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Monday 11 Nov 2024 | Actualizado a 19:13 PM

Apostar por otro modelo de censo

Esteban Ticona Alejo

/ 31 de marzo de 2024 / 00:31

Pasado el Censo 2024, se hacen varias evaluaciones entre los más entusiastas y los escépticos. Pretendo apartarme de esas líneas. Se ha escuchado clamar una frase que sintetiza el espíritu efectuado: “el modelo censal está en los estándares internacionales”. En alguna medida sirvió y ojalá no sirva hacia adelante para taparnos la boca, porque “lo internacional” suena a “ciencia- exactitud” y, por lo tanto, incuestionable. En el fondo fue la opción teórica foránea para encajarnos a nuestra realidad y no a la inversa, como debería ser hacia adelante.

En esta línea de diseño censal se ha cuestionado el acarreo de los pobladores a sus lugares de origen. Se acusa a alcaldes y gobiernos municipales de ser los principales impulsores. ¿Qué ocasionará censarse en los lugares de origen? ¿La duplicación de los habitantes en un determinado municipio? ¿Mostrar que se vive en dos o más lugares diferentes? Con la lógica del “monositio” aplicado, era muy sencillo detectar esta arbitrariedad, incluir para el censado/a el número de carnet de identidad. Con esta operación, se habrían eliminado los datos redoblados. Pero no queremos ver la forma de cómo vivimos, “en aquí y allá”, las formas de residencia en diferentes lugares.

Lo más grave, se conjeturó que la población que se transportó “no piensa” y que actuó según las circunstancias, e incluso obligados/as. Qué falta de respeto a las decisiones muy bien meditadas. Otro desvarío: se pretende sancionar con una ley a los culpables con penas de cárcel.

Quiero enfocarme en la experiencia de los pobladores de la región andina, hoy diseminados en todo el país e incluso en el exterior. Antaño, había toda una estrategia económica y poblacional. En las ciencias sociales y humanísticas se conoce como “el control de pisos ecológicos”, estudiado por John Murra y Ramiro Condarco, entre otros/as. Esta táctica supuso que las familias accedan a varios espacios ecológicos. Por ejemplo, los pobladores aymaras, quechuas e incluso los urus, tenían otro pedazo de tierras en los valles e incluso en la costa. Esto permitió que cuando había sequias extremas o inundaciones, tengan productos garantizados en algún espacio geográfico sembrado y que no haya escasez de alimentos. Esta práctica se mantuvo hasta la reforma agraria de 1953. Precisamente esta ley prohibió la tenencia de tierras en dos lugares, gran atentado a una forma de vida ancestral organizada y probada su utilidad a lo largo de muchos años.

En otras palabras, entre los aymaras, los quechuas y los urus hay toda una experiencia de la “doble residencia” o multiresidencia, que no contempló el Censo 2024. A pesar del no reconocimiento, en los hechos aún se practica y lo que se hizo con el “acarreo” es parte de esa política local, comunal. Hoy, “los residentes” que habitan en las ciudades también se abastecen con la provisión de alimentos de esos lugares ancestrales y que les ha permitido no llegar a la extrema pobreza. ¿Hasta cuándo el Estado boliviano va a desconocer esta experiencia antiquísima y útil?

Otro hecho cuestionable es que como ciudadanos costemos un monto de dinero. Es decir, el ser humano es igual a dinero. Recuerdo que esta política neoliberal se masificó con el gonismo MNRista y sus afines, que impusieron “la participación popular”, por la que un número de habitantes determinaba cuánto de presupuesto tenían los gobiernos subnacionales. Lamentablemente, la Asamblea Constituyente (2006-2008) mantuvo ese espíritu de que la población es igual a dinero. Urge cambiar esa lógica capitalista impregnada en la Constitución de 2009.

