Más serán menos
Falta voluntad y un plan conjunto de la oposición, hoy lejos de replicar la Mesa de Unidad venezolana
Estando en Lima la semana pasada, me enteré de la proclamación de Rubén Costas Aguilera como candidato presidencial del Movimiento Demócrata Social (MDS) para 2014, presentado en medios internacionales como el campeón de la oposición (por ser el gobernador de la región más rica y en su momento eje opositor) que podía hacer peligrar la reelección de Evo Morales. Distorsión que me decidió a escribir sobre el tema, para reflexionar sobre situaciones del periodo, lo que antes no me parecía aún tan urgente. Como desde hace unos años escribo sobre las elecciones en la región, aprovecharé para analizar este tema a la luz más de procesos electorales recientes en otros países bolivarianos.
Lo primero, la situación local. Aunque las encuestas de intención de voto en Bolivia generalmente adolecen de la opinión rural, para un análisis a priori podremos guiarnos por las difundidas en noviembre pasado. En la encuesta de Ipsos, la administración Morales Ayma (él en particular en el imaginario electoral) tiene 57% de aprobación (números redondos). En el estudio de Tal Cual (que sí preguntó directamente por la intención electoral) 31% votaría hoy por el candidato del MAS (un dato solo creíble según la muestra seleccionada); otra encuesta mencionada por un columnista de El Deber le asigna el 33% de la intención electoral; y una cuarta, de PAT, lo acerca
al 40%.
Solo a modo de comparación (y repito, sin dar criterios de total fiabilidad por las razones de muestra), estos estudios (exceptuando el de Ipsos, que no menciona al Gobernador cruceño) le asignan a Costas Aguilera el 13,9 y 13% (12% en promedio); a Samuel Doria Medina (líder de UN y promotor del Frente Amplio) 9, 14 y 15% (un promedio de 13%); y Juan del Granado (MSM) obtiene el 6, 13 y 11% (promediando 10%). Si consideramos, hipotéticamente, la unión de los tres caudales la oposición, se tendría un potencial 34%, menor aún de lo que se le asigna al actual Presidente: 31, 33 y 40% (35% en promedio), y esto sin incluir el voto rural, su bastión. Pero el panorama se complica aún más para la oposición, porque no son estos tres los únicos contendientes.
Recordando las elecciones de 2009, cuando llegaron a presentarse 12 candidatos opositores, que se decantaron en siete y que en conjunto se acercaron a un magro 36% de los lectores, en los actuales comicios se mencionan sectores disidentes del MAS-IPSP con Félix Patzi, Adriana Gil (Fuerza Demócrata), Eliseo Rodríguez (FPV), el MIR con (posiblemente) Jaime Paz Zamora, Jorge Quiroga quizás por el PVB-IEP, UCS con el insumergible Johnny Fernández y el MNR (aunque posible dentro del Frente Amplio), sin descartar otros candidatos. La situación, con mucho, recuerda a Nicaragua en 2011 y a Ecuador en 2013, donde cuatro y siete partidos opositores separados obtuvieron magros resultados totales de 21 y 43%, respectivamente.
Falta voluntad y un plan conjunto de la oposición local, hoy lejos de replicar la Mesa de Unidad Democrática venezolana para 2014, porque aún muchos confían en su propio espacio y en los beneficios (sean de representación legislativa, políticos u otros) que esto les depare. Ojalá sus asesores no se equivoquen como Greenberg Carville en 2009. Mientras tanto, ¡les deseo felices fiestas!