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Proyectos

Somos una sociedad urbana con muy po-cos recursos como para malgastarlos en los ‘megaproyectos’

/ 7 de agosto de 2012 / 04:55

Como dijo Cortázar (asumiéndose descuartizador) “vayamos por partes”: 1) Que quede totalmente claro que soy optimista con esta ciudad, he apoyado, apoyo y apoyaré las iniciativas y los procesos políticos, vengan de donde vengan, que tengan coherencia y lucidez. Pero una cosa es ser optimista y otra desubicado.

2) Somos una sociedad urbana sin demasiados recursos como para dilapidarlos o malgastarlos en los llamados “proyectos estrella” o “megaproyectos”, que muy mal hablan de nuestra clase política cuando, muy apurada, se le ocurre pensar en esta ciudad.

3) Reitero que tenemos dos grandes problemas sin ser tratados: nuestra escasa educación ciudadana y la infraestructura sanitaria que está intrínsecamente ligada al tema de riesgos. A ellos se suman otros temas importantes pero, toda sociedad civilizada, resuelve primero sus temas apremiantes.

4) Debemos invertir a muy largo plazo en formar a las nuevas generaciones de paceñas y paceños para que sepan vivir en una sociedad urbana. Debemos educarnos sobre la importancia de saber dónde terminan tus derechos y dónde comienzan tus obligaciones con los otros. La población debe terminar algún día de pensar en que puede hacer “lo que le da la gana”, y someterse a una normativa razonable. Por el momento somos tribales en todas las zonas de esta ciudad, y pensamos que ese es nuestro encanto.

5) No tener ríos saludables; barrios sin alcantarillado adecuado a nuestros suelos, sin enormes inversiones en la gran infraestructura urbana, que está obsoleta, de canalizaciones y redes fundamentales; no pensar en el tema agua en este milenio; todo ello es inadmisible, intolerable e insostenible. Vivimos el día a día y en pleno siglo XXI con enormes alcantarillas abiertas en nuestras narices o, peor aún, enterrando e infectando nuestros ríos.

6) A mi pedestre entender, el tema de transporte de una ciudad tan pequeña como la nuestra se soluciona con un mínimo apego a la ley y de organización, sólo eso: orden y criterio. Las grandes inversiones de transporte apenas las soportan sociedades que entregan a sus erarios enormes sumas en impuestos, y pagan demasiado por los boletos. Caso contrario no tienes sostenibilidad en el negocio; y el tema transporte es eso: un negocio y no un servicio, aquí y en cualquier parte del mundo. Esta reflexión sirve para que sopesemos las dos opciones en disputa, la estatal y la municipal que, aunque se integren, creo que no serán viables.

Debo recordar que Europa y Estados Unidos viven una crisis financiera, entre otras cosas, por inversiones en infraestructura insostenibles que fueron alentadas por su clase política y los buitres de las grandes empresas. ¿Vamos detrás de ellos como borregos?

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Ciudad bipolar

/ 24 de mayo de 2016 / 01:43

Es difícil reflexionar sobre una ciudad, turbulenta y díscola, como la nuestra. Hay días en que sus calles son escenarios de actos violentos que te amargan y mortifican a extremos que te llevan a pensar en tirar la toalla y el teclado; y hay otros, en esas mismas calles, que te excitan y alegran a niveles esquizofrénicos. ¡Qué manera de ser tan contrapuestos!

En menos de 24 horas hemos pasado de auténticos dramas humanos (como el de los compatriotas con discapacidad o las imágenes de una mano que explota) a bailar, gozar y beber como posesos en la fiesta mayor de los Andes: el Gran Poder. Nuestra vida urbana pasó de un intenso drama a una chispeante comedia sin más vueltas, sin más trámites y en unas cuantas horas.

Somos una ciudad bipolar. Una ciudad con altibajos psíquicos como esa afección donde cohabitan sentimientos opuestos, y que es metódicamente estudiada por la psiquiatría moderna. Sin mediar momentos de larga estabilidad, aquí nos ladramos y nos besamos por igual. Somos unos bípedos con niveles anormales, y en paralelo, de tristeza y felicidad.

Quizás esa sea nuestra fortaleza. Todos sabemos que nadie se queda indiferente con La Paz. La odias o la quieres a muerte, pero nadie, ni habitante o visitante de esta extraordinaria ciudad andina, se queda indiferente.