Otro hecho impugnable es que todavía se hable del cambio del número de representantes parlamentarios, según el número de habitantes, una vez conocidas las cifras finales. Que la representación política pase por el filtro poblacional. Si el espíritu del Estado plurinacional es la hermandad, la comunidad, la convivencia intercultural como hermanos/ as y que todos somos iguales. Lo más lógico es que cada departamento tenga un número fijo de representantes políticos.

Lo más lamentable, ya se hacen conjeturas de que un determinado departamento podría subir o bajar sus representantes políticos. No se puede seguir pensando con esta lógica de mayorías y minorías. Incluso aquí hay otro tema: ¿Por qué no aplicar un sistema de rotación para la sede de gobierno en cada departamento? Sabemos que para varios aspectos mencionados hay que modificar la Constitución. Creo que urge hacerlo, pues el Estado Plurinacional tendrá más sentido sin el espíritu capitalista. Sinsu, jakhuña, qawqhanitansa, khititansa sasaw jiskt’apjistu ¿ janicha? ¿Kunatsa sarapxta jakhuyasiri, achachil uraqinakasaru? sasaw sapxistu.

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo. 

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Santos Marka T’ula, Manuela Guarachi y familia

MST fue el representante más importante de los ayllus y comunidades de la región andina del país

Esteban Ticona Alejo

/ 10 de noviembre de 2024 / 07:34

El 13 de noviembre se recordará 85 años de la muerte del líder aymara y quechua del movimiento indígena de los caciques apoderados Santos Marka T’ula (SMT), acaecida en la ciudad de La Paz en 1939. La esposa de Santos, Manuela Guarachi (MG), murió el 17 de agosto de 1968, es decir, hace 56 años.

Desde 1914 hasta su muerte, MST fue el representante más importante de los ayllus y comunidades de la región andina del país, que luchó contra todas las formas de usurpación de tierras de los hacendados. Este movimiento desarrolló, sobre todo, la defensa legal de los ayllus y comunidades, cimentados en las pocas concesiones formulados en documentos coloniales y republicanos. Aunque en determinados momentos, ante la imposibilidad de ser oídos en sus justas demandas, se emanciparon frente a sus opresores.

Consulte: La Puerta del Sol de Tiwanaku… en grave peligro

Según testimonios de sus hijos, que recogimos hace varios años, SMT y MG tuvieron 4 hijos (Celestina, Gregorio, Andrés y Candelaria). Los hijos de Marka T’ula estaban convencidos que su padre fue eliminado físicamente por los médicos que le atendieron en el hospital, ya que sólo tenía una tos leve. Se preguntaban: “¿cómo reclamar en esa época donde todo estaba contra nosotros y peor hacia los que lideraban pidiendo justicia?” SMT se enterró en el Cementerio General de la ciudad de La Paz, pero es muy difícil obtener el dato sobre su muerte. Hoy, una de las bisnietas de SMT, Ercilia, está afanada en conseguir esa referencia.

Por si fuera poco, su hijo Andrés pretendió seguir los pasos y la lucha de SMT. Lamentablemente, le sorprendió la muerte muy joven. Según sus hijos, Andrés fue golpeado por un grupo de jóvenes, por encargo de algunos patrones contra los que luchó SMT. Arribó de la ciudad de La Paz a Ch’uxña, su comunidad de origen ya en un estado de salud difícil: “vomitando sangre”. Ante este antecedente de amedrentamiento constante de los hacendados a la familia, les quedó a Gregorio, Celestina y Candelaria difundir oralmente la valerosa lucha de sus padres.

Uno de las contingencias más impactantes en la vida de SMT sucedió en 1918, cuando lo arrojaron al río Cajón en los Yungas, de la que sobrevivió con la ayuda de los pueblos amazónicos. ¿Qué pueblos lo salvaron y lo protegieron? Sus enemigos fueron los latifundistas y políticos, que estaban asociados con curas, monjas, militares, policías y muchas autoridades del Estado.

