Refundar la COB…
Se ha reabierto el debate para que la COB represente mejor a los distintos pueblos y trabajadores del país
En las recientes movilizaciones de la Central Obrera Boliviana (COB) en demanda de un incremento a las rentas de jubilación, escuchamos voces de sectores indígenas, campesinos y originarios pidiendo la refundación de la COB, porque no representa la pluralidad de las organizaciones y movimientos sociales del país. Además, según estatutos de la COB, sólo un dirigente minero puede ser el máximo representante de la organización.
Considero que hace varios años está en marcha la idea de refundar la COB entre los sectores campesinos indígenas como la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Federación Nacional de Mujeres Campesinas (las Bartolinas), entre otras. Si fue difícil la aceptación de la CSUTCB en la COB desde 1979, será mucho más difícil refundar la COB. A Jenaro Flores, que representaba a la CSUTCB, le dieron un cargo simbólico. Él recordaba: “En ese entonces yo tenía un cargo de hazmerreír: Secretario de milicias armadas. Nosotros nos reíamos por que la COB tenga ese cargo… no tenía milicias armadas, ni un revólver, ni una q’urawa (honda)”. En el fondo era un cargo ridículo, que expresaba el rechazo sutil de la COB a los indígenas y campesinos del país, por lo que Flores tuvo que nombrarse como secretario de defensa sindical.
A raíz de la profunda crisis laboral e ideológica de la clase obrera a partir de 1985, se planteó una representación más equitativa dentro de la directiva de la COB. Fue el inicio de un debate duro y de varios años, en el que nuevamente se entremezclan la representación política e identitaria. En el VIII Congreso de la COB de 1989, la CSUTCB reclamó mayor representación en el Comité Ejecutivo Nacional. En la Comisión Orgánica y después en el Congreso, se debatieron dos proposiciones opuestas. La propuesta indígena y campesina sustentaba que el cambio económico y social que vivía el país exigía modificar la estructura de la COB, para fortalecerla y acomodarla a los cambios actuales. La contrapropuesta obrerista argüía que los cambios económicos y políticos, y en especial la disminución de la clase obrera a raíz de la política neoliberal, eran fenómenos coyunturales y que dentro de unos años el proletariado volvería a recuperar su fuerza y rol protagónico. Por tanto, no había razón para variar la estructura orgánica de la COB y la hegemonía de los trabajadores mineros debía mantenerse.
El planteamiento de la CSUTCB fue contundente, rompiendo esquemas mentales y partidarios, logró el respaldo de la mayoría. Pero los fabriles rechazaron la votación y abandonaron el congreso. Los campesinos indígenas decidieron tener paciencia en vez de forzar una mayor división en la COB. Al comunicar esa decisión, su dirigente de entonces Juan de la Cruz Villca dijo a los congresistas “No retiramos nuestro pedido. Simplemente lo postergamos hasta el próximo congreso. Si hemos esperado 500 años, no es mucho esperar dos o tres más. Reflexionen en este tiempo, compañeros, y nos volvemos a encontrar”. La victoria de la CSUTCB fue sólo moral, pero permitió proseguir un amplio y rico debate sobre el tema de la hegemonía en la COB. En los hechos se prolongó por varios congresos más, como el orgánico de 1991 y el IX de 1992, en el que, por fin, la CSUTCB logró una de las dos secretarías generales (la otra es ocupada por los fabriles y la primera, ejecutiva, sigue ocupada por los mineros) más otros tres cargos, aparte de la Secretaría de Colonización, en manos de esta confederación hoy denominada interculturales. Hoy se reabre el debate para que la COB represente mejor a los distintos pueblos y trabajadores de nuestro país, ¿será posible refundar la COB? La respuesta tendría que partir analizando la coyuntura y el actual rol de los movimientos sociales. Wasitampiwa suma thakhichan amuyunakaxa qhansti, kawkhakamasa sarantsna ukawa jiskt’asiñasa.