Según los especialistas, la bipolaridad tiene fases. No sé en cuál de ellas estaremos, pero para todas nos sobran los síntomas. En su fase depresiva la bipolaridad presenta “falta de autoestima o ensimismamiento” con pensamientos anormales sobre la muerte y “cambios bruscos y repentinos como el abandono de la pareja”. ¿Te suena conocido?

En la fase maniaca los síntomas se disparan: “delirios de grandeza, creencias falsas en habilidades especiales, hostilidad, aumento en la actividad sexual, compromiso excesivo y dañino en actividades placenteras (andar en juergas, tener múltiples compañeros sexuales, consumir alcohol y otras drogas)” y, sobre todo, “verborrea (hablar más de lo usual o tener la necesidad de continuar hablando)”. Si desean pueden confirmar estos síntomas sintonizando cualquier noticioso, oficialista u opositor.

Vivimos en una ciudad que padece zarandeos mil y nadie ensaya visualizar su futuro. Por el momento, es bueno reconocer que padecemos bipolaridad urbana para iniciar un tratamiento con posibilidades de éxito, porque este mal se trata con sales de litio. Gracias a los dioses tenemos el yacimiento más grande del planeta: el Salar de Uyuni. Es tan grandioso que todos podemos tratarnos, mientras sufrimos y chupamos por los siglos de los siglos, amén.

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Ciudad y cuerpo

Para 2090 seremos cyborgs, una mezcla de carne y máquina que superará al cuerpo biológico

/ 18 de marzo de 2014 / 07:34

Existen estudios sobre la relación ciudad-cuerpo, desde analogías de la ciudad como un cuerpo humano hasta análisis urbanos desde el cuerpo mismo (como dicen los sabiondos, “desde su corporeidad”) centrándose en sus emociones o excitaciones.

Para ilustrar la importancia del cuerpo en la ciudad nada mejor que lo sucedido la semana pasada, porque las emociones se tensionaron desde un extremo carnavalero, con cuerpos danzantes y un público en continuo jolgorio, hasta lo opuesto con el miedo y la paranoia asentados en el espíritu. Todo empezó a caer: pasarelas, tinglados y el cielo se nos vino encima como nunca y Baco con la Parca despertaron las pasiones extremas de nuestro cuerpo, siempre tan visceral y emotivo. Además, en esta ciudad las emociones se magnifican por la masa humana que inunda nuestros espacios urbanos y por la televisión  que reitera las imágenes con tanto morbo que logra el vómito.

En la actualidad se estudia la ciudad desde esa perspectiva humana y sensible, en la que el individuo es el objetivo mayor. Aquí no llegamos a tanta sutileza. Para los urbanistas locales somos un número de estadística, un simple dato para sus proyecciones tan desmedidas a lo alto y a lo ancho, que crearon el desarrollo urbano que sufrimos.

Reflexionando en cómo podríamos avizorar nuestro futuro urbano a través del cuerpo, me topé con un gringo que alborota mi tutuma con sus ideas y predicciones: Ray Kurzweil. Ray es un genio, especialista en inteligencia artificial, tecnólogo y músico, pero es más conocido por predecir, con éxito, el futuro del desarrollo tecnológico y el ser humano.  Entre sus predicciones para la próxima década (2020) está la llegada de computadoras más inteligentes que el hombre y con emociones plenas. De aquí a dos décadas (2030) los cuerpos serán entidades mixtas porque insertaremos en nuestra corriente sanguínea nanobots (chips del tamaño de un glóbulo rojo) para el control de la salud del cuerpo (chau, cáncer, sida, Alzheimer, etc.), y un poco más adelante estos nanobots interactuarán con nuestras neuronas y seremos más inteligentes, extremadamente interrelacionados y más cultos. Para  2090 nos trasformaremos en cyborgs, una mezcla de carne y máquina que superará en todo al cuerpo biológico, y alcanzaremos la inmortalidad “viviendo” una nueva realidad.

Como arquitecto de la prehistoria tecnológica me interpelo: ¿cómo proyectaremos La Paz para esos “cuerpos” que habitarán virtualidad y realidad como un solo mundo?

Estas predicciones son casi una realidad para nuestros hijos y nietos. Hoy están pegados al celular como lapas, pero mañana les implantarán nanobots por todo su cuerpo. Horror de horrores.

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