Ahora a lo importante
Las leyes de tránsito fueron hechas para que en su cumplimiento salgamos todos beneficiados
Generalmente lo urgente posterga lo importante. Está claro que la Policía Boliviana desarrolla sus funciones con una inmensa cantidad de falencias. Lo propio pasa con los policías. Algo de eso se va a arreglar a través del convenio firmado con el Gobierno, aunque hay que admitir que todavía hay una gran deuda histórica con los guardianes del orden. Sin embargo, lo más trascendental es la reestructuración de la institución verde olivo.
En la reciente movilización se pudo comprobar que dentro de la Policía hay gente capaz de robarse 2.500 carnets en blanco, cuyo único destino es el hampa y gente violenta capaz de golpear a ciudadanos que no estén de acuerdo con ellos. Amable lector, para qué mentirnos, entre los policías hay muchos que reciben coimas, así como hay muchos ciudadanos que las otorgan. Y claro, tan culpable es el que peca por la paga como el que paga por pecar.
Necesitamos una Policía que trabaje más allá de que el ciudadano deba dar plata para la gasolina del vehículo, que investigue, que proteja. Y de igual manera necesitamos urgentes cambios en el Código Penal, de manera que los criminales no puedan salir a la calle con la rapidez que ahora lo hacen.
Esas son las reformas que cambiarían al país. Y claro, la caridad empieza por casa. ¿No es relevante acaso que si bien los bolivianos durante el motín policial no hayamos asaltado supermercados ni vivido en el caos, en cambio a la hora de la circulación vehicular hayamos contravenido muchas normas?
Y es que en las calles reina la anomia. El uso del semáforo es optativo, depende de si hay agentes de parada o no, de si son más de las 22.00 horas, de si llevamos tragos encima o no…
Y claro, eso es totalmente condenable. Las leyes de tránsito fueron hechas para que en su cumplimiento salgamos todos beneficiados. Es decir la circulación se haga más fluida y existan menos accidentes. En un acuerdo de convivencia, unas regulaciones en las que prima el bien común. En cambio, en general, en Bolivia reina el individualismo, el “yo primero”, y así todos perdemos.
Como vemos, el problema es mucho más profundo que unos quintales más de arroz y azúcar y que un aumento de sueldos. No quito la necesidad de esto, pero sin reformas en la sociedad y en la Policía todo ello será sólo una anécdota.