¿La diplomacia de los pueblos en la OEA?
La apuesta por una diplomacia de los pueblos se fue apagando hasta ser sólo simbólica

Con la asunción al gobierno del presidente Evo Morales en enero de 2006, acompañado por el canciller David Choquehuanca, se inició con la doctrina y la práctica de la “diplomacia de los pueblos”. Era una forma de quebrar el legado anquilosado de la diplomacia ortodoxa y tradicional. Entre 2006 y 2008 esta diplomacia se convirtió en una política de Estado, con resultados interesantes y muy alentadores.
Al poco tiempo de asumir la presidencia, Evo Morales fue recibido en el estadio nacional de Chile por los movimientos sociales de ese país, organizados por la Coordinadora de Solidaridad con Bolivia, que terminaron clamando “Mar para Bolivia”. Se de-sarrollaron muchos otros actos parecidos en visitas realizadas por el presidente Morales o el canciller Choquehuanca a otros países. ¿Qué pasó con esta perspectiva descolonizadora de la diplomacia? Considero que hubo varios motivos para esta dejadez paulatina de las distintas autoridades gubernamentales, pero en especial del Ministerio de Relaciones Exteriores, que optaron por secundarizar esta propuesta sumamente interesante en la teoría y en la práctica.
En la nueva gestión del presidente Evo (2009) y como representante del Estado Plurinacional, lamentablemente esa apuesta descolonizadora de la diplomacia de los pueblos se fue apagando mucho más, y hoy en día ha pasado a un plano simbólico. Una de las muestras palpables es la presencia tímida de los movimientos y organizaciones sociales en la Asamblea paralela a la OEA, en Cochabamba. Se ha visto más a nuestras organizaciones que a los del exterior. Una de las razones más importantes es la poca convicción que tienen los diplomáticos bolivianos (a excepción de unos cuantos) sobre esa nueva apuesta de la diplomacia de los pueblos; otra es la fuerte presencia de enemigos incrustados en los ministerios, particularmente en la Cancillería de nuestro país.
Los resultados de la reciente Asamblea de la OEA desde las organizaciones sociales sobre nuestro retorno al mar son claros y preocupantes. Creo que un trabajo cotidiano y de largo alcance hubiese posibilitado que nos visiten muchas organizaciones sociales de los países que aglutina la OEA, como por ejemplo la fuerza estudiantil chilena que tiene jaque a Piñera; o a tener a nuestros hermanos mapuches y aymaras, ni qué decir de otros movimientos sociales de otros países. Todos en la idea de generar nuevas formas de integración y sobre todo trabajar bajo otra manera de pensar nuestros problemas. A pesar de este inconveniente, ¿se seguirá apostando por la diplomacia de los pueblos?
La respuesta la tiene el Gobierno y sobre todo la Cancillería y las organizaciones sociales. Tukuyañataki, janikiwa waliki sartasawinakasaxa. Wali suma amtanakaxa juk’at juk’atjamakiwa chhaqtaski, ¿khithisa juchani ukham sarnaqañataqixa? Arsusiñasawa.