en un escollo permanente que impide estrechar lazos con el vecino país.
El restablecimiento de cualquier relación fragmentada, ya sea comercial, cultural o sentimental, pasa por olvidar rencillas del pasado y orientar la mirada hacia el futuro, perdón de por medio; y en Bolivia, el perdón pasa por la restitución de un acceso al océano Pacífico. Sin embargo, no se trata de una decisión sencilla, por cuanto pone en cuestión uno de los aspectos primordiales para la paz entre los Estados, pero también para la seguridad interna: los límites territoriales y los tratados que los sustentan.
Ante la consulta de «cuál debería ser la actitud del Estado chileno ante la demanda marítima de Bolivia», un reciente sondeo realizado en el país vecino entregaba datos preocupantes: 43% de la población chilena rechaza ceder una salida soberana al océano Pacífico, así como cualquier compensación económica. Un 35% está de acuerdo «sólo» en entregar beneficios económicos, y únicamente un 13% estaría de acuerdo en conferir a Bolivia una franja soberana por el norte de Chile. Las respuestas son contundentes y complican a la diplomacia chilena.
Si el gobierno de Piñera en verdad está interesado en restituir las relaciones, tal como parece, queda entonces discutir estrategias que reviertan la opinión adversa del pueblo chileno al respecto (como una posible compensación equivalente a la superficie de tierra y a los espacios marítimos entregados), y es justamente allí donde la diplomacia boliviana podrá y deberá cobrar protagonismo.