Santos Marka T’ula viajaba a pie por las comunidades andinas aymaras y quechuas explicando a sus hermanos/as por qué se tenía que defender las tierras ancestrales. Uno de sus escribanos, Rosendo Zárate, recuerda que en este peregrinaje invocaba poéticamente: Pasakalli, pasarpayitatawa; q’anasillas, q’anarpayitatawa; jararankhu, jararpayitatawa. La traducción aproximada es: Gusanillo, me dejarás pasar; escarabajo, me desenredarás; lagarto, me desatarás.

Marka T’ula apenas sabía firmar. Pero, ¿por qué quería acceder a la documentación colonial y republicana escrita? Él pedía a sus escribanos como Leandro Condori, Rosendo Zárate y otros que le leyeran la documentación obtenida, lo que les permitía defender mejor sus tierras comunales. Queda claro que no sólo era la lectura textual en castellano, sino una traducción del castellano al aymara. Esta vía le permitió saber de memoria qué documentación tenía en sus manos. Su escribano Condori nos contó que él sabía casi de memoria lo que contenían los documentos que eran favorables a los pueblos indígenas. Y cuando eran arrebatados, Santos lloraba por esa pérdida.

Reitero la labor de la esposa de Santos Marka T’ula, Manuela Guarachi, que no sólo estuvo a cargo de los hijos, sino que también coadyuvó decididamente en la lucha cuando Santos estaba en la cárcel. Incluso viajó y visitó algunas comunidades para informar lo que sucedía, así como la decisión que le había encomendado su esposo para continuar los trámites legales en defensa de las comunidades ancestrales.

¡Honor y gloria a estos insignes defensores del ayllu y la comunidad andina, junto con otros líderes como Francisco Tangara, Faustino Llanque, Feliciano Condori, Dionicio Paxipati, Celedonio Luna, Feliciano Marasa, Santos Cornejo y muchos otros! Santus Marka T’ula, Manuela Guarachi jach’a awki, jach’a tayka sarnaqäwipaxa musparañjamawa, ukhamaraki jan armañatakiwa. Waynanak, tawaqunakawa yatiqapxañapawa uka suma unjtasiwita. ¡¡¡Jallalla Santus Marka T’ula, Manuela Guarachi!!!

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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La Puerta del Sol de Tiwanaku… en grave peligro

Se están borrando las imágenes talladas de la Puerta del Sol que tantos estudios e interpretaciones ha merecido

Esteban Ticona Alejo

/ 27 de octubre de 2024 / 07:54

En pasados días, con algunas colegas y estudiantes de las carreras de Antropología y Arqueología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) visitamos Tiwanaku, más propiamente el lugar arqueológico. Después de pasar por el museo, que tiene más material y está expuesta de manera interesante, coincidimos en que este espacio permite divulgar la memoria física de la civilización de Tiwanaku.

Lea: El Rey de España y una disculpa colonial

En una tarde plena de sol, visitamos la Puerta del Sol, el Templete Semisubterráneo y la Puerta de la Luna, entre otros. Lamentablemente, al contemplar tan cercanamente, constatamos el fuerte deterioro de la iconografía de la Puerta del Sol, pero también las “cabezas clava” del templete. ¿A qué nos referimos con el fuerte deterioro? En el lenguaje más simple, se están borrando las imágenes talladas de la Puerta del Sol que tantos estudios e interpretaciones ha merecido por muchos investigadores del país y del mundo. El templete, que fue restaurado por Carlos Ponce Sanginés, está muy estropeado. Sin lugar a dudas, hay una explicación más técnica, porque día y noche están expuestos al sol, a la lluvia, a los vientos, a la contaminación, etc. Sin ser alarmista, si no se administra adecuadamente y si no existen políticas de conservación urgentes, de aquí a unos años asistiremos a ver una Puerta del Sol lisa, e incluso que sólo queden arenas. Las cabezas clava serían sólo una especie de piedras redondas.

Hay que recordar que la UNESCO declaró como Centro Espiritual y Político de la Cultura Tiwanaku el año 2000. Es decir, hace 24 años es un Patrimonio de la Humanidad. Por lo tanto, Tiwanaku, al ser uno de los sitios arqueológicos más importantes de Bolivia, debido a su valor excepcional, expresado en la concepción espiritual y la destreza en la construcción de los templos ancestrales y de la estatuaria monumental, no merece la dejadez de todas las autoridades, incluidas las originarias.

Sabemos que la administración de la zona arqueológica recae, principalmente, en las autoridades originarias de la Marka Tiwanaku y sus respectivos ayllus. Si hay quebranto en casi todos los íconos arqueológicos, quiere decir que no existe el mantenimiento adecuado. ¿Cómo es posible que estén en esta situación tan deplorable? El Ministerio de Culturas, mediante su dirección de patrimonio, ¿monitorea o no los lugares patrimoniales de Bolivia declarados por la UNESCO? Otra pregunta para la UNESCO. ¿Cómo realizan el seguimiento a los lugares declarados Patrimonios de la Humanidad, como el caso de Tiwanaku?, ¿qué rol tienen la Gobernación del Departamento de La Paz y la Alcaldía de Tiwanaku en la preservación del Tiwanaku arqueológico? ¿Cuánto dinero destinan las instituciones mencionadas para fines de conservación? En fin.

Por si fuera poco, Tiwanaku es un espacio ancestral que cuenta con otros dos reconocimientos de la UNESCO. Forma parte de los sitios asociados a la inscripción del Qhapaq Ñan (Camino del Inca) y también es uno de los sitios reconocidos como Buenas Prácticas de Valorización de la Cultura Aymara, en conjunto con Chile y Perú, dentro de la lista del Patrimonio Cultural e Inmaterial de la UNESCO.

En documentos de la Unesco, Tiwanaku aparece como el Valor Universal Excepcional del Centro Espiritual y Político de la Cultura, por las características culturales locales únicas. Toda esta pequeña argumentación, hace indispensable y urgente la protección y concientización a la herencia ancestral material y así garantizar la conservación de este patrimonio para los bolivianos/as y para la humanidad.

No quisiéramos ver imágenes, como las de fines del siglo XIX y principios del XX, donde se aprecian casi todos las piezas caídas y dañadas. El saqueo de piezas arqueológicas fue una constante. En esta línea, varios íconos se utilizaron para edificaciones de algunas casas, e incluso para la Iglesia Católica, ubicada en el pueblo de Tiwanaku.

Finalmente, hago un llamado de urgencia a las instituciones del Estado Plurinacional y sus diferentes niveles de administración, y particularmente de las áreas arqueológicas-culturales, además de entidades académicas como la UMSA y por supuesto a la ciudadanía interesado/a en preservar la memoria de nuestra ancestralidad, pronunciarse públicamente. Tiwanaku wawa qala, sasaw wali arst’astanxa. Uka qala wawanakaxa wali tukusitjamawa jichhurunakanxa. ¿Kunatsa jan yaqtan uka suma lurawinakasaruxa?

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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El Rey de España y una disculpa colonial

¿Será posible que los Estados coadyuven a planteamientos similares como el de la disculpa colonial?

Esteban Ticona Alejo

/ 13 de octubre de 2024 / 06:01

¿Qué significado tiene hoy una disculpa pública de parte del Estado español sobre el genocidio cometido contra los pueblos ancestrales del gran Abya Yala en la colonización? Posiblemente ésa fue la gran pregunta días antes de la asunción de la flamante presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Hay que recordar que, en marzo del año 2019, el expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador, envió una carta al rey de España, Felipe VI, en la que exige que el Estado español pida una disculpa por los crímenes cometidos durante la colonización.

