Las ‘anclas’ de Milei
El dato es que el ancla fiscal funciona hasta ahora debido a la contracción del gasto fiscal
Los medios y comentaristas han estado hablando sobre los cuatro o cinco perros clonados de Milei. Una tremenda difusión de las noticias y controversias sobre la clonación de sus “hijos con patas”, como prefiere llamarlos, que se remonta a 2017 y que cuatro llevan los nombres de cuatro economistas y el quinto, en discordia, el nombre de Conan, posiblemente el bárbaro.
Toda esta discusión ofusca el análisis de la política de estabilización de Milei, que quiérase o no, ha tenido un relativo éxito e innegable en el corto tiempo de su gestión al desacelerarse la inflación y estabilizarse el tipo de cambio. Es por eso que propongo en vez de discutir cuántas mascotas o cachorros tiene Milei, deberíamos analizar cuántas anclas o cual es el nombre del ancla que utiliza Milei en su política de estabilización.
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Para reducir o desacelerar la inflación es fundamental la elección de un ancla nominal para guiar, lo que se denomina la formación de expectativas económicas de los agentes. Tradicionalmente, en economía se discutía cuál es el ancla óptima: entre el ancla monetaria o el control de un agregado monetario versus el ancla cambiaria o el control del tipo de cambio. El anclaje cambiario consiste en fijar el precio del dólar con el respaldo de las reservas internacionales y el ancla monetaria radica en restringir la cantidad de dinero en moneda nacional, para que no haya en circulación un excedente que se vaya al dólar.
Bajo este contexto, la pregunta simple que surge es ¿cuál es el tipo de anclaje que utilizó Milei hasta el presente para estabilizar su economía?
En primer lugar, para empezar, es necesario aclarar que en Argentina la tasa de política monetaria no es libre ni está determinada por el mercado, puesto que está regulada. El BCRA redujo esta tasa de 100% en diciembre de 2023 a 50% el 2 de mayo de 2024, aclarando que: “la decisión del BCRA se toma en consideración del contexto financiero y de liquidez y se fundamenta en el rápido ajuste de expectativas de inflación, en el afianzamiento del ancla fiscal, y en el impacto monetario contractivo”.
Así mencionó Milei: «Imagino que con las bajas de inflación que se están viendo, el BCRA va a volver a bajar la tasa de interés. Esto va a permitir salir de las posiciones del BCRA e irse al Tesoro, con lo cual seguimos limpiando su balance». El objetivo de la política de estabilización es sanear el balance del Banco Central (limpiar sus pasivos remunerados) como parte del plan de estabilización.
En segundo lugar, Milei está utilizando el control de un agregado monetario, que es la base monetaria. Así, respecto al impacto monetario contractivo, Milei dijo: «Cuando uno mira la evolución de la base monetaria en términos del PBI, a lo largo del S. XXI el promedio estuvo en torno al 9/10% y hoy la base monetaria es del 2,6% del PBI, o sea que la cantidad de dinero en la economía está muy apretada» (sic). El objetivo de política de estabilización es lograr “una base monetaria constante” (Twitter de Milei).
Sin embargo, tanto los objetivos de sanear el BCRA y el de tener un crecimiento de la base monetaria constante tienen como premisa básica el superávit financiero del Tesoro, un ancla basada en la contracción del gasto fiscal para lograr un superávit primario antes del pago de intereses, es decir, el ancla fiscal.
El resultado fue alcanzar en febrero el primer mes con superávit fiscal después de 12 años y el primer trimestre de 2024, el primer superávit fiscal trimestral en 16 años, donde el Gobierno logró sobrecumplir la pauta fiscal del programa con el FMI, con $ 2,8 billones por encima de la meta. Con el superávit fiscal en abril, desde 2008 no se habían registrado tres meses seguidos de superávit fiscal.
El IARAF estima que en el primer trimestre del año se pasaría de un déficit fiscal de 0,74% del PIB, a un superávit fiscal del 0,17% del PIB; un esfuerzo fiscal de 0,9 p.p. del PIB. Encuentra que “el superávit fiscal en el primer trimestre de 2024 se debió al mayor recorte real interanual de gasto público de los últimos 30 años. Con ingresos menores que en 2023, toda la mejora del resultado fiscal fue explicada por la reducción del gasto”.
El dato es que el ancla fiscal funciona hasta ahora debido a la contracción del gasto fiscal. Los daños colaterales serán después en el nivel de inversión pública, producto y empleo. El FMI y el Gobierno de Milei festejan el superávit en 16 años, pero no la contracción del gasto público en 30 años.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista