Un bloqueo provoca protestas entre los pasajeros de una flota, unos están en contra de la medida; otros a favor. Una mujer aymara se queda muda y meditando; la increpan: —¿Estás con ellos o con nosotros? La mujer da la razón a ambos bandos y todos se burlan de ella…

Toda cultura tiene su propia filosofía que cuenta con un conjunto de paradigmas, los cuales a su vez tienen una lógica. La andina, por milenios, creó una cultura basada en cuatro fundamentos: seminal, reciprocidad, holográfico y comunitario. Es “seminal” porque sigue el modelo de desarrollo biológico (Kush), es una convivencia armoniosa entre el ser humano y su entorno. Es de reciprocidad y complementación (Temple): el arte de vivir es cómo llegar a la armonía con el otro. La reciprocidad hace a las personas dependientes unas de otras. Así, todos son tributarios de todos, y eso obliga a una práctica social comunitaria. Además viven en una visión holográfica, puesto que es absurda la parte sin el todo.

Dicha cultura responde a una lógica trivalente; es decir que tiene tres valores: verdadero, falso y quizás (tal vez). Lo probable, marcada con la palabra inasa, y los sufijos: chi (conjetural) y pacha (de inferencia) fijan su personalidad y los enunciados de la sintaxis del mencionado idioma. Pues se realizan con sufijos en vez de palabras de conexión. Y es así que existen varias posibilidades de conclusiones a partir de premisas dudosas. La ambigüedad tiene valor, y la incertidumbre es importante.

Javier Amaru y Emilio Molina dicen que la lógica del aymara es tetraléctica: falso, quizás falso, verdad y quizás verdad. Es distinto a la lógica clásica aristotélica de sólo dos valores: verdadero y falso.  Sin duda esta historia del hallazgo del tercer valor tiene sus precursores y descubridores.

El primero en redescubrir el uso de la lógica trivalente aymara fue Iván Guzmán de Rojas (1971). Luego, en 1985,  Dominique Temple afirmó que las lenguas castellano y aymara no responden a la misma lógica. Y claro, hasta entonces se  creía que las lenguas dotadas de la lógica aristotélica ante el exitoso desarrollo industrial seguirían dominando y quedarían incólumes por mucho tiempo más. Sin embargo, fueron los propios occidentales, con el racionalismo, quienes crearon una nueva epistemología.

Einstein, Planck, Lukasiewicz, Lupasco, etc. Todos indirectamente y sin proponérselo de- sarrollaron una nueva tesis contra la lógica clásica. No es casual, dice Temple, que los laboratorios de ciencia en Occidente estén asesorados por técnicos orientales. Entonces, la lógica aristotélica se fue descartando para la nueva era.

Platón intuyó que había una tercera región entre lo verdadero y falso; Berkele y Hume hablaron de conceptos similares. Por su parte, Bertrand Russell estudió las vaguedades del lenguaje, y hasta Ludwig Wittgenstein se refirió al tema. Sin embargo, fue Lukasiewicz el primero en proponer una lógica de vaguedades, una de tres valores, con un tercer valor posible, y Max Plank fue el precursor de la lógica difusa.

En 1960, el iraní-americano Lotfi Asker Zadeh, profundizando el tema, creó la lógica difusa, presentada oficialmente en 1973. La teoría de la lógica difusa dejó obsoleta a la lógica clásica, basada en una sola verdad absoluta. ¿Qué es la lógica difusa? Se podría responder que es la lógica que utiliza mucha gente. “La lógica difusa intenta copiar la forma en que los humanos toman decisiones”, dice Zadeh. La lógica difusa posmoderna y la lógica trivalente andina son, paradójicamente, hermanas gemelas.