La eventualidad de la crisis
Tenemos un par de años para preparar medidas antes que nos llegue el efecto de la crisis financiera
Gran parte de nuestra bonanza actual se debe a la riqueza de la Pachamama, riqueza que está generando conflictos en varios puntos del país. Nuestros recursos naturales se valorizan a precios muy interesantes, gracias al impulso que China le da al crecimiento de Asia. China, India y otros países que se industrializan actualmente a pasos agigantados requieren ingentes cantidades de granos, minerales e hidrocarburos. Pero como todo en este gran mundo está conectado, China no puede ser inmune a la crisis financiera global; según The Economist, se prevé un crecimiento de 2,1% para los EEUU, y Europa tendrá una contracción del 0,4%; Wen Jiabao, primer ministro chino, ya anunció que su país prevé un crecimiento del 7,5% para este año, menor al 9,2% de 2011.
La situación de la economía mundial obliga a los chinos a pensar en modos de estimular su propio mercado interno; sus principales clientes externos ya no requieren un esfuerzo tan grande del aparato exportador chino. Así, las políticas destinadas a disminuir las disparidades de ingresos serán prioritarias para el Gobierno chino en los próximos años. Nos referimos a la tendencia a una mayor equidad, tan criticada recientemente por los oficiosos voceros de Angela Merkel en versión provinciana.
Si las locomotoras económicas que “jalan” hacia arriba el precio de nuestras materias primas pierden fuerza, es de esperar una caída en los bienes primarios que nuestra Pachamama generosamente nos permite exportar. Pero los bolivianos tenemos suerte. Y las bolivianas también. Las proyecciones del Banco Mundial indican que los precios de nuestros principales productos de exportación (gas, zinc y estaño) continuarán creciendo al menos hasta 2015.
¿Qué significa esto? Significa que tenemos un pequeño margen de unos años hasta que nos llegue el efecto de la crisis financiera global. ¿A qué políticas podemos apostar? Fortalecer la demanda interna y generar mayor equidad como mecanismo de amortiguar la crisis financiera global es, sin duda, una tarea más fácil para un país con las dimensiones que tiene China, la abundante y disciplinada fuerza laboral y la acumulación de conocimiento tecnológico que tiene el gigante asiático.
Bolivia tendrá que echar mano de la viveza criolla. Veremos algunos posibles amortiguadores de la crisis: Primero, el tiempo. Ya lo señalamos, tenemos un par de años para preparar medidas.
Segundo, incrementar la producción de materias primas. Puede no ser el mejor negocio, pero está al alcance de la mano. Este amortiguador se puede lograr mediante varios mecanismos, pero justamente la expansión de China de las últimas décadas, que le ha permitido contar con generosos excedentes, convierten a ese país en un inversor internacional de primer nivel, aunque sus ojos (y sus recursos) están más concentrados en África.
Tercero, fortalecer el rol del Estado en el control del excedente. Y esto vale para al variopinto abanico de actores de nuestra economía plural: en época de bonanza, el Estado puede darse el lujo de tener grietas por donde se escape el excedente. Ante la previsión de tiempos de vacas no tan gordas, eso ya no es deseable.
Cuarto, orientarnos hacia mercados que tienen perspectivas de florecer. Según las proyecciones de la FAO, casi todos los granos de alto consumo a nivel mundial (excepto el arroz) verán incrementar sus precios en los próximos diez años. Lo mismo pasará con los productos de origen ganadero. Vale la pena analizar.
Quinto, reflotar el famoso fondo de estabilización que alguna vez se discutió al inicio de la anterior gestión del presidente Morales. Este mecanismo permitiría mantener los niveles de gasto público sin tener que asumir los dolorosos ajustes que pregonan los voceros de Merkel. En suma, frente a la crisis financiera global, tenemos tiempo, suerte y opciones. ¿Los usaremos a nuestro favor?