Consulte: Las ciudades que prohíben y declaran indeseables

López Obrador le recuerda en la carta al Rey (entre otras referencias precisas para el caso de México) que la colonización fue “tremendamente violenta, dolorosa y transgresora”, “se impuso la fe y se construyeron templos católicos sobre las antiguas pirámides y con los materiales de éstas”, “se realizó un sostenido saqueo de las riquezas naturales” de los pueblos ancestrales, “se implantó un orden social basado en la segregación de castas y razas” y “se impuso la lengua castellana” sobre los idiomas de los pueblos del gran Abya Yala, entre muchas otras expresiones certeras. Pero el expresidente AMLO “no pide un resarcimiento en pecuniario”. Solicita que el Estado español “admita su responsabilidad histórica por esas ofensas y ofrezca las disculpas o resarcimientos políticos que convengan”. ¿Sera posible curar las heridas más profundas del colonialismo? Si fuera así ¿cómo sería?, ¿cuál es el rol de los colonizadores y colonizados? Mientras el colonialismo aún se reproduzca, parece muy difícil hacer este intento de acercamiento como lo planteó AMLO para México. Otro hecho que nos llama la atención es la pasividad de otros Estados del Abya Yala. ¿Será posible que los Estados coadyuven a planteamientos similares como el de la disculpa colonial?

Ante la ausencia de la respuesta formal del rey de España, Felipe VI, que se hace esperar más de cinco años, no fue invitado a la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum, el pasado 1 de octubre. A raíz de esta fricción diplomática, se generaron una serie observaciones en las redes sociales. Por ejemplo ¿qué significa pedir disculpas, cuando se está atravesado por el colonialismo genocida?, ¿para qué sirve la disculpa cuando se ha exterminado sistemáticamente a varios pueblos ancestrales? Inclusive se preguntaban, ¿en vez de pedir disculpas no es mejor reclamar alguna forma de reparación histórica a la larga colonización española? ¿Cómo funciona las disculpas en el mundo diplomático? Sabiendo que el mundillo diplomático se mueve bajo el eje farsante, ¿cómo pensar en una disculpa sincera?

Distintos movimientos anticoloniales comparten la postura de AMLO, porque coloca en el debate internacional que el colonialismo como pensamiento y acción está más vigente que nunca y en especial para los pueblos ancestrales y los afros. Pero también se observa ¿por qué no se ha pedido la reparación histórica colonial?, que indudablemente supondría formas de recompensa desde lo económico, lo sociopolítico hasta lo cultural y espiritual. Sin embargo, las formas de compensación no repararán las políticas genocidas y esclavistas del colonialismo europeo ejecutados.

Hasta el momento no hay una respuesta por parte del Rey de España al mensaje citado de AMLO. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, consideró que aún no hay “respuesta formal” mediante una carta, a raíz de que, en algunos medios de comunicación internacional, se especula de una posible respuesta del Rey, donde se ratificaría su terquedad colonial de no disculparse. Uka tumayku jaqinakaxa, q’ara jaqinakaxa janisa juchanipkaspa ukhamaruxaya tukupxchixa.

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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Las ciudades que prohíben y declaran indeseables

La confrontación política actual precisa un profundo análisis

Esteban Ticona Alejo

/ 29 de septiembre de 2024 / 08:32

Hay que recordar que las ciudades latinoamericanas fueron fundadas sobre otras ciudades más antiguas. Ejemplos hay muchos como Tenochtitlán en México, Cusco en Perú y nuestro Chuquyapu Marka. Para los colonizadores de Abya Yala o América Latina y el Caribe fue un continente cuasi vacío, casi sin población y sin cultura; la escasa población y su nivel de civilización significaba totalmente desdeñable. La ciudad se convirtió en un reducto europeo en medio de la nada. Así se organizó el sistema político y administrativo colonial, los usos burocráticos, el estilo arquitectónico, las formas de vida religiosa, las ceremonias civiles, como si fuera una ciudad europea extendida, ignorante de su contorno, indiferente al mundo subordinado de los indios, los mestizos conscientes, los negros al que se superponían.

