A mí me espían, a ti te espían…
Los servicios de seguridad de EEUU asumen que la totalidad del globo terráqueo es su territorio.
Si no te espían, no existes, no importas, no eres “nadies”. O, para el caso, no tienes celular, ni usas Gmail, ni Hotmail, ni Yahoo!, ni Facebook, ni Twitter ni ningún servicio gratuito de comunicaciones de internet. Entonces, probablemente no estás leyendo esta columna. Bueno, también puede que no la leas porque no te interesa.
Gracias a Snowden y a WikiLeaks (dos nombres parias del decadente poder hegemónico global) se pudo conocer que la Agencia Nacional de Vigilancia de EEUU (NSA, por sus cifras en inglés) estaba haciendo su trabajo; vale decir, estaba vigilando. Pero se pudo saber más: estaba haciendo más que su trabajo: aparte de vigilar a escala nacional, vigila a escala mundial. Esto, gracias a que muchos de nosotros tenemos cuentas de correo electrónico e identidades de redes sociales en sitios web que son propiedad de empresas estadounidenses. Pero también, al tener esa tradición de ser la primera potencia mundial, con bases militares en otros países “soberanos” (¿colonialismo?, ¿quién dijo qué?), los servicios de seguridad estadounidenses asumen que la totalidad del globo terráqueo es su territorio.
Que la NSA recabe y procese información personal y privada de sus propios ciudadanos vaya y pase, digo yo. Ha de ser que su Constitución lo permite. Pues no. La gente que sabe, me dice que la Constitución estadounidense no permite que sus servicios de inteligencia colecten información privada. Pero la NSA espía a ciudadanos de otras latitudes. A todos los que puede. Pero se concentra en cierto tipo particular de ciudadanos; esto es, funcionarios gubernamentales; más precisamente: jefes de Estado.
Las reacciones vienen en cadena: Dilma suspende su reunión con Obama, Rajoy convoca al embajador estadounidense en España, hasta Peña Nieto se ¡queja! La mejor de todos es Merkel: le dice a Obama que “espiarse entre amigos es inaceptable”. ¿Alguien sabe cómo se dice en alemán: “los países no tienen amigos, tienen intereses”?
Acto seguido, los servicios secretos estadounidenses se ponen en contacto con los servicios secretos de los países “amigos” de EEUU para advertirles que probablemente Snowden siga filtrando cosas… detalles de las relaciones entre los servicios secretos estadounidenses y funcionarios de los “países amigos”, cosas que no todas las autoridades de los “países amigos” sabían. Cualquier jefe de Estado podría preguntarse: ¿para qué tengo yo un servicio de Inteligencia… que trabaja con el servicio de inteligencia de “mis amigos”? O lo que es lo mismo, ¿para qué buscarme enemigos si me gasto estos amigos?
Y en Bolivia, ¿hasta cuándo vamos a seguir con la pretensión de que no somos “nadies”? No me refiero a usted y a mí, que lo máximo que llegamos a exponer de nuestra privacidad on line será algún reporte que, sin duda alguna, no contiene ninguna revelación industrial de alta tecnología; tal vez un documento de consultoría que no descubre ningún secreto de Estado; un informe de burócrata realizado sin pasiones y (sobre todo) sin prisas, más por cumplir un compromiso que por lograr un resultado; un par de líneas pasadas de tono en un chat con nuestra media naranja… Definitivamente, nada que logre arquear la ceja del gran águila (¿o halcón?) del norte.
Me refiero, entonces, a la comunicación de a de veras: chats, correos electrónicos y llamadas que sí tienen información sensible. Las comunicaciones de los jefes, pues. Porque si bien el curioso y voyeurista ojo de la NSA se mete en todos lados (nuestra ropa interior incluida), sólo desea quedarse donde el poder se juega. Por eso es que los funcionarios estatales del Brasil van a tener su propio sistema de correo y almacenamiento web. Eso se llama soberanía tecnológica.