Falsos profetas
La economía es una ciencia teórica, que explica cómo interactúan los agentes económicos
El presente artículo tiene como objetivo recordar a mis amigos que soy economista o, para ser más preciso, un aprendiz de economía, pero de ninguna manera adivino, brujo o profeta. Si buscan un adivino, mi sugerencia es que recurran a Walter Mercado o Ramsés, de quienes se dice que son los mejores psíquicos. Si están interesados en profecías, les recomiendo leer los libros de Karl Marx, aunque, a decir verdad, sus profecías no se cumplieron. Si en verdad quieren predecir el futuro y no guiarse por charlatanes, probablemente lo mejor sería que viajasen a Grecia y vayan con sus consultas al Oráculo de Delfos, allí, al pie del monte Parnaso, el dios Apolo habría profetizado con exactitud la tragedia de Edipo.
Mis amigos, mis conocidos, algunos periodistas y todos aquellos que se enteran que soy economista, me preguntan hasta cuándo se mantendrá la burbuja inmobiliaria, cuándo Europa se recuperará, cuál será la tasa de inflación el siguiente año o cosas similares. Lo cierto es que no sé, no tengo poderes extrasensoriales. El problema es que si digo que no sé, piensan que soy un mal economista, un verdadero inútil, así que de vez en cuando me invento alguna predicción, pero generalmente el resultado que obtengo es peor, porque mis predicciones generalmente son erróneas y hago quedar mal a la profesión, aunque debo reconocer que logré la gratitud de los meteorólogos.
La economía es una ciencia teórica, que explica cómo interactúan los agentes económicos; puede explicar con mucho detalle el porqué sucedió cierto fenómeno económico, pero, en ningún caso, podrá decirnos lo que va a suceder. Asimismo, actúa como el súper yo freudiano, es decir que nos puede señalar aquello que no es conveniente hacer. Pero, bajo ninguna circunstancia, podrá decirnos qué debemos hacer, simplemente porque los individuos, es decir cada uno de nosotros, sabe mejor que nadie qué es aquello que deseamos hacer y qué es aquello que nos produce mayor satisfacción.
Dada mi completa ineptitud para realizar predicciones, hace algún tiempo decidí comprarme un juego de cartas del tarot y mis pronósticos económicos mejoraron, aunque ciertamente la mejora no fue sustancial. Cabe destacar que mis vaticinios por este método fueron algo más certeros que aquellos presentados por mis colegas denominados analistas económicos.
Ante ello, con el objetivo de mejorar mis predicciones y no hacer quedar mal a los economistas profesionales, ni mostrarme como un inútil, estoy buscando una bola de cristal o algún amigo abogado que me enseñe a leer en hojas de coca.