Consulte: Ch’inqhu social…

A pesar del proceso del colonialismo triunfalista, el peligro de un levantamiento de los indios, invadiendo las ciudades, se mantuvo latente en muchas ciudades y obligó a sus pobladores a mantenerse en pie de guerra. Por eso crearon la ciudad-fuerte, la ciudad-fortín, que les garantizaba la unión del grupo colonizador, la continuidad de sus costumbres y ese ejercicio de la vida “noble” que se había grabado en su memoria de emigrados. Así se construyó la sociedad barroca colonial, escindida en privilegiados y no privilegiados. La idea de ciudad-fortín también fue aplicada en su cabalidad a la ciudad de La Paz, ¿acaso no se convirtió en fortín frente al levantamiento de Túpac Katari-Bartolina Sisa en 1781 y movilizaciones indias y populares contemporáneas? Esa idea de ciudad-fuerte fue el justificativo para que los indios no ingresen a la plaza Murillo.

A fines del siglo XIX, en la relación de los políticos indios con los no indios, emergió nuevamente la idea de que la indiada no debía ingresar a la ciudad de La Paz. Algunos datos podrían ilustrar esta relación tensa y conflictiva. José Manuel Pando, uno de los líderes de la élite del norte en la guerra federal de 1899, buscó apoyo del movimiento aymara-quechua, de los apoderados generales y uno de los representantes fue Pablo Zárate Willka. En esta correlación hubo varios momentos de tirantez. Pando, militar, político y hacendado, pensaba en la obediencia ciega de Zárate Willka y el movimiento indígena. Pero el movimiento organizado, armado y sobre todo con conciencia política como pueblo, comenzó a desobedecer las instrucciones de Pando. En esta circunstancia, Pando, ya casi en su desesperación, lanzó dos acciones contra los indios: suponer que se estaban produciendo la guerra de razas y que no arriben a la ciudad de La Paz, por ser belicosos y peligrosos.

La Bolivia q’ara o mestiza/criolla, desde el año 2000, continúa “acechada por los indios”. En la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada, en 2003, se generó la idea de que “van a invadir los indios” la ciudad, particularmente a la zona Sur. En 2019, en el golpe de Estado de Jeanine Áñez, Luis Fernando Camacho, Samuel Doria Medina, Carlos Mesa y sus seguidores instalaron en la palestra la imagen de que en “cualquier momento los indios/as invadirían la ciudad”.

La marcha de pasados días, encabezada por el expresidente Evo Morales, tuvo repercusiones similares a las citadas. Independientemente de la forma de hacer política de Evo y sus seguidores, sus tareas continúan generando señalamientos, como “indios y campesinos belicosos, destructores y hasta cuasi delincuentes”. Es muy lamentable que algunos/as autoridades de la ciudad de El Alto hayan reproducido esa mentalidad colonial de defensa de la ciudad frente a “los indios de otras regiones”. La ciudad de El Alto está conformada abrumadoramente por inmigrantes indios y campesinos de muchas regiones del país.

La confrontación política actual precisa un profundo análisis, con preguntas como ¿cuáles son las continuidades coloniales que no permiten una relación intercultural política franca entre los políticos indios y no indios? Las categorías sociológicas de q’ara/misti versus indio/campesino siguen siendo claves para comprender la compleja realidad boliviana. Jichhurunakanxa wali ch’axwawiruwa wasintamp sartasktanxa. Wakisispawa jiskt’asiña, ¿kunatsa ukham sarnaqtana?

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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Ch’inqhu social…

El chileno nacionalista pero occidentalizado, piensa que Bolivia es la cenicienta en todas las actividades

Esteban Ticona Alejo

/ 15 de septiembre de 2024 / 11:07

Pocas veces se juntan tantos problemas sociales que tienden a generalizarse en una complicación mayor. Las pugnas políticas internas entre arcistas y evistas se hacen insostenibles cada día que pasa. Desde el lenguaje amenazante y bélico hasta algunas acciones, como la toma de la sede de la COB, son algunos ejemplos de esta rivalidad.

