Un equipo para La Haya
El equipo debería contar con diplomáticos profesionales, diestros en relaciones multilaterales
Afortunadamente, para conducir la madre de todas las batallas de la diplomacia boliviana, se ha nombrado como gran timonel al doctor Eduardo Rodríguez Veltzé, cuya impecable credencial ética, vocación patriótica y condición profesional abren la mejor esperanza en la opinión pública, para augurar positivos resultados en la demanda interpuesta por el Estado Plurinacional de Bolivia contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia.
Sin embargo, de nada servirán todas las virtudes anotadas si el agente de Bolivia no ostenta el nivel más alto que la plenipotencia indica para trazar la estrategia apropiada, que estime conveniente a fin de lograr el objetivo deseado, en consonancia con las instrucciones del Presidente del Estado, supremo responsable constitucional de las relaciones internacionales del país. Para ese cometido, el agente deberá conformar un equipo idóneo que lo acompañe en el trascendental emprendimiento que se le ha confiado. Como es la primera vez que Bolivia acude a ese alto estrado, es preciso no incurrir en errores que otros países cometieron en sus pleitos. En primer término sería aconsejable que el doctor Rodríguez asuma colateralmente la función de embajador ante el Reino de Holanda. Ello le ayudará a emplear a fondo el uso de los corredores diplomáticos del país anfitrión, tan útiles en el desempeño cotidiano de la logística internacional.
Como la principal función del agente es coordinar las labores de los abogados externos contratados por el Gobierno nacional, la comunicación con éstos deberá ser fluida y consensuada entre la misión y la Cancillería. Este extremo implica el seguimiento de la dinámica política interna, tanto en Bolivia como en Chile, que por coincidencia, atraviesan periodos electorales, lo que podría producir mutaciones impredecibles que el agente tendrá que analizar, para adaptar su argumentación al compás requerido.
Aparte del acopio de reflexiones jurídicas propias y del adversario, el equipo a formarse requiere contar con diplomáticos profesionales, diestros en relaciones multilaterales, que dominen imperativamente el inglés y el francés, únicas lenguas de trabajo de la Corte. De la agilidad con que se desenvuelvan los coagentes en el estudio de los documentos, y de la prontitud para satisfacer los requerimientos de los abogados foráneos (de la Cancillería misma o de la Secretaría de la Corte) dependerá la dinámica que distinga al agente.
Considerando la complejidad del tema, se calcula que el pleito tendrá duración mínima de cinco años, en sus diversas instancias (el reciente caso Chile vs. Perú tardó 60 meses). Por este motivo, tanto el agente como sus colaboradores deberán estar prestos a residir en La Haya un tiempo semejante. En los últimos casos que atañen a países latinoamericanos, tanto Perú como Chile acreditaron como agentes a figuras de elevado nivel, secundados por experimentados diplomáticos que manejaban el inglés y el francés con fluidez académica. En cambio Colombia, en su enfrentamiento con Nicaragua, descuidó este aspecto y su agente ni siquiera residía permanentemente en La Haya. El resultado fue considerado tan negativo para Bogotá que el Gobierno colombiano decidió cuestionar el veredicto de la Corte.
Aspecto importante en esta contienda es lo que llamaría la inteligencia jurídica; es decir, contar con profunda información acerca de los movimientos del adversario para planificar las reacciones adecuadas. El triángulo de comunicación entre las misiones en La Haya, Santiago y Lima deberá ser fluido y permanente. El peso de la opinión pública, expresado en los medios de comunicación, tendrá preponderancia y ésta deberá ser apropiadamente orientada.
Todas las anteriores opiniones corresponden a experiencias recogidas por avezados diplomáticos y es difícil que sean prontamente asimiladas por neófitos en el ramo. Con tal premisa, cualquier esfuerzo por incorporar al equipo operadores con veteranía en este campo no será vano. De lo contrario, el agente estará privado de las herramientas imprescindibles para su cometido.