Reveladoras arbitrariedades
Michael Obus, el juez encargado de llevar el proceso en contra de Dominique Strauss-Kahn (DSK), inculpado en Nueva York por agresión sexual e intento de violación, desestimó los cargos, luego de que la fiscalía se lo solicitara, aduciendo que la camarera que lo denunció, Nafissatou Diallo, carecía de credibilidad por las flagrantes contradicciones y mentiras en las que incurrió durante las investigaciones, además de circunstancias sospechosas.
Michael Obus, el juez encargado de llevar el proceso en contra de Dominique Strauss-Kahn (DSK), inculpado en Nueva York por agresión sexual e intento de violación, desestimó los cargos, luego de que la fiscalía se lo solicitara, aduciendo que la camarera que lo denunció, Nafissatou Diallo, carecía de credibilidad por las flagrantes contradicciones y mentiras en las que incurrió durante las investigaciones, además de circunstancias sospechosas. Strauss-Kahn está ahora seguro de que no irá a la cárcel, pero todavía tiene que enfrentarse a la demanda civil en Estados Unidos y a otra interpuesta en Francia, también por intento de violación.
Además de costarle el cargo, el caso de Nueva York ha mermado la reputación del ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), sacando a relucir una incómoda faceta de su personalidad que hasta ahora no se había hecho pública del todo: su relación conflictiva con las mujeres. Pero al mismo tiempo ha puesto en cuestión el funcionamiento del sistema judicial estadounidense, capaz de humillar en público a un detenido ante las cámaras (sin afeitar, desaliñado y esposado), en un circo más mediático que judicial, basándose en un testimonio sin mayores investigaciones o el derecho a la presunción de inocencia.