Las quemas digitadas por empresarios oportunistas en los bosques de la Amazonía, el oriente y el Chaco nos colocan en una lucha impotente. Lo peor, pensamos combatir el fuego con agua y bomberos, muchos de ellos voluntarios. Pero tan pronto apagan el fuego, las manos criminales vuelven a incendiar.

Lea: San Antonio y el antifútbol profesional

Las consabidas campañas de solidaridad también están ahí, presentes desde algunos años. Pero a futuro ¿cómo combatimos el fuego y a los pirómanos anti-bosques y adoradores de la muerte? Es extraño que las principales autoridades de los municipios afectados no estén luchando contra las quemas ni contra los pirómanos.

Hasta ahora no hay pronunciamientos desde los espacios académicos. Por ejemplo, la UMSA solo se afanó en implementar las clases virtuales. ¿Qué dicen las carreras “científicas”? Por ejemplo, de química, de física. Hace años que se maneja la información de que alguna composición química tiene la capacidad de combatir el fuego. ¿Es cierto esta investigación, por qué no aplicarla? ¿Será que nuestros químicos/as, físicos/as no saben o no se han actualizado sobre esta forma de combate contra el fuego? Se tiene que apostar por soluciones estructurales. No podemos seguir cada año batallando con agüita y bomberos, porque, tan pronto se sofoca el fuego, los depredadores de la naturaleza nuevamente vuelven a incendiar.

En medio de la humareda en el país, hay un hecho que ha generado mucho optimismo y opinión: el triunfo de la selección boliviana frente a la chilena por 2 goles a 1 en la ciudad de Santiago. Este triunfo inusual se ha convertido en una especie de bálsamo social y hasta político en medio de la agitada vida societal. A pesar de que el fútbol y su organización es una actividad de la empresa privada, los diferentes estratos sociales del país lo han internalizado como suyo. Esta representación privada, convertida en pública, es la constructora de las identidades nacionales contemporáneas. En el caso boliviano, el triunfo nacional en territorio chileno le ha dado una tónica de mezcla histórica debido a la pérdida del acceso al mar a manos de Chile en 1879.

Las élites chilenas, muy adscritas al mundo europeo, sobre todo con lo alemán y equivalentes, pensaban que se podía ganar fácilmente el partido. El chileno nacionalista, pero occidentalizado, piensa que Bolivia es la cenicienta en todas las actividades. Está claro que existe un fuerte menosprecio y hasta actitudes racistas por parte de los jugadores de Chile. Pero fue grata la sorpresa del triunfo del equipo boliviano, cuasi juvenil, que no se doblegó, a pesar de la actitud del jugador chileno Eduardo Vargas, que, sin pensar en la ética del futbol, convirtió el empate cuando el arquero Carlos Lampe sufrió la ruptura del tendón de Aquiles. A Vargas no le importó nada, incluso que muera Lampe, para conseguir un gol. Los traumas de la guerra del Pacifico se expresan también en contiendas del fútbol. Esto explica por qué el nacionalismo chileno, o mejor dicho el nazifascismo instaurado por Pinochet, aún pervive y hoy se reproduce en las redes sociales.

Por la derrota de Chile frente a Bolivia, el actual director técnico de su selección, Ricardo Gareca (argentino), y exseleccionador del Perú, es tildado de infiltrado peruano en Chile. Aquí vemos cómo la mentalidad chilena de la guerra de 1879 no se ha perdido del todo y aún se reproduce en las nuevas generaciones, incluida la generación futbolera. Janikiwa suma thakhiru sarantxtanti. Ma uruxa wali ch’axwasa, qhipuruxa sumakaraki.

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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