Tráfico de oro
Además de pérdida de recursos, la explotación de oro conlleva al menos tres problemas
El aumento del precio internacional del oro ha reforzado significativamente su explotación y comercialización en el país. Tal bonanza, lejos de beneficiar al Estado, lo está perjudicando. Ello debido a la incapacidad gubernamental para controlar y gravar ese mercado, así como por las consecuencias sociales y medioambientales de su aprovechamiento.
El último Informe La Razón, publicado el lunes, presentó un reportaje sobre el contrabando de oro en el país y las principales consecuencias de ese ilícito negocio. Según pudo constatar un periodista de este diario, en el municipio de Pelechuco, frontera con el Perú, cada viernes se instala un mercado negro donde al menos 30 cooperativas venden oro boliviano, que se traslada al vecino país sin pagar ningún tipo de impuestos. Situación que se replica en al menos otros seis puntos del territorio nacional.
Además de la pérdida de recursos, la comercialización y explotación del cotizado metal conlleva al menos tres serios problemas. En primer lugar, semejante bonanza está deteriorando las relaciones familiares, especialmente entre los mineros más jóvenes, pues muchos de ellos despilfarran el dinero que ganan en alcohol y fiestas. Tendencia a la juerga que está dando lugar a la creación de redes de prostitución, trata y trabajo infantil.
En efecto, según denunció un reportaje publicado por el diario peruano El Comercio, en ambos lados de la frontera las mujeres —adultas y menores— son contratadas como damas de compañía, cuya labor consiste en hacer consumir alcohol a los clientes. La mayoría de ellas, bolivianas y peruanas de bajos recursos, son reclutadas con argucias para trabajar en tugurios que abren y cierran según el nomadismo de la clientela.
La inseguridad y los atracos son el segundo gran problema. Y es que este tipo de negocios, realizados al “margen” de la ley, atraen siempre a delincuentes ávidos de quedarse con el botín. Algo corriente, sólo en Pelechuco en los últimos dos años se han cometido seis asaltos, protagonizados por bandas criminales que además de oro y dinero se cobraron la vida de tres personas e hirieron a ocho.
La contaminación que causan los cerca de 10 mil cooperativistas bolivianos que se dedican a la explotación de oro es el tercer gran problema. Y es que para extraer ese cotizado metal se emplean tres métodos principales: a través de enormes y profundos túneles debajo de la tierra, provocando gigantescas explosiones en el subsuelo para remover las rocas y dragando los ríos para exponer los minerales. Esa tierra, una vez extraída, es químicamente procesada para recuperar el oro que contiene. Y es en esa etapa donde empieza el problema con la salud pública, pues no hay mejor sustancia para extraer el metal precioso de esa tierra que el mercurio, uno de los venenos más potentes que existen en la naturaleza.