Apostar por otro modelo de censo
Esteban Ticona Alejo
Pasado el Censo 2024, se hacen varias evaluaciones entre los más entusiastas y los escépticos. Pretendo apartarme de esas líneas. Se ha escuchado clamar una frase que sintetiza el espíritu efectuado: “el modelo censal está en los estándares internacionales”. En alguna medida sirvió y ojalá no sirva hacia adelante para taparnos la boca, porque “lo internacional” suena a “ciencia- exactitud” y, por lo tanto, incuestionable. En el fondo fue la opción teórica foránea para encajarnos a nuestra realidad y no a la inversa, como debería ser hacia adelante.
En esta línea de diseño censal se ha cuestionado el acarreo de los pobladores a sus lugares de origen. Se acusa a alcaldes y gobiernos municipales de ser los principales impulsores. ¿Qué ocasionará censarse en los lugares de origen? ¿La duplicación de los habitantes en un determinado municipio? ¿Mostrar que se vive en dos o más lugares diferentes? Con la lógica del “monositio” aplicado, era muy sencillo detectar esta arbitrariedad, incluir para el censado/a el número de carnet de identidad. Con esta operación, se habrían eliminado los datos redoblados. Pero no queremos ver la forma de cómo vivimos, “en aquí y allá”, las formas de residencia en diferentes lugares.
Lo más grave, se conjeturó que la población que se transportó “no piensa” y que actuó según las circunstancias, e incluso obligados/as. Qué falta de respeto a las decisiones muy bien meditadas. Otro desvarío: se pretende sancionar con una ley a los culpables con penas de cárcel.
Quiero enfocarme en la experiencia de los pobladores de la región andina, hoy diseminados en todo el país e incluso en el exterior. Antaño, había toda una estrategia económica y poblacional. En las ciencias sociales y humanísticas se conoce como “el control de pisos ecológicos”, estudiado por John Murra y Ramiro Condarco, entre otros/as. Esta táctica supuso que las familias accedan a varios espacios ecológicos. Por ejemplo, los pobladores aymaras, quechuas e incluso los urus, tenían otro pedazo de tierras en los valles e incluso en la costa. Esto permitió que cuando había sequias extremas o inundaciones, tengan productos garantizados en algún espacio geográfico sembrado y que no haya escasez de alimentos. Esta práctica se mantuvo hasta la reforma agraria de 1953. Precisamente esta ley prohibió la tenencia de tierras en dos lugares, gran atentado a una forma de vida ancestral organizada y probada su utilidad a lo largo de muchos años.
En otras palabras, entre los aymaras, los quechuas y los urus hay toda una experiencia de la “doble residencia” o multiresidencia, que no contempló el Censo 2024. A pesar del no reconocimiento, en los hechos aún se practica y lo que se hizo con el “acarreo” es parte de esa política local, comunal. Hoy, “los residentes” que habitan en las ciudades también se abastecen con la provisión de alimentos de esos lugares ancestrales y que les ha permitido no llegar a la extrema pobreza. ¿Hasta cuándo el Estado boliviano va a desconocer esta experiencia antiquísima y útil?
Otro hecho cuestionable es que como ciudadanos costemos un monto de dinero. Es decir, el ser humano es igual a dinero. Recuerdo que esta política neoliberal se masificó con el gonismo MNRista y sus afines, que impusieron “la participación popular”, por la que un número de habitantes determinaba cuánto de presupuesto tenían los gobiernos subnacionales. Lamentablemente, la Asamblea Constituyente (2006-2008) mantuvo ese espíritu de que la población es igual a dinero. Urge cambiar esa lógica capitalista impregnada en la Constitución de 2009.
Otro hecho impugnable es que todavía se hable del cambio del número de representantes parlamentarios, según el número de habitantes, una vez conocidas las cifras finales. Que la representación política pase por el filtro poblacional. Si el espíritu del Estado plurinacional es la hermandad, la comunidad, la convivencia intercultural como hermanos/ as y que todos somos iguales. Lo más lógico es que cada departamento tenga un número fijo de representantes políticos.
Lo más lamentable, ya se hacen conjeturas de que un determinado departamento podría subir o bajar sus representantes políticos. No se puede seguir pensando con esta lógica de mayorías y minorías. Incluso aquí hay otro tema: ¿Por qué no aplicar un sistema de rotación para la sede de gobierno en cada departamento? Sabemos que para varios aspectos mencionados hay que modificar la Constitución. Creo que urge hacerlo, pues el Estado Plurinacional tendrá más sentido sin el espíritu capitalista. Sinsu, jakhuña, qawqhanitansa, khititansa sasaw jiskt’apjistu ¿ janicha? ¿Kunatsa sarapxta jakhuyasiri, achachil uraqinakasaru? sasaw sapxistu.
Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.