Turismo de la droga
Las autoridades deben poner límites a este tipo de turismo y, en lo posible, evitarlo
El dato es bien conocido por propios y extraños: la ciudad de La Paz es un destino turístico particularmente valorado no sólo por su increíble geografía urbana y sus paisajes andinos, sino también por la existencia de locales donde es posible comprar y consumir cocaína, reputada como de gran calidad. El negocio, obviamente, prospera al margen de la ley.
En efecto, la última edición del Informe La Razón, publicada ayer, indaga sobre el boyante comercio de sustancias controladas, particularmente la marihuana y la cocaína, para extranjeros, que además llegan al país atraídos por los muchos comentarios que circulan en las redes sociales de internet y hacen referencia a la droga “de la mejor calidad” que se puede encontrar en la sede de gobierno de Bolivia.
Entre los hallazgos del equipo de periodistas que investigó el tema se cuenta el descubrimiento de un local, de nombre Ruta 36, que abre sus puertas sólo a extranjeros con pasaporte o a unos pocos nacionales. Infiltrado, un periodista de este diario fue testigo del modo en que se puede comprar y consumir el ilícito narcótico. Pero lo más importante es que quienesquiera que sean los propietarios del local conocen muy bien el modo de evadir a la ley, pues no sólo se mudan cada cierto tiempo, sino que además tienen un muy bien montado sistema de alerta y vigilancia para evadir el control municipal y policial.
También descubrieron los periodistas que no son pocos los conductores de radiotaxis que, además de conocer el señalado local, se dedican al microtráfico de estupefacientes para satisfacer la siempre activa demanda de las y los turistas que llegan a la ciudad. Así, es posible contactar a ciertos choferes más o menos conocidos en el ambiente con la certeza de que proveerán sustancias controladas a un precio que a los extranjeros les parece sorprendentemente bajo.
Finalmente, en esta activa red de distribución no podían faltar los alojamientos, que en algunos casos se dan el lujo de rechazar huéspedes nacionales, probablemente porque su negocio no está tanto en el alquiler de habitaciones como en los servicios ilegales que interesan a sus clientes.
Como una evidencia de la buena salud de este particular turismo, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) reporta una creciente cantidad de extranjeros detenidos por posesión y consumo de drogas, y también por comercio e intentos de tráfico hacia sus países de origen.
Hay, pues, una realidad de la que es común escuchar, casi en calidad de mito urbano, pero que acaba de ser evidenciada por los periodistas de este diario. Que este tipo de comercio está asociado a los servicios turísticos en ésta y en cualquier otra ciudad del mundo no es novedad; sin embargo, el ponerle límites y, en lo posible, evitarlo es una tarea que las autoridades no pueden omitir.