El chico malo del barrio
La condición para un diálogo es que haya propuestas concretas. No dilaciones
El vicepresidente Álvaro García Linera ha expresado con claridad algo que está en el sentir común de las y los bolivianos: con relación a nuestra histórica reivindicación marítima, Chile actúa como el chico malo del barrio, el mal vecino, el agresor que, anclado en el siglo XIX, va a contramano de la historia. Entendemos que se refiere no al pueblo chileno, sino a sus gobernantes.
Si bien subida de tono, la descripción vicepresidencial es no sólo pertinente, sino necesaria. Y es que los sucesivos titulares de La Moneda, tanto en regímenes autoritarios como democráticos, tanto en gobiernos progresistas como conservadores, han mantenido con pocas variaciones una actitud de agresión, negación y dilación ante el reclamo boliviano de una salida soberana al océano Pacífico. Con esa actitud de desplante, acentuada en el gobierno de Piñera, no hay acuerdo posible.
En su alocución, el vicepresidente García Linera ha explicitado también un hecho que, aunque pueda resultar obvio, no deja de ser esencial: Bolivia nació con mar y esa cualidad nos fue arrebatada por Chile en una guerra injusta. Insistir en esta verdad histórica es fundamental, toda vez que durante algún tiempo la historia oficial chilena llegó a decir que nunca tuvimos acceso propio al mar. Luego, ante la evidencia, se concentraron en defender el supuesto carácter “irrevisable e intocable” del Tratado de 1904.
Precisamente hace algunos días el presidente chileno, Sebastián Piñera, afirmó que el Tratado firmado en 1904 (impuesto por la fuerza, más bien) no contempla ningún mecanismo para su revisión ni, menos, para declarar su nulidad, sino solamente para verificar su cumplimiento. Pretendía así cerrar la puerta a la actual estrategia boliviana, anunciada el año pasado por el presidente Evo Morales, de recurrir ante la Corte Internacional de La Haya para demandar a Chile. Dicha demanda, según el propio Morales, estaría casi concluida.
Pero hay otros dos aspectos fundamentales en las palabras del vicepresidente García Linera. El primero es reiterar que, aunque el Estado boliviano haya optado por la denuncia ante un tribunal internacional, mantiene abiertas las puertas para un diálogo con Chile. La agenda de 13 puntos, en consecuencia, que incluye la reivindicación marítima, es una buena base. Empero, la condición para el diálogo es que haya una propuesta concreta. No dilaciones, no mentiras.
El segundo aspecto tiene que ver con la integración. Para avanzar en serio hacia esquemas de integración regional no puede haber temas pendientes. Y la mediterraneidad boliviana por cuenta de Chile es un tema pendiente. Por ello, Chile tiene la obligación de cambiar su actitud y su mirada. Debe entender que es imperativo resolver las cuestiones del siglo XIX para construir juntos el buen vecindario sudamericano del siglo XXI.